domingo, 26 de abril de 2009

Gracias

Hay en este pueblo unas mujeres que me recuerdan a las hadas madrinas de los cuentos o a las brujitas buenas. Sacan fuerza y ánimos de donde haga falta, se arremangan alrededor de los fogones y remueven ollas y tarteras donde se cocinan exquisiteces, no solo por los ingredientes que mezclan ahí (que también) sino por el amor con que lo hacen. Cuando, semanas atrás, parí a mi hijo y se enteraron ellas de en qué trances andábamos Rubén y yo, lo primero que hicieron fue enviarnos comidas ricas de esas, calditos y guisos curalotodo.

A ellas quiero agradecer en primer lugar el cariño recibido y materializado a través de tanta sustancia, porque realmente ¡parir da mucha hambre! (o me la dio a mí) y no veas qué bien me sentó todo. Además, Rubén y yo, atareados con todo lo que implica tener un recién nacido (y ser novatos) apenas teníamos tiempo para nada más…Nos vino muy bien. Gracias, pues, por las natillas, la sopa de cocido, y el morcillo de ternera. Gracias, aparte, por el super flan, por el jamón para el caldo, el conejo, las remolachas, los huevos, el membrillo…

Ya hubo, meses atrás, quien nos ofreció ropa para el niño, carricoches, sillitas…Desde que se supo que estaba embarazada, recibí ofrecimientos de ayuda. Pero es que luego está todo lo otro, que es el apoyo y la alegría manifiesta de todo un vecindario que parecía una gran familia alrededor nuestro, expectante y feliz. Eso sí, muy educada y prudentemente, esperaron a que saliera yo con el niño para conocerlo.

En fin, que parece que al niño le han salido un montón de abuelos, abuelas, tíos y tías dispuestos a desearle lo mejor cada día, a verlo crecer un montón y de manera feliz y saludable. Nunca imaginé que tendría un hijo en un lugar así, donde estos acontecimientos se convierten en un asunto comunitario. Estaba acostumbrada al anonimato, y esto, que puede ser una ventaja a veces, tiene otra cara de la moneda que es gris y fría, y es la indiferencia. Pensándolo bien, es extraño que el ser humano se esté acostumbrando a vivir en lugares superpoblados, como las ciudades, donde parece que nadie importe a nadie, salvo en el caso de las relaciones más próximas. Lo natural, creo yo, es lo contrario: que te importen los demás, o que te importe por lo menos la suerte de aquellos que viven al lado de tu casa.

Nos han dado múltiples muestras de apoyo, nos han ofrecido ayuda de todos los tipos, y lo agradecemos enormemente. Rubén y yo somos de poco pedir, más bien discretos, ocupados en lo nuestro y solucionando nuestras cosas a nuestro ritmo. Pero tanta solicitud, generosidad y alegría de los vecinos nos ha alegrado y casi sobrepasado. Y es que, como digo, ¡no estamos acostumbrados!. Ahora bien: nunca es tarde para acostumbrarse a lo que tiene que ser, a lo bueno, a lo natural que es COMPARTIR.

Este es otro aprendizaje que se nos ofrece aquí, porque este pueblo conserva como pocos los rasgos de un sentimiento comunitario muy fuerte. Por mucho que sus habitantes digan que esto no es nada comparado con lo que fue en tiempos antiguos, y por mucho que se nos advierta (y comprobemos personalmente) que no toda la gente es igual de generosa y bienintencionada, da igual. Aquí hay algo especial que no sé definir bien. Tal vez sea que, a pesar de todos los pesares y de tantas diferenciaspersonales, el corazón de un grupo grande de Tabuyanos es como las cocinas de leña que tanto les gustan: tiene fuego, está vivo. Puede que el clima de Tabuyo sea frío, pues, pero hay mucho calor humano aquí, y para mí eso es lo que más importa.

Pero no voy a cerrar esta entrada sin dar las gracias a nuestra vecina, enfermera y alcaldesa, por la maravillosa atención post parto recibida. Ella parece pertenecer a una clase de mujeres poco común, pero que siempre ha existido. Como pilares fuertes en medio de las comunidades, esas mujeres valen (casi) para todo y no hacen ascos a ningún trabajo, ni se les caen los anillos por nada. Son mujeres capaces de coser, cocinar, hablar con conocimiento de causa de mil temas (política incluida, je, je)…y, si hace falta, hasta de remendar un poco a parturientas tan atrevidas como una servidora, por parir en casa hoy en día (cosa rara). Pero vamos, que ha estado la labor bordada y gracias a ella y a todos muy pronto anduve de nuevo por los caminos, feliz. Eso sí, ahora voy con niño :-).

Pues lo dicho: GRACIAS a todos. Todos me desean salud para criar al niño, y yo digo: ¡Salud y larga vida a este pueblo!

miércoles, 15 de abril de 2009

Hay un nuevo pequeñin en Tabuyo

-"Hacia muchos años que no nacía un niño en Tabuyo" Si, en Tabuyo. Y es que la autora de este blog, Marta, es madre desde el 28 de Marzo. Por eso en una temporada no podrá escribirnos.
¡Hola Uriel!