sábado, 20 de agosto de 2011

Un Dios como una Montaña

Ay, si hubiera estado en Tabuyo, me hubiera encantado asistir al acto. Lo he visto en el Diario de León ahora mismo:


e. gancedo león 19/08/2011


UN DIOS COMO UNA MONTAÑA

Miguel Ángel González presenta hoy en Luyego su libro ‘Teleno. Señor del laberinto, del rayo y de la muerte’, donde analiza las causas profundas de los mitos leoneses

El investigador Miguel Ángel González da a conocer hoy en el ayuntamiento de Luyego de Somoza, a las 20.00 horas, un libro de título tan enigmático como atrayente, al menos por lo insólito: Teleno, señor del laberinto, del rayo y de la muerte. La elección del lugar no es casual, pues la comarca registró hace tres años el hallazgo de valiosos petroglifos laberínticos que movieron a González a emprender esta obra sobre el significado más profundo de los mitos leoneses. ¿Qué son los cuélebres o dragones?, ¿qué simbolizan los laberintos, tanto en representación como en danza?, ¿por qué esa fascinación histórica por el monte Teleno?
Explica el autor que aquel descubrimiento le supuso «toda una conmoción», ya que, como relata, «siempre he tenido mucho interés por las conexiones culturales del Noroeste peninsular. Supongo que esa fue la razón por la que en el verano siguiente recorrí distintos yacimientos de arte rupestre de la zona de la Costa da Morte, en Galicia. Estando en Santiago encontré el libro Santuarios de la Galicia céltica, arqueología del paisaje y religiones comparadas en la Edad del Hierro de García Quintela y Santos Estévez, que sembró en mí la posibilidad de encontrar una razón de ser a los santuarios de origen prehistórico, algunos cristianizados y otros olvidados».
«Con esta inquietud —continúa— profundicé en materias como la Astronomía, la Historia de las Religiones, la Cultura Megalítica, el Arte Rupestre o la Cultura Tradicional, y particularmente, aquella asociada a celebraciones festivas». Además, Miguel Ángel González, ingeniero de profesión, también emprendió un importante trabajo de campo, identificando lugares que podrían haber tenido un especial significado para el hombre antiguo, «reconocibles por restos arqueológicos de tipo cultual o por tradiciones populares que los singularizaban», indica. Pero, ¿qué es un lugar sagrado, como lo puede ser la Cruz de Fierro o el Teleno? Para González, lo es aquel emplazamiento «que, por alguna razón, se diferencia del resto, es singular, y permite la comunicación del hombre con aquellas fuerzas que, cree, gobiernan los ciclos y procesos del Universo. Influir o controlar estas fuerzas, mediante la magia o la religión era esencial para garantizar la supervivencia de las comunidades humanas que accedían a estos espacios. Y ese es el germen de la ciencia».

«Desde el punto de vista que planteo —explica—, los lugares sagrados debían ser una proyección del cielo en la Tierra y, además, permitir conocer el acontecimiento de las fiestas que marcaban los ciclos del Sol y la Luna, ligados a su vez con los ciclos productivos de la Naturaleza. Constituyen, por tanto, la génesis del calendario, un calendario proyectado en el paisaje». Un conocimiento que facilitaba al hombre antiguo, añade González, «garantizar su supervivencia, sintiéndose en sintonía con el orden del universo y determinando el momento de iniciar la siembra, la recolección o el traslado del ganado de un lado a otro mediante la celebración de una fiesta que al mismo tiempo permitía la cohesión de la comunidad, su articulación social y el intercambio comercial con otras comunidades».

Lugar: ayuntamiento de Luyego.

viernes, 19 de agosto de 2011

Qué cosas...


Voy a comentar una tontería. Resulta que ayer Rubén se encontró con una foto en internet, tecleando "imágenes Tabuyo" en la cual salía nuestra ex-calle...y él poniendo el canalón en nuestra ex-casa, justo coincidiendo en el instante en que venía Manolo (Bonilla) a traer un recado. Y ese fue el momento inmortalizado por el fotógrafo "invisible", pues nadie lo vió. La foto está en esta página de "Euroresidentes". Manda huevos, qué casualidad...

Bueno, estuvimos mirando la cosa y luego nos dijimos que estaba claro que, al menos para internet, éramos tabuyanos. Nos fuimos, pero seguimos ahí, en la pantalla, arreglando el canalón...una imagen para la posteridad, ja, ja. Lo que son las cosas, así es la red.

jueves, 18 de agosto de 2011

A vueltas con la tribu



(Arriba, Uriel asomando a la calle tabuyana en enero, y recibiendo un saludo de Rosalina, vecina y miembro de aquella tribu que hoy nos queda tan lejos)

(Esto es uno de mis mega rollos "pa pensar" Avisados quedais)

Durante estos seis meses, y en discusiones "interneteras" con personas de diferentes partes, me he topado una y otra vez con el "tema tribu" Resulta que muchos nos damos cuenta de que el ser humano está diseñado para "funcionar en tribu" Cuando te falta la tribu, las pasas putas y te cuesta el triple salir adelante. De hecho, a veces ni siquiera "sales" adelante, ni a ningún lado, sino que te quedas al margen de la sociedad, malamente quiero decir.

El ser humano no es un animal solitario. Puede vivir en soledad, pero no separado internamente del resto. Y siempre, siempre necesitará de los demás para crecer, criarse, aprender, desarrollarse...Incluso en los casos contados y legendarios de grandes tipos que vivieron allá en sus retiros ermitaños y alcanzaron grandes niveles de humanidad, santidad o lo que sea, fue así porque en su corazón permanecían unidos al resto de la humanidad. De otro modo no hablaríamos de "grandes tipos" sino de energúmenos antisociales a cuyo alrededor no florece el bien, sino la desgracia. Por donde pasa el que odia a sus semejantes queda todo como tras el paso de Atila y los Hunos. Tierra quemada, o sembrada de sal. Esterilidad y desastre.

En fin...Que se necesita tribu, SIEMPRE. Esto no es una elección caprichosa de la gente, es su necesidad. Entonces, antiguamente (tiempos indígenas), se vivía en tribus pequeñas donde más o menos se compartía una misma visión acerca del mundo, unas mismas creencias, costumbres, intereses, etc. Con el tiempo, la raza humana se fue volviendo compleja, y cuando los grupos humanos crecieron mucho, no sólo empezó a haber más puntos de vista distintos, sino que muchas pequeñas tribus dejaron de tener cohesión. Quien mucho abarca, poco aprieta. Las pequeñas comunidades, al crecer, dieron lugar a poblaciones grandes, incluso ciudades, donde la gente continuaba agrupándose en tribus. Pero claro, ya no se trataba de una única tribu, sino de varias que coexistían en una misma población.

Actualmente, se pueden encontrar muchos tipos de tribu. Existen las tribus que radican en pueblos pequeños, tan pequeños que todavía conservan una uniformidad de ideas, creencias, intereses, etc. Luego están las tribus que conviven en una misma población. Por ejemplo, grupos de opinión o ideología diversa que conviven en una localidad, o en las ciudades. Después tenemos a las tribus familiares. La tribu familiar es sutil, se puede apreciar en ese sentimiento de "pertenencia a un mismo clan" que surge en personas que viven a veces muy lejos, o que incluso discuten entre sí y no comparten las ideas, pero que, cuando alguien "de fuera" critica a la familia, saltan como leonas "Tú a mi tío- o a mi padre, o a mi primo, o a mi hermana- no lo criticas, ni mucho menos delante de MI, qué te has creído" También hay las tribus políticas (partidos políticos, o grupos de ideología común que se forman incluso dentro de un partido) Actualmente surgen tribus nuevas: las tribus virtuales. Muchas personas se reúnen por afinidades a través de internet, y llegan a "hacer piña" e incluso a organizarse en cierto modo. Son una nueva forma de tribu...En fin, que hay muuuchas formas de vivir "la tribu", porque no importa tanto cómo la vivas, lo que queda claro es que sin tribu no se puede vivir.

Discutiendo acerca de esto en internet con otras personas (de mi "tribu virtual") he descubierto que el hecho de haber vivido en Tabuyo me ha hecho aprender mucho acerca de lo que es y significa una tribu física radicada en una localidad pequeña. Tengo una experiencia que otros urbanitas no tienen, y eso me convierteen alguien que sabe más acerca de ese tema. Pero antes de vivir en Tabuyo no tenía idea de cómo podía ser vivir en un pueblo que es casi como una tribu, donde todos se conocen y de algún modo hacen piña, al menos para algunas cosas. Porque si bien es cierto que en Tabuyo coexisten tendencias/ideologías/opiniones diversas, también es verdad que para los grandes temas, los que importan, el acuerdo suele ser colectivo, general. Me refiero, por ejemplo, a cosas como "defender Tabuyo" o "buscar lo mejor para Tabuyo" Me atrevería a decir que todo el mundo es unánime en que hay que buscar lo mejor para el pueblo, lo que pasa es que puede haber ideas muy diferentes acerca de lo que es bueno para el pueblo. Pero eso ya es otra cuestión. Si viniera alguien "de fuera" a criticar malamente a la gente, o al lugar, saltarían todos como cosacos, fuera cual fuera su ideología o tendencia política o personal. Porque en ese momento, lo que importaría es hacer piña contra una agresión foránea maliciosa.

Imaginemos, por ejemplo, que (Dios no lo quiera) a cualquier país se le cruzan los cables, tipo lo que pasó cuando Hitler subió al poder, y se dice: "Hummm...vamos a invadir España, que está muy rica y nos interesa por su situación geográfica" E imaginemos que las tropas invasoras lograran eso, y se acercaran a Tabuyo en concreto pensando "Hummmm...qué bonito pueblo. Vamos a matar a la gente o a hacerla prisionera, porque aquí queremos poner una fábrica de armamento y necesitamos primero arrasar el monte y quitar a la gente" Bien, que suceda algo así es improbable, y menos mal, pero imaginemos que sucediera...Pues estoy segura de que entonces todos los tabuyanos se unirían contra el enemigo, o intentarían ayudarse en la huída o lo que fuera, porque frente a una amenaza así, el acuerdo sería unánime. Hay que defenderse y ayudarse, dejando las rencillas y divisiones personales para otro momento.
(Arriba, recuerdo de uno de los bares de la tribu, lugares por exelencia para reunirse o simplemente saludarse...)

Pues bien, a eso me refiero con que Tabuyo es muy tribu. Porque no todos los pueblos son igual. También es cierto que al ser un lugar muy pequeño (comparado con las ciudades) la gente se conoce mucho y se generan lazos de relación más intensos que en cualquier otra parte. Entonces, Tabuyo es uno de esos lugares donde, aún hoy, se puede experimentar un poco cómo debió de ser antiguamente lo de vivir en una tribu físicamente radicada en el mismo punto geográfico. Que es diferente a tener una tribu virtual, por ejemplo. Porque cuando quieres salir a charlar con un amigo virtual, muchas veces no puedes (está donde Cristo dio las tres voces) O si necesitas que alguien te eche una mano un rato con el niño, mientras compras, tampoco puedes si tu única tribu es virtual o vive desperdigada.

Vivir en tribu tiene, como todo, al menos dos caras, una buena y una mala. La mala es eso de lo que tantos se quejan: si vives en un pueblo pequeño, todo el mundo está pendiente de lo que haces. Y a veces esto agobia, sobretodo si uno es del tipo "poco hablador" o amante de la tranquilidad. La parte buena es que, precisamente GRACIAS a que todos se conocen y de algún modo se observan, si necesitas que te echen una mano, lo harán. No vas a estar solo.

La gente que elige quedarse con la parte mala, se agobian en un pueblín y salen huyendo a las grandes ciudades, buscando el anonimato. La gente que elige quedarse con lo bueno, no sale del pueblo ni con espátula, porque a pesar de todos los pesares es allí donde se siente bien, como en casa. "Sí, a veces nos peleamos, pero ¿y qué? En el fondo no podemos vivir los unos sin los otros" Finalmente, hay quien combina las dos cosas. Vive en el pueblo, pero sale de vezen cuando. Y viceversa.

Ahora Rubén y yo vivimos en un pueblo que es más o menos el doble de grande que Tabuyo, en cuanto a población, servicios, etc. No es un pueblo-tribu, aunque en él se aprecian algunas pequeñas tribus internas. Pero al ser un lugar más "de paso" la gente ya no establece tantos vínculos, ni se interesa por lo que haces o dejas de hacer. Te ven llegar, te observan, te sitúan...y ya está. Si te vas, no te van a echar de menos porque total, no les importó tampoco que vinieras. Van sobrados de gente. Si unos se van, otros llegarán, etc. La parte buena es que puedes vivir en un contexto pequeño y rural con una gran tranquilidad. La parte mala es que la tranquilidad tal vez sea excesiva. Te puedes llegar a sentir desamparado. Si un dia tienes apuros, te va a costar encontrar quien te ayude, etc. En una gran ciudad, esta sensación de no importar a nadie y estar "desamparado" se multiplica por mil.

Los niños interiorizan mucho el sentimiento de tribu de los padres. Por ejemplo, recordamos que en Tabuyo, todos los niños, sin importar su edad o sus gustos, se acercaban a Uriel para jugar, o saludarle. O no se acercaban, pero al menos no eran hostiles. Aquí nos hemos quedado un poco decepcionados. Hay muchos más niños, pero la reacción (casi) general de ellos ha sido burlarse de Uriel. Cerrarse formando piña "los de pueblo contra el nuevo" Porque van de "sobrados" Porque no han vivido lo de ser tan pocos que necesitas más gente. O porque tienen ese rollo raro de poner a prueba al nuevo, para ver cómo las gasta.

Encima, como Uriel se ha ganado a la gente mayor (le llenan de elogios por lo guapo, listo, etc) parece que le tengan envidia. Cuando hemos ido al parque, le quitan los juguetes. Se llevan su pelota y juegan solos con ella, sin devolvérsela a Uriel, quien se queda solo y apartado.Aburrido. No se enfada ni llora, (es muy pasota, y mejor para él) pero se aburre y pasa de ellos. Viene a mí, o a su padre, para jugar con los adultos. Ahora, ya cuando le decimos:"¿Vamos al parque con los demás niños?", dice que no. Que prefiere ir a la huerta, a regar, o a cavar. Y no me extraña. A mí, la verdad, ya me gusta que quiera estar con nosotros y "aprender" cosas "de mayores", pero me sabe mal la actitud de los pequeños, porque toda madre sueña con que su hijo tenga amiguitos y esas cosas...Y oir a los niños decirle burradas (llamarle "payaso" porque tiene el pelo rizado, por ejemplo) o hacer piña contra él, me hiere las entrañas. Y no puedo hacer nada. Qué vas a hacer. Esperar que cuando vaya al cole tenga compañeros diferentes a esos.

Pero los niños reflejan las actitudes de los adultos y sus creencias. Los niños absorben lo que hay en la mente de los mayores. Si los mayores se ayudan cuando hace falta, si son amables con los demás, los niños harán lo mismo. Claro que puede haber niños más "malines" o trastos de lo normal, pero en general la norma de la imitación se cumple. Probablemente, en este pueblo ninguno de los adultos haya enseñado "directamente" a sus hijos a "pasar" de los que vienen de fuera, o a robarles los juguetes para fastidiar, pero si ellos están "pasando olímpicamente" de las nuevas familias que se establecen en el pueblo, y si frente a los nuevos, en lugar de alegrarse, sienten recelo o desconfianza, los niños absorben eso y lo actúan de manera inconsciente. También he alucinado un poco con algunas otras madres del parque. Porque hacen la vista gorda, y si sus hijos le roban la pelota al mío, no les dicen nada, aunque yo esté persiguiéndoles para recuperarla. Vamos, que pasan totalmente. Así las cosas, no es de extrañar que sus hijos sean tan poco empáticos y respetuosos.

En fin...Tengo que agradecer a Tabuyo que me haya permitido aprender más acerca de la tribu, cómo funciona, cómo es vivir en un lugar-tribu, etc. Porque después de esos cuatro años ahí, tengo más parámetros para comprender la vida en otros lugares y el comportamiento del ser humano como individuo "gregario" o social. Por ejemplo, me ayuda a entender por qué aquí la gente funciona de otra manera: Porque no hay una única tribu, porque el pueblo es más grande, o tal vez incluso porque los valores de las tribus de este lugar son diferentes y su concepto de la hospitalidad es otro. "Te dejamos vivir con nosotros, pero no nos pidas más, que bastante tenemos con lo nuestro" Y que conste que sí hay gente encantadora y amable, pero no son "tribu" y por lo tanto hablamos de individuos aislados, no de la tónica general. También tengo que admitir que, con esto de Uriel, no podemos evitar echar de menos a Tabuyo. Porque seguramente él se lo pasaría mejor allí que aquí. Al menos ahora mismo...

El futuro no está escrito, claro, y siempre puede haber cambios. De hecho, en mi vida los cambios se suceden a una velocidad superior a la media. Hay quien tarda 40 años en cambiar, a mí con unos meses o un par de años, me da de sobras para rectificar el rumbo. Tengo muy claro que sólo se vive una vez, y que además que la vida es breve. Que pasa volando. Y que hay etapas, como la de la crianza de un niño pequeño, que son aún más veloces. Mi sueño es darle una infancia lo más feliz posible, y lucharemos y trabajaremos para ello, porque desde que me volví madre, mis proyectos ya no son "personales" Mi proyecto es arreglar nuestra vida lo mejor posible para que Uriel viva lo mejor posible, y que la vida, así, continúe...

Me he encontrado en internet con muchas parejas que buscan su lugar/tribu. He podido compartir con ellas inquietudes, preguntas. Ninguna tienen claro qué quieren hacer, pero todas sueñan con lo mismo: acercarse más a la naturaleza (salir de la ciudad), especialmente porque quieren criar en un lugar mejor a sus hijos. He fantaseado con la idea de reunirnos algunos y poder volver a León...organizar algo...Pero siempre me topo con un muro (mental) de carencia de ideas o de perspectivas concretas. Somos tan diversos. Lo que quiere uno, no lo quieren otros, etc. Además, ganarse la vida ¿cómo? ¿COMO? Esa es la cuestión.

(Una servidora sigue "mirando" al Teleno, a distancia, eso sí...A ver si me inspira una vez más)

El día que resuelva esta incógnita...El día que la resuelva todo cambiará, una vez más. Ojalá ese día signifique, al menos para mi familia, volver a estar más cerca de vosotros. Pero sin el "cómo", no hay modo. Estoy como andando a tientas por una casa sin luces, de noche, buscando "el clic", el interruptor, o el candil. Esa "bombillita" que se me tiene que encender en la cabezota, que me haga sentir "¡Eso es!" y verlo todo claro de golpe. Eso que sientes que va a funcionar, que puede funcionar, que te encaja como un guante, que es algo que puede seguir rulando a largo plazo, no "pan para hoy, hambre para mañana"

Espero no morirme antes de"ver la luz" Espero poder aprovechar esta oportunidad de vida y vivir, aunque sea en mi madurez, la realización de mis sueños. Mientras tanto, Tabuyo ha sido como un aperitivo bonito, interesante, feliz. Para lo bueno y para lo malo, para lo fácil y lo difícil, ha merecido la pena estar ahí. Gracias a todos los que lo habéis hecho posible, una vez más.

...







martes, 16 de agosto de 2011

Seis meses después...Emigrantes somos.

(Mirando al Oeste desde nuestra casa, recordamos otro "lejano Oeste" donde quedan León y allí Tabuyo...)



Han pasado seis meses (y un poco más) desde que nos fuimos de Tabuyo. Ha habido suficiente tiempo como para pasar por algunas etapas personales diferentes respecto a nuestra partida, a la que podríamos llamar "emigración" Lo pongo entre comillas porque ni Rubén ni yo "procedemos" de Tabuyo, con lo cual, estrictamente hablando, no seríamos "emigrantes"...Pero...es chocante comprobar cómo, según pasa el tiempo, nos seguimos sintiendo emigrantes "de" Tabuyo. Fíjate tú. Cuando yo llegué desde Cataluña a Tabuyo, no me sentí emigrante ni eché nada de menos de cuanto quedaba atrás, sino que me parecía que era "volver a casa". Tenía su razón de ser, ya que había vivido de niña en Astorga y conocía más o menos bien esta zona. Vamos, que no llegué a Tabuyo de p. casualidad sino adrede. Pero ¿cómo explicar entonces que tampoco Rubén se sintiera en aquel entonces emigrante de Barcelona, y en cambio ahora sí se sienta emigrante de Tabuyo?

¿Os estoy liando la cabeza? La única respuesta que encontramos a esto es que, por irracional que parezca a muchos de nuestros conocidos y familiares, en Tabuyo siempre nos hemos sentido como en casa. Los dos. Podríamos decir que se debe a que el paisaje encaja bastante con nuestros gustos (los que siempre tuvimos) O porque la gente, en general, se mostró acogedora desde el principio. Tabuyo es muy "tribu", pero no es una tribu cerrada a la gente de fuera. (O a mí no me lo parece, vamos) Por lo menos en su mayoría. También podría ser que nos sintiéramos allí como en casa porque, a fin de cuentas, nos establecimos allí como pareja/hogar+niño. Rubén y yo nos emparejamos en Tabuyo, nos embarazamos y encima parimos (parí, je, je) a nuestro hijo...en la que era nuestra casa.

Con lo cual estamos hablando de vivencias cruciales que cambian la vida de una persona, que marcan su destino y que incluso pueden configurar su identidad. Del mismo modo que en el DNI de Uriel siempre figurará Tabuyo del Monte, en mi memoria de lo que significa "casa" siempre estará Tabuyo, porque allí me convertí en casita de carne para mi bebé. Una madre siempre es la primera casa de cualquier persona. Después, lo de parir en casa creo que es una cosa muy especial que te marca de por vida. Nunca vas a poder mirar igual a aquella casa en la cual diste a luz. Puedes vivir en casas setenta veces mejores, pero la casa en la que pariste siempre tendrá su puntillo especial.

En fin, que nos marchamos a mediados de febrero y pasamos la primera etapa, que consiste en la vorágine en la que te sumerges al trasladarte de punta a punta del país, arreglar la casa nueva, montar muebles, ir a Barcelona a ver a la familia, probar el nuevo trabajo, irte conectando con el pueblo, con sus habitantes, hacer papeleos burocráticos, etc. Todo eso te mantiene tan ocupado, y terminas tan cansado, que se te pasan volando unos meses en los que ni siquiera has tenido tiempo de aterrizar del todo. Sabes que vives en otra parte, pero no eres del todo consciente del cambio que has hecho.

Por eso sólo fue al cabo de los meses que notamos un cambio. Creo que fue en abril que nos dió el apretón de nostalgia gorda por primera vez. Diría que una parte de nosotros estaba tan ocupada con toda la novedad, que estaba como auto engañada, creyendo o imaginándose que este viaje era como tantos otros que hicimos, desde Tabuyo a Barcelona, para ver a la familia. Como cuando fuimos aquel noviembre para ver a la familia, y terminamos pasando dos meses allí, Navidad incluída. Pero ahora, esa parte despistada empezaba a caer en la cuenta de que, ostras, no estábamos "volviendo a Tabuyo" Esta vez no había un billete de vuelta de tren con destino Astorga. De repente nos volvimos conscientes de ya no había retorno, no había vuelta "a casa".

Recuerdo especialmente un día en que regresábamos en coche al pueblo desde la ciudad. Nos acercábamos a casa mirando un paisaje que, la verdad, tiene su punto, es pintoresco y agradable (mucha gente lo compara con la Toscana italiana) O sea, que no es que sintamos nostalgia por vivir en un antro horrible y en medio de pedregales. Pero vamos, que de repente a Rubén y a mí nos entró una sensación de estar viviendo algo absurdo, un sinsentido. Ambos (sin decírnoslo) pensamos o sentimos: "Un momento, pero ¿qué estamos haciendo AQUI?" Estuvimos callados un rato, como para no ponernos tristes mutuamente, pensando cada uno que, si no le decíamos nada al otro, esa sensación de extrañeza (y de nostalgia) se iba a esfumar sin más. "Si no lo digo en voz alta, a lo mejor consigo que ese inoportuno sentimiento no exista" Pero al final no pudimos evitarlo y lo comentamos, porque con los sentimientos el silencio no funciona. Es más, cuanto más te aguantas las ganas de decir algo, más parece que te aprieta por dentro. Refiriéndonos a la nostalgia, cuanto más la reprimes, más se te forma un nudo en la garganta, y peor te pones. Es como cuando se te muere alguien. Es mejor llorar y vivir el duelo que machacarte a tí mismo diciendo "no debería estar triste"


Cuando, poco tiempo después de ese día, comprobamos que el trabajo por el cual nos trasladamos demostró ser menos de la mitad de bueno de lo que prometía ser en principio, o más bien un fiasco, nos entraron los siete males. Nos sentimos peor que idiotas, casi como si hubiéramos sido engañados por vete a saber qué mal hado. ¿Nos habíamos trasladado para esto? ¿Tanto esfuerzo para tan pocos masajes? ¿Para terminar teniendo que recurrir, una vez más, a la ayuda familiar (la ayuda social del estado la perdimos por cambiar nuestro domicilio de comunidad) y tener que empezar a ir a Barcelona cada semana para trabajar allí? Si lo llegamos a saber...Pero era imposible saberlo. Ni en los peores pronósticos (habíamos hecho números calculando según los que más podíamos ganar, pero también según lo que menos) se veía que el famoso trabajo pudiera descalabrarse tanto. La crisis ha tenido que ver, claro, pero lo dicho: si lo llegamos a saber...


A ver, sin trabajo no nos quedamos, ya que existía, gracias a Dios, el recurso de ir a Barcelona varios días a la semana y trabajar allí. Rubén ha recuperado parte de la antigua clientela que tenía desde antes de venir a Tabuyo (ya lo dice el refrán "quien tuvo retuvo") y llegaron otros nuevos, y así vamos saliendo adelante. Como además tenemos familia allí, no hay problema. Se queda varias noches en su casa y luego de vuelta al pueblo. Pero esa no era la cuestión. Para ese viaje, como se dice vulgarmente, no se necesitaban alforjas, ya que nuestra idea era seguir en nuestra ruralidad y sin tener que andar viviendo separados día si y día no. Vamos, a poder ser. Que cuando tienes que hacer algo por cojones, lo haces (qué remedio) pero la idea no era esa. Encima, la vida aquí, en sus cosas más básicas (vivienda, agua, precios varios) es bastante más cara. Nuestra idea, que era trabajar para ahorrar, se ha ido al traste. Tanto entra, tanto sale. Seguimos viviendo al día, como en Tabuyo. No dependemos de una ayuda, de acuerdo, pero en cierto modo dependemos de la familia, y además nuestra calidad de vida es peor. Por eso, a ratos nos sentimos como un par de tontos.

En aquel momento de bajón llegué a telefonear a los servicios sociales de Astorga otra vez, preguntando si había un modo de recuperar la subvención de la Junta deCastilla y León. Porque si se podía, con ese dinero volvíamos a León y empezábamos de cero otra vez en cualquier sitio con posibilidades de curro+vivienda. Pero ya no se podía. No había vuelta atrás. Cosas de la burocracia, resulta que cambiarte de comunidad autónoma hace que tengas que empezar desde cero para tramitar las ayudas, y eso implica tener que esperar un año entero (a veces dos) desde que te empadronas en un sitio, para siquiera solicitarlas. Y de todos modos, con la crisis que está cayendo, vete a saber si las ayudas se mantendrán. Aquí en Cataluña, curiosamente, las cosas están peor que en León en ese sentido. Este verano, 30 y pico mil familias se han quedado sin la ayuda por líos de administración, ha sido un drama que ha llenado las páginas de los periódicos. En León estaban cumpliendo bien, pero tampoco te puedes fiar...

En fin, tuvimos que asumir que estábamos aquí sí o sí, y que nos tocaba apechugar con lo que nos tocaba. Nos resignamos y pasamos página. Fue como cruzar una frontera mental. Dijimos adiós a nuestra vida pasada con el pañuelito...y enfrentamos una nueva etapa aquí, ya sin las grandes expectativas iniciales, esas que nos habían entusiasmado. Creo que a muchos les pasa, que emigran "creyendo que" porque les han "dicho que" y cuando llegan al sitio se encuentran con otra realidad. Pero ya no tiene sentido ni enfadarse, porque estás ahí y se gasta energía preciosa con la rabia. Mejor emplearla saliendo adelante.

Después, nos enteramos de que quedaba libre otra casa en el mismo pueblo, que estaba mucho mejor que la primera y nos daba opción a huerta + patio para que Uriel jugara, etcétera. Fue un momento bonito y esperanzador. Pensamos que eso nos cambiaría todo para mejor, así que no lo dudamos y ¡hale! a trasladarnos ooootra vez. Otro mes y pico de cansancio, de vorágine, de muebles sin montar, de cajas por todas partes, de papeleos, de cambios y de distracción debida a las novedades. Ese fue un buen cambio. Rubén tenia una enoooorme nostalgia de la huerta, y sembrar todo ese terrenito lo llenó de ilusión otra vez, curando en parte la nostalgia de Tabuyo.

Digo en parte porque de nuevo ha sucedido que, una vez pasados dos o tres meses, la nostalgia vuelve. Ya hemos asumido que nos toca estar así, viviendo la mitad de la semana juntos, y la mitad separados. Que toca recurrir al trabajo de masajista en Barcelona, sí o sí, porque aunque el otro sigue existiendo, no nos da para gran cosa. Que estamos en este paisaje, y que ESTO es ahora nuestra casa. Pero...

Pero...Llegó agosto y de nuevo es como si cruzáramos otra frontera mental, o nos encontráramos en otra etapa. La huerta está frondosa, Uriel juega regando y "cavando", yo me he acostumbrado a la nueva rutina, Rubén sobrelleva como puede su constante deambular en coche o en tren de aquí para allá...Pero...Como digo, de nuevo nos encontramos sintiendo: "¿Qué hacemos aquí? ¡Con lo bien que estaríamos en...! Oh, mierda, ya estamos con la nostalgia" Y otra vez lo callamos, para no contagiarnos. Hasta que no podemos aguantarnos más y uno de nosotros lo suelta, lo dice en voz alta.

"¿Qué hemos hecho, Marta?" me dice Rubén a veces. Y entonces yo intento consolarle, y le digo tooodas las cosas buenas que tenemos aquí, que todo puede mejorar, etc. Le recuerdo que allí no veíamos mucha salida, que nos sentíamos atascados, que se nos terminaría la ayuda y entonces qué, etc, y él asiente con la cabeza, pero luego me dice que aquí tampoco estamos lo que se dice proyectando nada para el futuro. Que trabaja como un negro, todo para vivir exactamente igual (o peor) que allí, y encima nos ve menos y está estresado. Su lógica es impepinable, tiene razón. Pero depender de una subvención temporal tampoco era plan. Entonces él argumenta que tal vez hubiéramos podido encontrar otra cosa más adelante. Aún teníamos dos años de margen, era bastante tiempo para seguir buscando alternativas. Y ahora que tenemos coche es todo diferente.
- Sí- le digo yo- pero te recuerdo que sólo cuando dijimos que nos íbamos para Cataluña, nuestras respectivas familias se volcaron y nos ayudaron a comprar el coche, etcétera, por la ilusión de tenernos cerca otra vez. Aquí nos apoyan de otra manera. Cuando dijimos que ibamos a buscar curro en las montañas leonesas fue más bien lo contrario.
- Sí- dice él- Pero ahora es ahora y el coche ya lo tenemos.
- Ya- digo yo- Pero no tenemos manera de volver. Sin un trabajo allí, sin la subvención, y con un niño que todavía no tiene edad para ir a la escuela, no sé dónde vamos a ir. Nos toca apechugar aquí, y aún debemos dar gracias por tener un curro, porque con la crisis que hay nos podemos dar con un canto en los dientes.

Se termina la conversación. Mi lógica también es incuestionable. Pero después, ¿qué pasa? Que la siguiente discusión la empiezo yo. Un dia de los que estoy sola, que son bastantes, me voy a dormir la siesta con el niño. En sueños, me veo sobrevolando el paisaje maragato y me encuentro frente al Teleno. Está nevado y es tan precioso, tan bonito...Me inunda la nostalgia. ¿Qué hago tan lejos, por Dios, de esos paisajes que siento que son mi hogar? Me acerco volando (¡qué bonito es soñar, oiga! Y además es gratis) y me parece que el monte me llama. Veo un puente natural de roca erosionada y nevada, o de nieve, algo alucinante que no sabía que existiera (cosas de los sueños) y siento que el Teleno me invita a cruzarlo. Es todo tan precioso, tan maravilloso, el aire está tan limpio, la nieve brilla, los trozos de bosque son tan verdes... que me pongo a llorar como una magdalena. Tengo tanto dolor en el corazón...

Es el dolor del emigrante, no hay duda. Me despierto de la siesta llorando, intentando que mis sollozos (esos gemidos que le salen a uno mientras sueña, tremendos) no despierten al niño, inocente de él, que duerme a pierna suelta a mi lado. Pero cuando vuelva Rubén de Barcelona le contaré esto y volveremos a tener la misma conversación de siempre, sólo que esta vez será él quien me consuele, quien me recuerde que aquí estamos bien y que no es plan andar añorando nada de lo que quedó atrás. Y así seguiremos...

Bueno, pues eso es todo, ahí estamos. Esta parrafada se puede leer como nuestra pequeña crónica particular, pero también como una muestra de lo que sienten en general los emigrantes. Porque me imagino que sentirse dividido entre la nostalgia y la necesidad de ganarse la vida vete a saber dónde es universal. Les pasará a todos, digo yo. También me imagino que a muchos les sucederá que no es en el primer momento que echan de menos la tierra/hogar que dejaron atrás, sino al cabo de los meses. Cuando, como nos pasó a nosotros, terminen aterrizando y se den cuenta de que esta vez "no se vuelve" a casa, o no a "esa" casa. Que toca seguir adelante y en otros lugares.

En fin. Supongo que dentro de unos meses habremos cruzado otra frontera mental, y viviremos otra etapa diferente. Tal vez estemos tan integrados ya aquí, que se nos habrá pasado la morriña. O tal vez no, pero sigamos adelante...incluso con mejores perspectivas laborales, quién sabe. Lo que sí es cierto es que no ha dejado de ser curioso el sentimiento de "ser emigrantes", incluso para Rubén, que es el que en teoría tiene menos vínculos con esa tierra. Pero las cosas suceden como suceden, y no como uno elige que sucedan. Racionalmente esto no tiene mucho sentido, pero qué quieres, es así.

Pensamos muchas veces que todo hubiera sido diferente si nos hubiéramos ido, tal y como pretendimos antes, a otro lugar de León. Porque estaríamos en la misma zona, podríamos ir de vez en cuando a Tabuyo, no sé. Sería otra cosa. Fíjate tú que a veces hasta extrañamos a los vecinos. Son cosas que no te parece que las vayas a vivir hasta que las vives. Y no lo digo porque no apreciáramos a los vecinos, que claro que les teníamos cariño, sino porque fíjate que en mi caso he vivido ya muchos traslados. Tuve razones de sobra para añorar a otros vecinos, a la familia, a otros amigos...Pero lo de esta vez, no sé por qué, ha sido diferente, único. Echar de menos a los vecinos de la calle, eso no me había pasado jamás. Es para pensárselo, ¿no?

A todo esto, me parece que estaréis pronto en fiestas, si no lo estais ya. Pues felices fiestas a todos, y hasta la vista. Escribiré algo más sobre otras reflexiones (ya no nostálgicas) sobre la tribu, que he estado rumiando desde que vivo aquí.

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