martes, 18 de febrero de 2014

Abuelita Telena, hogar y casa...

Queridos lectores todos,

Hace muchísimo tiempo que quería escribir aquí algo, pero han sucedido tantísimas cosas en mi vida en estos últimos tiempos, que no he dado abasto. No sabía ni qué decir, ni cómo empezar.

Lo cierto es que, como muchos ya sabéis, tuvimos que marcharnos otra vez de estas tierras, a las que, sin embargo, sentimos siempre como una especie de "hogar" especial. Un hogar sin techo (porque esta vez no encontramos casa de alquiler), pero un hogar: el suelo lleno de brezos son nuestras alfombras, las paredes son los pinos y los robles, el techo es el cielo, que todavía es tan limpio y transparente, ahí.

Yo no creo en la astrología, pero un horóscopo de esos del periódico hubiera dicho de nuestro último intento que se produjo en "una confluencia muy desfavorable". Por muchas razones, esta vez pasaron meses...y meses...¡hasta 8!, y no surgió ninguna casa para nosotros. Por otras muchas razones, tampoco podíamos alargar indefinidamente la estancia en casa del amigo que nos había acogido. Podríamos haber ido a otro hogar temporal, pero ir saltando de casa en casa no nos pareció lo más correcto ni adecuado. Sobretodo por el niño. Un niño necesita más "seriedad", más estabilidad. Y además, no somos huérfanos ni estamos en la calle. Así que reculamos de nuevo hacia las casas que mis padres nos ofrecen para que vivamos mientras deseemos, mientras nos reorganizamos y replanificamos. Y qué le íbamos a hacer.

No os mentiré: me ha dolido dos veces más marchar esta vez, que la anterior. Porque esta vez venía dispuesta a afrontar toda clase de dificultades, venía muy mentalizada. ¡Claro que cómo me iba a imaginar que justo faltaría lo más básico, la casa! En fin, que me ha dolido mucho marcharme esta vez. Para más inri, pasé las Navidades enferma como nunca, y luego me hice un esguince en el pie, así que fui encadenando unas cosas con otras y ni siquiera pude venir a despedirme de las personas más cercanas, tal y como quería hacer. Se nos echaba el tiempo encima, y yo con mi pie a la virulé...

Con lo cual no me despedí. Lo he tomado como un guiño del destino. "Si no me he despedido- me he dicho- es que no hay adiós. Y si no hay adiós, es porque esto no es un final" ¿Quién sabe...?

Así que aquí van unas palabras de no-despedida. A veces he llamado al Teleno "Abuelo". Hoy me imagino un cuento distinto, en el cual la protagonista sea esta tierra local, la "Tierra Telena". La imagino mirándonos con ojos amables desde el suelo, una Abuelita entrañable, blandita, blandita como esas viejecitas que ya solo sonrien y apenas dicen nada porque ¡han vivido tantísimo! Se les han quitado las tonterías de encima y las manías. Todos conocemos la arrogancia de la juventud, los pavoneos normales de la adolescencia. Y todos conocemos algunos casos de abuelitas maravillosas con las que da gusto estar. Tan humildes. Tan prácticas.

Me gustaría volver a la "Casa de la Abuela Telena", esto es, a esa tierra. Algún día...Aunque sea de visita. Pero como dicen los tabuyanos: "Si ha de ser, será". Y si al final nunca más es, pues será que no tenía que ser, y amén. Hasta entonces, llevo a la "Abuela" y al "Abuelo" en el corazón, junto con muchos de sus "nietos", a los que nunca podré olvidar. Así es.

Hasta siempre,

Marta