sábado, 22 de enero de 2011

Cazadores de Setas


Hemos pasado un mes por tierras catalanas, aprovechando las Navidades y, como siempre, la experiencia me ha servido para contrastar y enriquecer mi perspectiva. Cada vez que volvemos a Tabuyo lo hacemos más conscientes de que vivimos en un lugar privilegiado, por lo menos en cuanto al entorno natural y sus recursos. Personalmente no puedo estar más agradecida a la vida por haber podido vivir aquí todo este tiempo. A pesar de los problemas, en otros aspectos siempre podré decir: "Que me quiten lo bailado".

Pero quería hablar de algo que está sucediendo en Cataluña y que me dio que pensar. Pero que nadie se asuste, no voy a hablar de política. Se trata del asunto de las setas. s sabido que allí la afición setera es muy anterior a la que se vive en otras comunidades. Tanto Cataluña como el País Vasco tienen en común haber sido pioneros en el aprecio hacia las setas y su aprovechamiento gastronómico y comercial. Cuando allí se daban tortas por los níscalos, aquí todavía no se reconocían. Cuando yo era muy pequeña, nunca había nadie más en los bosques de León cogiendo setas. Eramos "los raros".

Por eso, y aunque hoy en día las cosas han cambiado mucho en todas partes y la micología es un campo que se extiende y cuya importancia aumenta, no viene nada mal observar qué está pasando en los sitios considerados pioneros. Por si acaso. Es aquello de "cuando las barbas de tu vecino veas pelar..." Y lo que está pasando en Cataluña es que, desde hace cinco temporadas, la tv autonómica emite un programa titulado "Caçadors de bolets" (=Cazadores de setas) cuyos índices de audencia han sido un exitazo. En este programa, diversos expertos van a las zonas rurales, hablan con los paisanos (imágenes entrañables de gente mayor que explica, con un lenguaje llano y lleno de localismos, cómo distinguen cada seta, etc), buscan por ahí, encuentran y celebran la cosa.

Hay que admitir que el programa tiene gancho y está bien hecho en muchos sentidos. Conecta a la gente con el espíritu ancestral de los pueblos, además, y da la sensación de estar retransmitiendo a las nuevas generaciones el saber de los mayores, así como el conocimiento de la "Cataluña profunda" y su ciencia micológica. Pero...Sí, hay un pero, o dos. En primer lugar, no se ha medido la repercusión que esta difusión tan mediática y exitosa iba a tener en los bosques. Porque al día de hoy, auténticas bandadas de turistas "micológicos" llegan (¡en autocares!) a cualquier zona boscosa de Cataluña y se ponen a rebuscar. Hasta hace poco, era casi imposible encontrar gran cosa en el bosque el fin de semana. Bueno, no pasaba nada, la gente se dedicaba a madrugar más o a salir a por setas los días de diario. Pues bien, ahora no hay día en el que no te topes con gente por todas partes, incluso en los rincones más perdidos de la geografía catalana. Hay más buscadores de setas, perdón, cazadores de setas, que setas.

Y esto está produciendo un disgusto y desánimo generalizado en las gentes rurales que disfrutaban antes recogiendo setas y, por qué no, incluso a veces vendiéndolas y sacando un dinero por ellas. Porque contemplan, desolados, como las hordas de cazadores de setas, que a veces son gente de ciudad con pocas cosas que hacer o con cero escrúpulos, y con escaso o ningún conocimiento del medio natural, arrasan el sotobosque. Así, mis padres han escuchado muchas veces los lamentos de los paisanos del pueblo de mi madre, un rincón perdido de apenas 300 habitantes, donde las cosas "ya no son lo que eran", y donde poder llenar un cesto de níscalos o lo que sea es cada vez más difícil.

Pero eso no es todo. Lo peor es lo siguiente: resulta que estos "expertos" televisivos han recomendado ¡y reiteradas veces!, que lo mejor es arrancar las setas. Todas. Nada de cortar, hay que arrancar. Su teoría es que si se arranca parte del micelio, éste se pudre menos (?) y eso beneficia al hongo. Al oir estas cosas, mis padres, respetuosísimos recogedores de setas desde hace décadas, se echaron las manos a la cabeza y decidieron no ver nunca más ese programa de tv. Pero no son los únicos escandalizados, claro está. Otros micólogos han dado la alarma, pero desde el programa insisten en lo mismo, ya que su teoría es otra...o porque no están dispuestos a admitir que están cometiendo un error.

La consecuencia de esto es clara. Se está gestando un desastre. Si era malo para los bosques una sobreexplotación de los mismos, ya no digamos si la gente va arrancando todo lo que pilla. Sé que aquí, muchos arrancan los boletos porque se venden a peso, y de esa seta, todo se aprovecha. Vale. Pero ¿qué pasaría si empezáramos a arrancar, además, los níscalos, los tricoloma, las cesáreas y todo lo que pilláramos por delante? Pues que cada año habría menos. Porque además, unido al hecho de arrancar, está la pérdida de humedad en el mantillo del bosque (se crean agujeros, pero es que encima mucha gente rastrilla el sostobosque sin pena ninguna) y otros males.

Con lo cual se está perdiendo un recurso económico que era importante para mucha gente de pueblo pero, además, y esto no es menos importante, están perdiendo una actividad tradicional que les llena de entusiasmo e ilusión cada temporada. Les da la sensación, a los rurales, que son una y otra vez ninguneados y expoliados por la gente de ciudad que, total, no va a quedarse a vivir allí, ni le importa nada salvo salir a "hacer turismo", llevarse unas cuantas setas y presumir de ellas a los amigos. Claro que habrá excepciones, pero el caso es que lo que he percibido escuchando estas historias es un desánimo generalizado.

Me preguntaba después si aquí podría suceder algo similar en el futuro. Si no llegaría un punto en que la moda de ir a coger setas nos alcanzara de manera que fuera peor la pérdida que el beneficio que puedan dejar los "cazadores de setas". Tenía mis dudas, claro esta, o mejor dicho las tengo. La cuestión es quién se lleva qué, y cuánto, o cómo se reparten las ganancias. También cómo conservar un medio natural espcialmente si, como este, es privilegiado. Quiero imaginar que aquí no llegará esa plaga, que aquí se hacen y se harán las cosas mejor, pero...la comunicación global y los medios de transporte son cada vez más veloces y quién sabe. Y cuando entran en juego los medios de comunicación a gran escala, como la tv, hay que afinar mucho con lo que se dice, porque las consecuencias pueden salirse de todo control. Los bosques tabuyanos son un paraíso muy tentador. Ampliando la perspectiva a otras zonas, ¿sabrán los pueblos de León defender su patrimonio natural, o caerán víctimas de una fama contraproducente, que parece dejar dinero fácil y rápido para hoy (más turismo) y hambre para mañana (las setas escasean o incluso se terminan)?

He sabido que en algunas zonas del país se ha impuesto el pago de una determinada cantidad de dinero para poder acceder al bosque y recoger setas. Se acotan los bosques como se hace con la caza. Pero esto también me plantea interrogantes. ¿No habrá furtivos con las setas, como los hay con los animales? Me he llegado a enterar en Cataluña que hay gente de allí que, buscando ingresos rápidos, cogen una furgoneta, conducen sin parar hasta ciertos países del Este donde aún no hay controles seteros, cargan la furgo hasta arriba de cajas, y regresan. Lo que quede por aquellos bosques, claro, es otra cuestión, pero a los "cazadores de setas" no les importa.

Y aunque no hubiera furtivos, suponiendo que la vigilancia fuera muy eficaz, ¿qué pasa con los paisanos que sacan un dinero por la venta de setas cada temporada? ¿Tendrán setas que recoger? Aunque ellos no tengan que pagar, ¿les dejarán suficientes setas los que sí paguen por recogerlas? Y el dinero que éstos paguen por "cazar setas" en bosque ajeno, ¿A quién irá? ¿Llegará a la gente de a pie, llegará a los hogares? Es de esperar que sí, pero indudablemente no será lo mismo que vivir la satisfacción personal de haber salido a por setas y haberte ganado un dinero por tí mismo, a tu aire y a tu manera. O pòder gestionar un restaurante con menú micológico sin tener que comprar todas las setas a vete saber quién, porque donde vives ya no hay modo.

Bueno, pues lo dejo aquí. No quería ponerme apocalíptica, ya que espero que estas cosas no lleguen a suceder. Tan sólo he querido compartir la espinita de estas dudas que me han asaltado viendo lo que está pasando en Cataluña, para que queden como un aviso, ya que así lo he visto yo, como una advertencia. Espero que, tomando ejemplo, las otras comunidades prevean lo malo y cuiden lo bueno de sus campañas micológicas. Ojalá este lugar siga siendo el paraíso que es, y ojalá sus habitantes puedan seguir gozando libremente y sin cortapisas de su patrimonio natural.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con terminar, acabar con la tele, se terminaría el problema: muerto el perro se acabó la rabia. Si además entendemos el progreso como decrecimiento, mejor que mejor. Y si a esto le añadimos un tanto de micronacionalismo, bien entendido, como cultura local, tradiciones, folcklore, gastronomía, etc, etc.....veremos la luz al final del tunel. Si no el cambio climático se encargará de eliminar este género de la naturaleza, además de la raza humana.

Tharasia dijo...

Yo creo que el monte ha de ser del pueblo, siempre. Desconozco cómo están las leyes ahora, pero creo que en el pinar sólo deberían coger setas los del pueblo. Los que llegamos de fuera no deberíamos aprovecharnos de sus recursos sin pagar por ello, y sólo de manera limitada. Es como si hubiera una viña comunal en un lugar, y los foráneos cogieran todos los racimos que quisieran...