sábado, 3 de abril de 2010

San Poleo :-)

(Poleo florido, tal como crece en uno de nuestros regueros)

Hace un par de semanas pasada tuve yo un día malo, con dolores de intestino, náuseas y demás. Si era un virus o simplemente algo que me sentó mal, no lo sé, pero el caso es que se me pasó pronto, afortunadamente. O el virus era flojo, o comí poco de lo malo. Sea como sea, mejor para mí.

Pero el caso es que me acordé entonces de San Poleo Bendito, como yo le llamo a esa maravillosa hierba que por aquí crece tanto. De San Poleo me acuerdo como los campesinos de Santa Bárbara, sólo cuando truena. O sea, que saco la hierba del tarro de cristal donde la guardo sólo cuando me encuentro fatal. Gracias a Dios San Poleo me ayudó una vez más. Se me alivió el mareo y gracias a irlo bebiendo a sorbitos toda la noche (eso sí, mezclado con azúcar moreno para meterme un poco de glucosa en el cuerpo) no me quedé deshidratada ni más floja de la cuenta. Entonces decidí hablar del poleo en el blog, porque, siendo una hierba tan común en estos prados, aún no he visto a nadie cogerla. Y aunque sé que en esto de las hierbas no todas sientan igual de bien a todos, puede que haya más personas a las que les ayude el poleo cuando andan mal de la tripa, como a mí, o simplemente para ayudar a terminar una digestión pesada.

El poleo, aunque es de la familia de la menta, es diferente de la menta hortelana y de la menta piperita, las más conocidas. Hay que aprender a distinguirlo, pero una vez que has cogido sus ramitas floridas (salen desde agosto hasta octubre) y has olido su penetrante aroma, ya no se te olvida. Es un olor, el del poleo, casi demasiado intenso para algunas personas. A mí me encanta, y creo que es precisamente ese olor el que me despeja rápidamente cuando me encuentro mal. Sólo de poner a cocer el puñado de flores secas y de ir notando cómo toda la cocina se llena de olor a poleo, ya parece que me voy reanimando.

Crece junto a los regueros y en zonas de prados donde ha habido agua encharcada. Conviene cortarlo con tijeras porque, si se tira de él a lo bruto, fácilmente se pueden arrancar las raíces y esto puede acabar con la planta. Si se corta con cuidado, la planta sigue viva y puede dar mas flores. Se cogen las ramitas floridas y se dejan secar. Luego, se ponen en agua y se dejan hervir un par de minutos. En teoría bastaría con hacer una infusión, pero yo recomiendo hervirlas porque, al ser plantas silvestres que a veces están sucias de polvo o tierra, es mejor asegurarse de matar las posibles bacterias peligrosas que lleven encima. Hay personas que no tienen en cuenta esto y, en lugar de curarse con plantas medicinales silvestres, se desarreglan, porque se acaban bebiendo hasta parásitos que dejó allí cualquier animal. Es mejor ser cuidadoso y dejar las infusiones para plantas que uno esté seguro que no llevan nada de tierra encima, y que no han crecido a ras de suelo, expuestas a que las manosee o roce cualquier bicho.

Los libros sobre plantas medicinales le reconocen sobretodo dos virtudes al poleo: ayuda a hacer la digestión y alivia los cólicos. Pero cuando estuve embarazada me enteré, navegando por internet, de que unos estudios químicos recientes la “acusan” de poder intoxicar el hígado. También dicen que puede causar contracciones uterinas, con lo cual está contraindicada para las embarazadas. En cambio, sí se recomienda para después del parto, para expulsar los restos y recolocar la cosa. Yo pensaba tirar de poleo para curarme de los mareos del embarazo, pero al leer esto, claro, me entró miedo y lo dejé estar. San Poleo, te quedas para otra ocasión, por si acaso es verdad eso de que puedes ser tóxico, etc. Eso sí, un año después del parto me lo he vuelto a tomar, y me ha sentado tan bien como siempre. Me pregunto si eso de que puede intoxicar el hígado no será una exageración. Tal vez sucedería si uno se bebe un poleo cada día…pero uno de vez en cuando…no sé yo…

Con la duda sigo, pero San Poleo sigue también en mi estantería de hierbas, y recurro a él cuando me hace falta. Da fe de mi agradecimiento a sus virtudes esta entrada que le dedico hoy. Que viva por muchos años en nuestros prados, y que más gente aprenda a respetarlo, quererlo y aprovechar sus beneficios.

Y ya está por hoy…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues yo al llegar de Castrillo me he puesto a cocinar y comer unas "habas enzapatas" que se guisan, se cocinan con poleo y son una delicia ya que te aseguras una digestión increible. A seguir cuidandose todos.
P.D. Increible encuentro el otro día, como visteis al igual que vosotros también ha habido cambios en mi familia. Besos. Rafa Castrillo.