viernes, 11 de junio de 2010

Fantasía Petroglífica (relatillo)

(Arriba, fotografía de Elena de Paz donde se aprecia una de las piedras con petroglifos en su impresionante espacio natural, Teleno al fondo. Y es que esta "mesa de juego" es la protagonista de esta historia...)

Hace muuuuchos, muuuuchos años, así como seis mil, había un grupo de amigos telenícolas, o sea, habitantes de los alrededores del Teleno. Les gustaba echar "la partida" tanto como a sus descendientes les gustaría reunirse en el bar después de comer y jugar a las cartas o al dominó sobre la mesa. Porque a fin de cuentas, pasan los milenios pero no las aficiones. Cambian las formas del juego, pero no las ganas de jugar un rato juntos, para aliviar la jornada, que por lo demás aquí siempre estuvo repleta de trabajos duros. Y aquellos lejanos tiempos no eran menos. Que si cazar osos, que si la leña, que si esto o aquello, nunca aquí se pudo vivir sin mover bien, y a fondo, el esqueleto. Con esfuerzo. Músculos, no sólo empeño, no sólo astucia.

Y bueno, andaban por ahí los telenícolas echando sus partidas, pero tenían un problema. Aunque pintaban líneas en las piedras, o trazaban tableros en la tierra, se les borraban. Mal tiempo hace aquí, como para esperar que permanezcan a la intemperie, sin estropearse, cosas de ésas. Que si ahora sopla el viento, furor del Señor Trueno (alias Teleno), que si ahora llueve, que si ahora nieva. En fin, que se cansaban de ir y tener que rehacer a cada poco el escenario de sus juegos. Además, tenían un juego particular que duraba días, en el cual los participantes adoptaban roles diferentes y aventuraban historias en las cuales había que agudizar el ingenio. Todo ello lo imaginaban trazando mapas, ideando tierras inventadas, desconocidas y repletas de retos. Porque sí, señores, lo han adivinado: ¡el juego de rol nació aquí! Solo que tuvimos la gran desgracia de que, muertos aquellos telenícolas, y perdida en su descendencia la memoria de tales fantásticos y sesudos juegos, todo aquello se esfumó. Se borró el rastro. Tan sólo quedó la eterna afición de reunirse y echar la partida que, además, y como dije, fue cambiando de formas, adoptando las sucesivas nuevas modas.

Miles de años después, el "rol" apareció en otras partes del mundo, y en pleno siglo XX se catapultó a la fama como algo sosfisticado y modernísimo. Pero ya lo dice el viejo refrán: "No hay nada nuevo bajo el sol" Los humanos somos unos lelos vanidosos, siempre andamos pensando que somos los primeros en todo, cuando en realidad siempre hubo, antes que nosotros, otros que vivieron similares situaciones. Eso sí, en formas diferentes. Hoy tenemos cierta tecnología: cartas de papel pintado en brillantes colores, piezas de plástico con grabados, mesas de contrachapado impecable al abrigo de edificios de cemento, acero y cristal, videojuegos, cachivaches mil... Ayer, ¿qué tenían? Tierra, agua, madera y...piedra.

La piedra. Por fin se les ocurrió a aquel grupo de telenícolas grabar sobre piedra su mejor tablero de juego, el "mapa" de sus tierras imaginarias, por donde deberían mover las fichas personales. O sea, las piedrecitas, trocitos de madera, bellotas y demás elementos naturales con los cuales señalaban su "paso" por los diferentes puntos de la aventura. Como en el juego de la oca, pero más complejo, más grande, y con mucho más tiempo por delante. Pero sí, con esas mismas espirales.

Les había dado pereza, porque eso de ponerse a rascar piedra para grabar líneas que, total, sólo eran para jugar...Pero ¿no se emplean hoy años y dinerales en construir estadios de fúbtol o pistas de tenis? El juego es el juego, y la afición puede mucho. Con lo cual, tomaron la decisión, se armaron de paciencia y hale, a grabar sus grandes piedras-mesa-de-juego preferidas.

Y ahí están, señores. Aún hoy pueden verse, en el impresionante, majestuoso y sin par escenario telenícola que tiene, cómo no, el Teleno al fondo. Porque no he contado todavía una cosa. Aquella gente, muy particular ella, invitaban al Señor Trueno a presidir las partidas. Como quienes invitan al alcalde a participar en el juego popular de las 4 de la tarde. Aunque el alcalde, claro está, esté generalmente muy ocupado y no siempre pueda quedarse, ni estar ahí.

Pues bien, ante los ojos del Teleno, Gran Poder Local, se echaban al juego. Y disfrutaban. El Señor Trueno, de vez en cuando, echaba un vistazo y hasta quedaba enganchado. En general intentaba no inmiscuirse, para no apabullar demasiado a los telenícolas. Declinaba sus invitaciones porque los humanos, a fin de cuentas, eran para el Telenón como pequeños niños, jugando con sus piedritas...y él, tan grandullón, que si se apasionaba en algo, echaba el vozarrón, viento va, y los sacaba volando sin querer. ¡Mecachis, grité de alegría y armé una estampida que casi los mato! No, había que tener cuidado.

Pero a veces El Montañón no lo podía evitar, y pensaba: "Hum, qué interesante sería que fulanito adelantara 3 casillas, y menganito 7, porque así todos podrían vivir una situación muy interesaante que resultaría de compaginar este elemento con aquel otro..." Y, como a fin de cuentas estaba invitado a participar, pues los telenícolas eran tan considerados ellos que siempre le dejaban la puerta abierta, pues intervenía.

Inocentes de ellos, no siempre sabían lo que significaría su intervención, claro. Porque ¿cómo puede un Señor Montaño mover piezas en un tablero, o favorecer determinados movimientos? Pues allá va el viento...o la nieve...o una "truena" como las que ya no se recuerdan, de acojonarse vivo. Los jugadores, a lo mejor empapados por la lluvia, de repente veían mal, se les movían las piezas de sitio, e interrumpían el juego. En ese lapso de tiempo, les llegaban las sugerencias, las ideas desde "arriba", desde el monte: "Podrías hacer esto, o aquello. Podrías lo de más allá" Para cuando volvían a jugar, invariablemente las cosas salían como el Señor Teleno había querido. O casi siempre (pues salvo Dios, nadie es infalible, ni las montañas) Pero sí, generalmente su jugada movía las cosas como había querido. Que para eso es tan grande su perspectiva, dos mil y pico metros, casi nada. ¡Y cómo de claritas se ven las cosas desde allá arriba!
(Petroglifo con tormenta a lo lejos. Fotografía de Elena de Paz)

Pero un momento. ¿Estoy sugiriendo que el Teleno fuera una especie de dios-montaño jugador y tramposín? No, ¡lejos de mí tal idea! ¿Tramposo? Nunca, siempre fue invitado, nunca intervino sin que se le hubieran abierto las puertas para ello, y además respetaba las reglas. Encima, tan buenazo era que, enternecido por los humanos, a los que veía como a nietecillos inocentes, nunco ideó jugadas que pudieran fastidiarles, sino hacerlos crecer, entusiasmarse, aprender. Así era él...

Pero claro, ¿qué pasa? Que su lenguaje y su manera de "mover las cosas" eran como eran. Raras. Bruscas. Enormes. Enigmáticas. ¿Pero cómo podrían ser, si hablamos de una montaña? ¿Alguien se ha puesto a escuchar cómo hablan las montañas? Digo yo que su lenguaje, de humano no tendrá nada...por lo menos en la forma. No dirán : "bla-bla" No alargarán un brazo que no tienen para darte una palmada en el hombro. No se acercarán para saludarte. Intentarán que vayas tú, por ejemplo. Y etcétera.

Y sí, al día de hoy siguen ahí los tableros. La vieja partida rolera que aquellos telenícolas jugaron ahí, duró años, hasta su muerte. Fue la más larga, la más compleja, la más entusiasta. Literalmente fue "la partida de su vida" Tanto, que se metieron dentro de ella y terminaron viendo el mundo a través de las leyes del juego que ellos mismos habían ideado. Curioso, ¿no? Por eso, y en cierto modo, parte del espíritu de aquellos telenícolas sigue presente en aquellos lugares. A veces vuelven a jugar. Otras veces, simplemente observan cómo otros juegan, sin saberlo, situaciones vitales idénticas a las que idearon en su fantasía.

Pero últimamente están perplejos. Desde que se "descubrieron" los petroglifos han salido un poco de su ensimismamiento, y alucinan con el mundo actual. Les pasma que tanta gente estudiosa ande elucubrando acerca del complejo significado que seguramente tienen sus grabados. ¡Si no eran más que sitios para jugar...! ¿Tan difícil es ver eso? ¿Tan diferentes son las cosas, hoy, que no se sabe distinguir un tablero de juego en espiral, un simple laberinto para jugar a encontrarse con otros que su vez juegan a encontrarse...?

Entonces se dan cuenta de que hoy, el ser humano no sabe que juega. No sabe que vive su vida adoptando "roles", siguiendo leyes que otros marcan. Ha perdido el espíritu del verdadero juego, y es incapaz de salirse de las rayas mentales que otros trazan. Hasta sufre por ello, ¡qué lástima!, con lo emocionante que es vivir sabiendo que puedes cambiar... Pero los humanos de hoy no saben improvisar. No saben crear otro tablero sobre el escenario natural. Repiten lo de otros, son como canciones en cd´s rayados. Están atrapados en lo que otros dijeron, ordenaron, planearon. Y tampoco saben ...no, no saben vivir con el eterno espíritu de juego participativo y feliz donde todos ganan un día u otro, donde todos llegan algún día al núcleo del laberinto, se esperan mutuamente y allí, se encuentran.

Petroglifos. Qué palabreja más técnica, más aséptica y científica para algo que era puro espíritu lúdico. Pero un día, hace miles de años, había seres humanos que vivían de otra manera. Sabían que jugaban incluso cuando "no jugaban". Más allá de la partida de la sobremesa, la vida humana era concebida como un juego de rol sobre la fértil y maravillosa tierra, y bajo el cielo estrellado. Todo eran marcas. Todo era escenario. Jugarlo en pequeño o no, con piedrecitas chicas mientras mascaban picatostes de pan de bellota, era secundario. Representaron sus mapas en sus piedras preferidas, y cuando agotaron aquel juego, aquella vida, aquella partida, sus descendientes siguieron...en otra parte. Se dispersaron. Y llevaron el juego a otras partes. Los petroglifos se multiplicaron. Y el resto es historia.

Llegó la desmemoria, el olvido de la verdadera realidad. Hoy, miramos extrañados aquellas piedras antiguas y no sabemos qué pensar, sin darnos cuenta de que estamos en las marcas puestas por los antiguos para señalar lugares de debate, encuentro, reto, intercambio de ideas, e intento conjunto de vivir grandes historias, para ver qué pasaba.

Todo ha cambiado mucho, ¿no? Todo menos, tal vez, el Señor Trueno, digo Teleno, quien, imperturbable a pesar de la erosión natural, la deforestación y (en los últimas décadas) los bombazos, sigue contemplando desde las alturas cómo los niñitos humanos juegan...quiero decir viven...en sus casitas (¡hoy tan sofisticadas!), con sus cositas. E incluso, ¡y menos mal! echan una partida en el bar después de comer. Significa eso, que a pesar de todo el ser humano sigue queriendo reunirse con los demás para, simplemente, disfrutar. Y eso está bien, ¿o no?

Pues colorín colorado, el cuento se acabado.
...

Postdata: Ni remotamente estoy asegurando que los petroglifos signifiquen lo que acabo de decir. Y lo de que el juego de rol nació aquí, yo que sé. Etcétera. Todo este escrito procede única y exclusivamente de mi fantasiosa y volátil mente, capaz de captar elementos de canciones e historias en los lugares más inverosímiles. Dadme una piedra y os cantaré una historia relacionada con ella. Ahora bien, verdad o mentira, que cada cual lo decida por sí mismo. Total, nadie va a poder viajar en el tiempo, a seis mil años atrás, para confirmar ni desmentir que los telenícolas jugaban, o no, como he dicho. ¿Qué sabemos, en realidad? Practicamente nada sobre nada.

Y si al final resultara que aquello fueran tumbas de gente seria y grave, que me perdonen los finados, que no quería faltarles al respeto sino cantar, una vez más, las excelencias de esta tierra, que guarda en si misma lugares fascinantes como ése. Descansen en paz.

Ah, y para mejor y más detallada información sobre los petroglifos, hay que visitar el blog de su "descubridor", http://tierradeamacos.blogspot.com/, a quien debo agradecer el poder visitar, hoy, ese lugar.
...

3 comentarios:

ABA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ABA dijo...

Es el comentario más inteligente y divertido que he leído sobre los petroglifos desde que salió la noticia.

La utopía de Irma dijo...

Preciosa historia y que cada cual saque sus conclusiones que para eso tenemos nuestro cachín de imaginacion (digo yo)

Anda que no se lo pasaban poco bien los telenícolas ni nada, un abrazo para todos los telenícolas.

Irma.-