Hoy, dos flores que seguramente pasan desapercibidas para la mayoría, porque son muy pequeñas:
Aquí, en la foto de arriba, una diminuta verónica, con sus características flores azules. Es una plantita que suele crecer en los linderos de las huertas o junto a algunos caminos y regueros. Chiquita, discreta, pero si se la observa de cerca, preciosa. Para los antiguos tenía propiedades medicinales, decían por ejemplo que lavarse con sus infusiones aliviaba las dolencias de la piel. Para los modernos, no se sabe porque no la han investigado mucho y no les parece una planta de efectos suficientemente potentes ni probados por la industria farmacéutica, que es la que hoy en día manda en estos asuntos. Sea como sea, está para hacer postales, ¡de lo bonitas que son sus flores azules!
Y aquí arriba otra flor, que crece en los caminos y prados de hierba corta. Sale así, pegadita al suelo y sin hojas visibles, sólo la flor y nada más. También son flores pequeñas, pero no tanto como las verónicas. Y si uno se toma la molestia de arrastrarse por el suelo para acercar su nariz a ella podrá oler un perfume parecido al del azafrán, dulce. Sí, esta flor se parece al azafrán también en su aspecto, pero no es azafrán, ¿eh? No he podido averiguar cómo se llama todavía, así que no puedo decir más.
Pues esas son las dos flores de marzo que más he visto estos días, las pioneras de la primavera que todavía no ha empezado según el calendario, pero que con el buen tiempo que hace, ya parece que esté aquí.
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