domingo, 13 de febrero de 2011

Realmente...Hijos del Teleno

(No podía irme sin hablar un poco, además, del Monte y de este paisaje. Arriba, carretera de Luyego con el monte nublado al fondo. Fotografía de Joan Ribot)

Hace un tiempo, y como soy lectora curiosa, encontré por ahí un dato que me llamó la atención. No se cuán verdadero será, porque uno no puede creerse todo lo que lee, pero por otras cosas similares que encontré y que parecían encajar con esa noticia, es posible que sea cierto. Y lo que leí fue que, en algunos pueblos de Los Andes (allá por la lejana América), la gente nativa tiene una creencia: cada persona que nace en la tierra no solamente tiene unos padres carnales, sino también una especie de "padres" constituidos por "la figura geográfica más relevante o destacada en el lugar concreto donde nació". Y es que para estos pueblos, las partes del paisaje tienen algo así como espíritu, y cada zona o punto geográfico tiene su carácter y sus virtudes específicas, y esto ejerce una influencia en las vidas de las gentes que las habitan. Entonces, si uno ha nacido, por ejemplo, en un pueblo costero, indudablemente es un hijo o ahijado del mar. Si uno nace junto a un río, es hijo del río, si uno nace junto an un desierto, es hijo del desierto, etc.

Curiosamente, para la cultura andina, los espíritus más poderosos, capaces incluso de guiar a otros debido a su gran perspectiva de los asuntos, son los espíritus de las montañas. Entonces, no cabe duda de que si algún día viniera un andino indígena por estas tierras, diría que aquí viven, claro está, los Hijos del Teleno: aquellos que nacieron bajo su sombra, en un lugar donde la presencia de mayor fuerza en el paisaje es la del Monte.

Bueno, me pareció curioso todo esto. Al margen de las creencias de cada uno, creo que los nativos siempre han tenido una preciosa y útil tendencia a la poesía, que la gente "civilizada" hemos perdido bastante. Así que cuando hablan del espíritu de las montañas, yo no me lo tomaría como una verdad literal tal y como nosotros lo pensaríamos. La mayor parte de las veces que los occidentales han querido definir en qué consisten las creencias de otros pueblos supuestamente más "atrasados", se han equivocado bastante. Es fácil juzgar desde fuera, es fácil etiquetar, resumir de manera tendenciosa...y no enterarse de nada.

Yo pienso que hablar de que nos apadrina el espíritu de las montañas es una buena y bella manera de decir, de reconocer, que realmente somos hijos no sólo de los seres humanos (nuestros padres, nuestra familia, nuestra tribu) sino también del paisaje. Cuando encuentras un lenguaje, poético o no, que admite que somos parientes de, por ejemplo, el Teleno, estás reconociendo una realidad interna que se manifiesta en todos los niveles: biológico, psicológico, espiritual. No es lo mismo criarse aquí o criarse allá. No es lo mismo recibir la influencia de unos "aires" o de otros. No es lo mismo crecer viendo una clase de cosas, u otras. Además, cada paisaje influye de manera determinante en la vida cotidiana de la gente, ya que las actividades diarias que uno realiza están influídas en mayor o menor medida por el entorno. Por poner un ejemplo extremo, no es lo mismo lo que hace un esquimal que lo que hace un indio de la selva, o lo que hace...un "telenícola". Cada uno hace lo que puede allá donde vive, y lo que puede depende del paisaje, del entorno. Y lo que uno hace lo constituye, lo construye, le influye en los pensamientos, las emociones, etc.

Pero decía que ciertos indígenas de los Andes hacen hincapié específicamente en el espíritu geográfico del lugar donde uno ha nacido. Crecer, criarse, trabajar...bueno, eso afecta, eso es otra influencia, pero donde uno ha nacido, ésa es la cuestión. Y me dio por pensar que este pensamiento es una manera de reconocer la existencia de los vínculos que unen a la gente con los lugares más importantes de su vida. Estos vínculos serían como una especie de cordón umbilical...De ahí que determinados paisajes siempre parece que tiran de nosotros hacia ellos, pase el tiempo que pase, y suceda lo que suceda. Son como "paisajes madre" de nuestra alma, de nuestro ser. Y aunque el cordón umbilical se haya roto en un momento dado porque tuvimos que partir (lo cual sería equivalente a "nacer" y separarse de la madre), queda el vínculo invisible, el apego, la familiaridad.

Sin embargo, yo ampliaría más todo este concepto. Cada persona sabe muy bien, en su interior, qué paisajes le nutren, cuáles son esos lugares a los cuales, si va, se encuentra mejor, recibe fuerza, inspiración, entusiasmo, vitalidad. Y estos paisajes pueden ser, o no, los lugares donde uno nació. Porque aunque sea innegable la influencia del sitio de nacimiento, no es menos importante la influencia de otros paisajes o elementos geográficos donde uno vivió cosas muy especiales y queridas, momentos importantes. Usando de nuevo el lenguaje metafórico, diría que del mismo modo que además de padres existen padrinos, uno puede volverse ahijado de ciertas tierras o incluso hijo adoptivo. Hay personas que emigran de su tierra natal y van a parar a otro país donde se sienten tan bien que se quedan allí para siempre y pasan a ser, literalmente, elementos del paisaje perfectamente integrados, como hijos de ese lugar.
(Arriba, Tabuyo con el Teleno al fondo. Fotografía de Joan Ribot)

Creo que esto nos pasa a muchos con la zona del Teleno. Que venimos una y otra vez, y que siempre deseamos volver. Otros se han marchado, otros se han quedado por aquí viniendo de lejos...Nosotros nos vamosa ir ahora, pero hoy, cuando salimos los tres a pasear caminando de cara al Teleno, notamos el "tirón" de todo esto en el corazón. Cómo cuesta marcharse. Cómo nos cuesta despedirnos...del Teleno. Aceptar que ya no veremos su perfil nevado a lo lejos, que no sentiremos la presencia del "Abuelo" ahí, con sus nubes y su vozarrón, su latido interno. A Rubén y a mí nos dieron ganas de mandar todo a paseo, echar a correr hacia el monte y perdernos ahí, en estos paisajes limpios y serenos, y decir: "aquí nos quedamos, olvidadnos" Pero...

Bueno. Yo por unas razones, él por otras, ambos nos sentimos hijos o ahijados del Teleno. Yo porque para empezar viví aquí cerca de niña, y eso me nutrió en años determinantes, marcándome de por vida. El, porque aquí me conoció, vivimos nuestro noviazgo feliz y además gestamos y parimos un hijo con toda nuestra intención y deseo. Son momentos sagrados e inolvidables en la vida de una persona, es una etapa igualmente determinante.

Entonces, el vínculo tira de nosotros, y nos cuesta irnos. Por eso pienso que seguramente volveremos, aunque sea a saludar. Luego pensaba en los maragatos que se iban como arrieros por esos mundos de Dios, qué bien se les daba regresar a casa, siempre volvían. Tal vez porque el Teleno tiraba de ellos, y no hay quien lo resista si todo ese monte se pone a tirar, a llamarte. El Teleno era su faro, y su cordón umbilical con esta tierra el hilo de Ariadna que les ayudaba a desenredarse del resto del mundo y volver a casa. Hace un tiempo, alguien me recordó también que si los arrieros podían regresar a casa, era porque en ella quedaban las mujeres, cuidando de la familia, la casa y el campo. Y es cierto. Pero tal vez las mujeres no hubieran tenido esa fuerza y resistencia para perseverar en tierras tan duras de no ser por que eran ...Hijas del Teleno e Hijas de esta Tierra.

Otras tierras nos esperan. Desde otra zona hemos recibido una invitación, una oportunidad nueva. Iremos y viviremos allí lo que haga falta, y seguramente (espero) nos irá bien. En todo caso, jamás olvidaremos a la "Familia" de aquí, al Abuelo/Padrino Teleno y la Abuela/ Tierra de estas zonas, y compañía. ¿Cómo podríamos? Por cierto que, incluso si nos olvidáramos, siempre nos lo recordaría nuestro hijo. El es, sin duda, un Hijo del Teleno. Ni adoptivo, ni ahijado, sino hijo. Cada vez que recordemos su nacimiento, sentiremos, pues, el eco de las montañas, el abrazo de esta tierra. Gracias.

...

1 comentario:

Elvira dijo...

Mucha suerte en vuestra nueva vida !!!
Teleno y sus gentes han dejado huella en vuestras vidas, pero seguro que vosotros y el pequeño Uriel "El último Tabuyano de verdad" también habeís hecho lo mismo en las gentes de Tabuyo.
Tu blog es fantástico, a los que queremos la zona, apesar de la distancia, nos proporcionabas muy buenos ratos de lectura, recuerdos, añoranzas,...
Un saludo enorme y mucha suerte:

Elvi