jueves, 19 de marzo de 2009

Al Sol de Marzo

El año pasado el mes de marzo aquí fue frío y ventoso a más no poder, por lo menos según recuerdo. Este año, marzo empezó neviscando, pero enseguida se fue el frío y estamos con un calor inusual y raro, que todos opinan que ni es muy bueno (porque se adelantan demasiado las plantas, y luego pueden helar), ni puede durar. Como dicen aquí: “El invierno no se lo come el lobo”, es decir, no puede desaparecer de la noche a la mañana. Esto significa que si el frío no dura lo suficiente o se interrumpe antes de tiempo, volverá más adelante. Recuerdo otro refrán, pero este no lo he oído en Tabuyo sino en alguna otra parte: “Cuando marzo mayea, mayo marcea”. Es decir: cuando en marzo hace un calor propio del mes de mayo, en mayo viene el frío que no vino en marzo.

Bueno, veremos a ver qué pasa, ¿no?. De momento, las paisanas salen cada tarde a charlar a la calle como si fuera primavera o verano, y se ven escenas como la de la foto de arriba. Sí, ya sé: no están tomando el sol precisamente, sino dándole la espalda. Comentábamos este curioso detalle Greta y yo hace unos días, tal vez porque nosotras venimos de fuera. Pero es que ¿quién quiere, aquí, tomar el sol? ¡Pero si no les hace ni falta! Debido a que la gente hace mucha actividad al aire libre, te da en la cara todo el año. Más bien lo que hay que hacer es protegerse un poco, porque si no, te requemas. Además, las mujeres de campo son prácticas y el sol que da en la cara molesta para mirarse unas a otras y hace daño a la vista. ¿Qué clase de costumbre es esa de sentarse mirando al sol? ¡Qué incomodidad! No, aquí se sientan de espaldas al sol…para que desde la espalda caliente todo el cuerpo, sí, pero sin molestar a la conversación ni a la vista.

Esta es una costumbre más que distingue a la gente de pueblo de la de ciudad. En la ciudad, es normal que la gente haga cosas molestas y lleve por ejemplo zapatos o ropa incómoda, todo para presumir, para parecer más interesante, más guapo, más enterado o más rico. En el pueblo-pueblo, lo que se busca es sentirse bien, estar cómodo, y no andar sufriendo innecesariamente. Tal vez es porque todo el mundo se conoce demasiado bien como para andar perdiendo el tiempo haciendo el paripé para aparentar no se qué, o tal vez es que sin esa comodidad no podrían trabajar como lo hacen, muchas veces en actividades que en la ciudad se calificarían como “deporte duro”. Allí, se va al gimnasio y se paga para imitar lo que en el pueblo es habitual.

Sea como sea, aquí, si el fuerte sol molesta, uno le da la espalda…en lugar de embardurnarse con mil cremas, comprarse carísimas gafas de sol último modelo, y aguantar el tipo ahí, como en la freidora, sólo porque el moreno luce bonito o porque en no se qué revista uno leyó que era bueno para la salud tostarse un poquito. Claro, como allí se vive todo el día como en invernaderos, sin ver la luz solar natural más que a ratos fugaces…

Aunque aún no sé distinguir por las caras quién es de Tabuyo y quién no, cuando vienen visitantes de fin de semana al pueblo me es fácil reconocerlos tanto por el estilo de la ropa como por los rostros pálidos y como ablandados. Pasa lo mismo con los ancianos de la residencia que vienen de fuera, y los que son de aquí de toda la vida y salen cada día a pasear o a atender sus asuntos. Los de fuera están todos blancos como el papel, con la piel de aspecto liso y blandito. Los de aquí están morenos y tostados, con la piel curtida, resistente, apretada. Y no hace falta decir quién me parece más saludable, claro…
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2 comentarios:

cesartabuyo dijo...

Es una buena foto, la veo cada día que paso por ahí. Además, creo que son asíduas al rincón. Esto es la evolución de los tiempos. Antaño esto se veía muy poco, me alegra que sea así, porque significa que la gente tiene tiempo para descansar y "hacer sociedad".
Hace años, en marzo, hacía mucho frío y no se podía tomar el Sol, luego venían las siembras y posteriores recolecciones de productos, parecía el pueblo un hormiguero. Los obreros segando la hierba, las obreras secándola (volteándola 2 veces), luego juntos a recolectarla y llevarla a casa (no sin alguna carrera para que las fuertes tormentas primaverales, no se la mojase en el carro. Para evitarlo metían los carros bajo los soportales de la iglesia).
Una vez finalizada la hierba comenzaba el cereal, los obreros segando, las obreras atando manojos, ambos amontonando para su posterior carga y transporte a la era. Era como una procesión, ¿obligación o costumbre?. Después venía "la trilla", donde se podían presenciar en las eras, unas ciento y pico (la "trilla" consistía en esparcir los manojos desatados, en círculo, para posteriormente sentarse en el trillo tirado por un par de vacas e ir "trillando" la paja, cuando ya se veía bien trillada se atropaba la paja y los restos se aventaban para separar el grano de los restos, como fin se transportaba la paja en el carro de Tabuyo al "boquerón" ó "boquirón", pajar). Esto era un trabajo muy laborioso y que requería mucho tiempo. Tiempo del que ahora disponen para poder tomar el Sol.
Esas mujeres a las que has fotografiado, no se conocerían si observasen su vida en una pantalla.
Me alegra contemplarlas así, pero, ¡quién las ha visto y quién las ve!.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con tu comentario yo creo que es lo que piensa la gran mayoria