viernes, 28 de agosto de 2009

La Tradición del Ramo

(Grupo de chicas vestidas con trajes tradicionales, frente a la iglesia mayor, el día de la entrega del ramo. Esto se hizo para agradecer la curación de Maruja (en el centro). La foto, cortesía de la familia Argüello, es del año 1966)

Hablando con Isabel (de Casa del Herrero) me enteré de que aquí, hasta hace un tiempo, aún se vivía la tradición del ramo. Yo no sabía muy bien en qué consistía esto, aunque había oído hablar por encima de Los Ramos, una tradición maragata, a raíz de una exposición que hicieron sobre ellos en el Val de san Lorenzo en diciembre pasado.

Así que le pregunté a Isabel, y me contó que cuando alguien quería dar las gracias por algo, ofrecía un ramo. Un ramo es un conjunto de velas engalanadas con cintas y flores que se entregan en la iglesia mientras se cantan una serie de estrofas. En la foto que preside esta entrada se puede apreciar cómo las velas van sostenidas en un soporte que les da, efectivamente, la forma de un ramo.

Esto, de por sí, ya me parecía algo bonito, pues aunque probablemente muy pocos piensen o sepan su significado, una ofrenda de flores y velas es un símbolo de querer dar a Dios, o a La Vida, las cosas más preciosas que alguien puede dar: el acto de florecer y el acto de lucir, brillar o dar luz. Las flores son bellas en si mismas, pero también son la riqueza y fecundidad personificadas. Sin flores, sencillamente la vida en el campo se terminaría, porque son las flores las que luego dan fruto, que a su vez da comida pero también semillas, gracias a lo cual la vida sigue adelante. Por lo tanto, dar flores a Dios es un símbolo de que uno acepta en si mismo florecer, o sea, abrirse de manera hermosa para dar frutos futuros, o a colaborar en que la vida continúe y siga adelante para el bien de todos.

Sí, puede que nadie lo haya pensado así, pero ¿para qué querría Dios las flores, si ya lo es todo y lo tiene todo? Si Dios es Dios, no necesita un ramo de flores. Aunque sea un gesto bonito, lo que realmente ha de querer Dios es que las personas florezcan y ayuden con ello a que la vida sea buena y bonita no sólo para sí mismos, sino también para los demás. Las flores se abren cada primavera sin que nadie les diga nada, sin quejarse, sin tacañería y sin refunfuñar, cumpliendo con su objetivo. Pero ¿y los humanos? Tal vez la gente no florezca tanto, tal vez hayan olvidado lo que es eso, o tal vez estén esperando que alguien les pague de algún modo antes de hacer un solo gesto de apertura, de donación. ¡La Naturaleza es infinitamente más generosa que nosotros! Al ser humano, todo le parece poco…y demasiado a menudo, dar sin recibir algo a cambio le cuesta demasiado.

Entonces, entregar un ramo conecta a las personas que lo hacen con la generosidad natural de la naturaleza. Y aunque seguramente quien realiza esta ofrenda no se da cuenta del significado de lo que hace, en el fondo del fondo de su ser lo entiende, porque participar de un acto bello y generoso significa aceptar que la belleza y la generosidad formen parte importante de la vida de uno. ¡Por lo menos de vez en cuando! Que no es tanto pedir…

En cuanto a las velas, su significado es parecido al de la flor, pero referido a la capacidad humana de “brillar” o dar luz alrededor, especialmente cuando ésta más se necesita, o sea cuando hay oscuridad. En ciertos momentos personales, o familiares, o incluso colectivos, las cosas se ponen feas y parece que todo se ve muy “negro”. Entonces, entregar velas a Dios en una ceremonia, simboliza que de algún modo uno acepta dar luz. Esto significa, por ejemplo, actuar como una luz que ayude a los que pasan por momentos negros u oscuros, para que no se desanimen o sencillamente para que vean que la vida no se termina por un mal trago, que tan sólo hay nubes o es de noche, pero que la realidad es mucho más grande que lo poquito que uno es capaz de ver cuando lo está pasando mal.

Y es que quien sufre generalmente lo hace porque no es capaz de ver más allá de su propia tragedia personal. Le duele tanto lo que le pasa, que parece que eso lo ocupa todo y que no hay nada más en la vida, ni en el mundo, ni en la historia, que eso. Entonces, claro, se hunde. Hacer de “vela” significa ayudar a los demás haciéndoles ver que en los rincones oscuros no hay monstruos, como creen los niños pequeñitos, sino simplemente otras partes de la casa, o del monte, que uno no puede ver ahora porque es de noche, y punto. O significa recordarles que no todo es dolor en esta vida, que también hay muchas otras realidades agradables y hermosas, lo que pasa es que cuando las cosas van mal parece que lo demás nunca existió, y nunca más va a poder ser otra vez.

Así que todo esto es suficiente como para hacer de la entrega del Ramo una tradición con un significado profundo y hermoso, independientemente de en qué crea uno, o de si es católico y de misa o no. Se trata de ser buena persona y de manifestar una intención de buena convivencia, sea uno del partido político que sea, o de la religión que sea.

Pero cuando me enteré de que el ramo se ofrecía para dar las gracias por algún favor recibido, y que esto a veces se preparaba antes de que eso sucediera, me quedé pasmada. ¡Vaya, esta tradición es entonces aún mejor de lo que pensaba! Porque no sólo está ligada a la entrega y la generosidad, sino que está ligada al acto de dar gracias y a la asombrosa confianza en que las cosas van a ir bien, pase lo que pase. ¡Cuánta fe!

Manifestar el agradecimiento es una buena medicina para casi cualquier cosa, porque, cuando uno se pone a dar las gracias, automáticamente se da cuenta de que siempre hay mucho por lo que estar contento, o por lo menos agradecido. El simple hecho de estar vivos o de tener la oportunidad de experimentar tantas cosas donde sea que estemos ya merece que se den las gracias por ello. Cuando uno da las gracias, está eligiendo la alegría frente a la amargura, el reconocimiento frente al rencor, la serenidad frente al conflicto. Por eso, como uno elige todas estas cosas frente a las otras, el corazón se le llena de ellas. Así, aunque sea por un rato, parece como si salieran expulsados por la puerta trasera todos esos sentimientos frustrantes y agobiantes que padece quien siempre está enfadado con la vida, con el mundo, con el vecino o hasta consigo mismo.

Pero hacer un canto para dar las gracias por algo que aún no ha sucedido, esperando que suceda…¡vaya, realmente es algo sorprendente! Significa tener mucha fe y mucha confianza. Supongo que estas dos actitudes son el ingrediente fundamental de cualquier curación, y esto explica que sucediera la historia que Isabel me contó junto con la fotografía que ilustra esta entrada. Y es que me dijo que una niña del pueblo, Maruja, enfermó de meningitis de manera fulminante. Parecía que se iba a morir, y la verdad es que el pronóstico médico no era bueno. Si aún hoy, con todos los medicamentos que hay, la meningitis puede ser mortal, en aquellos tiempos era peor. Entonces, se hizo un Ramo para ofrecérselo al Cristo si la curación se producía. El resultado fue que, contra todo pronóstico, Maruja se curó…y aún hoy puede agradecer el estar viva, pues goza de buena salud y sigue con nosotros. Curiosamente, la que pudo haber muerto por una enfermedad, luego se hizo médica y se dedica a atender a los demás.

Isabel conservaba el largo canto que se compuso para aquella ocasión, y me lo enseñó. Le pedí una copia, pues como me gustó tanto la historia y aprendí de ella, he querido transcribirlo aquí para dar testimonio de ciertas buenas costumbres o tradiciones tabuyanas…que por alguna razón se perdieron.
Ahí va:

Ante la Sagrada Inmaculada
de Cristo con alegría
te saludamos Señor
este conjunto de chicas.

Para cantar este Ramo
ante tu Trono Divino
y así darte las gracias
por un favor recibido.

¡Oh! Cristo de los milagros,
tesorero de salud,
pues los imposibles
sólo los concedes Tú.

Nunca dejaste de oirnos
cuando favor te imploramos,
Santo Cristo Tú eres siempre
Guardián de tu pueblo amado.

Y aquí termina el saludo,
empezamos con la ofrenda
la familia agradecida
presente hoy en tu fiesta.

Maruja Gómez Argüello
de siete años de edad
cayó enferma en su cama
de terrible enfermedad.

Con la feroz meningitis,
en su lecho de agonía,
esta terrible dolencia
acababa con su vida.

Sus padres, llenos de pena,
hasta el doctor la llevaron,
buscando para su hija
el remedio deseado.

Ya en presencia del doctor
malos anuncios les da,
pues el caso de su hija
es de extrema gravedad.

La ponen en la camilla,
la niña no se movía,
sus padres están mirando
cómo se le va la vida.

El doctor les preguntaba
cuánto tiempo lleva enferma,
los padres dicen: “Un día”,
y él no lo creía.

Pero, ¿es posible, Señor,
que en un día se haya puesto
la niña de esta manera,
que no tendrá salvación?

Sus padres ya no sabían
lo que hacer en este caso
y al Cristo de los milagros
ofrecieron este ramo.

Cuando llegaron a casa
con esta triste noticia,
todo era pena y dolor
en esta alegre familia.

Sus padres, muy afligidos,
con honda pena y dolor
a su hijita encomendaron
a tu amado corazón.

Y los señores maestros
también (por) la niña ofrecieron
misas y comuniones
y así salvarla pudieron.

Y Tú, como eres tan bueno,
con quien a Ti se confía,
devolviste la salud
a su adorada hijita.

Hoy esta alegre familia
se halla feliz y contenta,
ante tu Trono Divino
te obsequia con esta cera.

Todo el pueblo nos reunimos
también a darte las gracias,
Tú protégenos, Señor,
con esa dulce mirada.

Una cosa te pedimos
pueblo, autoridad y clero,
que en la última hora
nos acojas en tu seno.

A todos los sacerdotes
salud el Señor les dé
para que por muchos años
les volvamos aquí a ver.

Salud a los forasteros
que este ramo acompañaron,
que El Señor haga que todos
en el Cielo nos veamos.

Y por el joven del ramo
que a traerlo se brindó
le protejas en la vida
te pedimos con fervor.




Pues eso es todo por hoy, que no es poco. Hasta la próxima ;-)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus comentarios y reflexiones,pueden servir, no sólo de VELA si no de FARO,por su LUZ que ayuda y orienta,sobre todo en las horas oscuras....Además de descubrirnos tantas cosas que por la luz cegadora de tanto como poseemos no nos dejan ver lo importante,lo fundamental,lo que de veras merece la pena.
Es una pena que algunas personas no tengan acceso al blog y a las nuevas tecnologías,serviría de mucha ayuda que este tipo de historias y reflexiones se comentasen en los "corrillos de la gente al fresco" como en los "filandones" o "hilorios"en lugar de estar buscando algún defecto o fallo en los que nos rodean,para así ocultar los nuestros propios.
Gracias Marta,gracias por tu luz que como la torre del Cristo de Tabuyo,ilumina en la oscuridad de la noche toda la silueta protectora de la Sierra del Teleno y el Sanguiñal y se divisa desde el Valle del Duerna y las llanuras vecinas.Por qué será???
A mi también me enseñaron a dar GRACIAS cada día por todo,incluso por los malos por que nos ayudan a ver como en unespejo lo que no se debe de hacer.
Somos tan afortunados que como dices en tu relato deberíamos dar gracias por adelantado y compartir con los demás tanta ventura,no para presumir ni alardear si no para multiplicarla y que crezca,como la levadura del pan.

Anónimo dijo...

Enhorabuena Marta, tu labor antropomística esta siendo muy, muy productiva. Buen trabajo.
Por cierto es la primera vez que leo un texto en el que se pide por los forasteros, es muy curioso descubrir la bondad de las gentes hasta para los no nativos.
Me ha dado mucho que pensar.
Cuidaros. Rafa Castrillo

Marta de Paz dijo...

Je, je, muy buena la palabra "antropomística". Y gracias por tu comentarios. La verdad es que escribo siempre impulsada por mi pasión por contar cosas, y a veces me queda la duda de si sólo hablo para mí misma (autocomplacencia de escritora y esas cosas). Pero me gusta saber que lo que digo sirve para alguien más...con esta intención abrí el blog.

Bueno, pues a ver si algún dia saco tiempo para visitar tu puelo y alrededores y así cuento algo de la Valduerna (asignatura pendiente) pues también ahí hay Hijos del Teleno, ¿no? La verdad es que ya desde el santuario de Castrotierra se tiene la sensación de estar entrando en un territorio especial, amparado por la sombra protectora del Monte.

Saludos :-)
Marta

Anónimo dijo...

Soy una chica de Priaranza que buceando en tu blog he visto esta parte del Ramo. Este próximo fin de semana en Priaranza se celebra la fiesta de La Merced, nuestra fiesta grande ..y algunas "mozas" han decidido recuperar esta tradición del ramo...así que si te animas a verlo en vivo...el sábado y el Domingo te esperamos.
Silvia