viernes, 24 de septiembre de 2010

La sonrisa en el trabajo

(Arriba, Gregorio, feliz con sus agujas de pino recién "cosechadas". El y otros vecinos las echan sobre la tierra del corral de casa, y así evitan que se forme barro a lo largo del invierno)

La sonrisa que lucen en su cara los tabuyanos mientras andan atareados es una de las cosas que más me llamaron la atención cuando llegué a este pueblo. No digo que siempre estén así, ni trabajando, ni sonriendo, pues hay ratos para todo. Pero sí es cierto que, por lo general, cuando te los encuentras en medio del campo, o del monte, o incluso en otros ambientes (como el que conocí de la Residencia de Ancianos), predomina la sonrisa e incluso la abierta alegría.

He visitado muchos pueblos y me gusta observar a la gente, sobretodo antes de que me conozcan. Cuando una se vuelve conocida, la cara de la gente a veces cambia cuando te miran y se adapta, con amabilidad (o no) a lo que piensa de tí, a lo que te desea, etcétera. Pero cuando una aún es desconocida, va a un pueblo y, si se pone en un rincón discreto a simplemente mirar, ve muchas cosas... Hay lugares donde predominan los rostros los tonos grises y el aire "cenizo". Esto, como todo, tiene su explicación, pero contrasta mucho con el tono moreno y rojizo de las caras de los "tabuyanos típicos". También con su sonrisa casi habitual.

Pero ¿existe un "tabuyano típico"? Bueno, esto es una manera de hablar. Realmente no sé si existe, o si sólo yo y los que vinimos de fuera en su día lo vemos así. Lo que sé es que por lo menos en cierto sector de población existen unos rasgos comunes. La gente que convive en un pueblo durante toda la vida termina por parecerse. Salvo excepciones, se produce una especie de adaptación mutua. Unos empatizan con otros y terminan por adoptar gestos, actitudes, maneras de hablar, aficiones...

(Aquí, Aurora con su "uniforme de trabajo" (yo le llamo traje típico tabuyano) dedicada a lo mismo: a recoger agujas de pino. Me dijo que cuando erstaban mojadas por la lluvia se apañaban mejor, porque estaban más blandas. Aunque luego pesaban más...)

Los "tabuyanos típicos" a los que me refiero son gente que lleva aquí toda la vida, o casi. Gente que ha vivido el pueblo desde que era otra cosa, con sus vacas, su resina, sus tiendas y su cantidad de gente, hasta hoy. Es gente casi siempre de una cierta edad, con esos rostros morenos y amoldados al color de esta tierra roja y brava.

(Aquí, Isolino, que acompañaba a Gregorio y llevaba también su carretillo con hojas de pino)

Me gustan estos tabuyanos. Su presencia en los caminos y las calles me alegra el corazón. Siempre tienen un saludo, una sonrisa, e incluso gestos de generosidad. Si algún día emigramos de este pueblo, echaré de menos eso de salir a pasear por el monte e irme topando con gente que viene de allí, atareada y sonriente con cualquier trabajillo que pueda realizar. Aunque sea tan simple como traer una bolsa de plástico llena de piñas para quemar en la cocina. Perdón, piñones, como dicen muchos aquí. Y que si hoy los "piñones", que si mañana las agujas de pino, que si luego las setas, total, no se para. Pero la gracia es que ese "no pararse" se vive con alegría, sin caras agrias.

(Pero la que se lleva el record a la cantidad de hojas de pino recogidas es sin duda Beni. La foto es de hace un año, pero hasta hoy no tuve ocasión de colgarla aquí. Alucinada me quedé de lo que ella sola era capaz de hacer y de llevar. También quise fotografiarle las manos, unas manos endurecidas de trabajar que mererecerían un premio. ¡Cuánto deben haber hecho, cuánto han dado esas manos! Ella, sin embargo, no quiso. Le daba apuro. Así es la gente humilde...a menudo pasan desapercibidos, pero son los que mueven el mundo desde la base)

Bueno. Tal vez dentro de 50 años, cuando casi ninguno de estos tabuyanos mayores viva, el pueblo será otro. Todos los pueblos mueren siempre, a medida que mueren unos...pero nacen también, a medida que nacen los nuevos. La cuestión es si en esta "muerte de Tabuyo" la herencia de los mayores será aceptada y bien vivida por los pequeños que crecen. Si sabrán utilizarlas, a pesar de lo mucho que cambian los tiempos, y de lo muy diferente que es hoy la vida en muchos sentidos. Me pregunto si la esencia se captará, si será querida, ya que los detalles no importan. No importa tanto ir a coger piñones o hojas de pino, importa la actitud interior de entrega, de aceptación del trabajo que hay que hacer, de alegría por poder estar aquí, conviviendo con otros, compartiendo las labores.

Todos los pueblos viven sus encrucijadas y Tabuyo no es diferente en ese sentido. Y cada vez que va muriéndose una generación, se produce una encrucijada de éstas. ¿Se hereda la esencia de los que se van, o nos quedamos con los detalles o hasta con las actitudes menores, chirriantes, incómodas? ¿Se acepta asumir esa bondad, sabiduría y paciencia de los "grandes" ancianos que en todos los pueblos existen o han existido...? Y digo grandes por su alma grande.

Alma grande que asoma a través de ojos chicos, ¿quién no conoce, o conoció, a alguien así en su pueblo? Pues bien, esa herencia espera, la herencia "del alma". Para que, aunque Tabuyo muera "un poco", también renazca otro poco y así la vida siga adelante, con sus cambios, sus altibajos y sus cosas, pero adelante. Como debe ser.
...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Telenicolas, como imagino sabeis ya he vuelto de mi periplo, de mi hermanamiento del Teleno con las montañas de Europa y Asia, así como de mi análisis de los rios que encontraba en los 9 paises que recorrí con "Perdigón", ese Opel Corsa que llevó la alegría a los niños de Mongolia. Como el ser con raices Orniacas (Orniaco ¡Que coño!) que mas lejos ha llegado desde maragatería y valduerna debo darte la razón en tu frase de que en los humildes está la fuerza, la base del cambio, el potencial y el motor del amor, lo bonito y lo bueno. Ya os contaré con mas calma. Besos a los tres y al resto de tabuyanos que visistan este blog. Rafa-Castrillo

Marta de Paz dijo...

Qué interesante eso del hermanamiento de montañas, la visita a los ríos y...¿llegaste esta vez hasta Mongolia o fue en otra ocasión? Desde luego que me apetece que nos cuentes tu experiencia.
Saludos desde las tierras del abuelo Teleno.

Anónimo dijo...

He llegado hace 3 semanas de recorrer 18.000km en coche, 3 personas, 10 paises, analizando agua de 14 rios, ascendido imponentes montañas, cruzado 2 desiertos y transportado material escolar, sanitario y de ocio para un hospital y un horfanato en Ulam Bator Mongolia. Una experiencia que ha dejado poso y en la que se comprueba que la gente normal, sencilla y humilde esta en la base del cambio, sólo por una razón, por que esta en contacto con la tierra.