jueves, 5 de febrero de 2009

Vestirse en un Pueblo...y Ropa Típica Tabuyana

(En la imagen, nuestra vecina Aurora, con ropa de trabajo de a diario, inclusive las típicas galochas, tendiendo...más ropa de trabajo. Cuando le pregunté si le podía sacar una foto, dijo que sí, pero que si no importaba que fuera con el mandil sucio...Yo le dije que era normal, ya que estaba trabajando, y no mirando a las apabardas, y que me interesaba más recordar a la gente así que cuando van endomingados, que ahí casi ni los conoces. Y es que en Tabuyo lo normal es eso: trabajar)

Estas semanas ando metida en cuestiones de ropa. Me explico: no es que una servidora ande preocupada por las últimas tendencias de moda, sino que lo de vivir en un pueblo-pueblo tiene su miga a la hora de vestirse bien, es decir, adecuadamente a lo que supone vivir aquí, con las exigencias climáticas, de entorno, actividades específicas, etc.

Ya había observado yo hace años, cuando estudiaba Diseño de Moda, que NADIE, absolutamente nadie, pensaba en la gente de los pueblos para diseñar sus colecciones. La ropa que se fabrica y se vende, se diseña pensando en la gente de ciudad, y punto. Lo que pasa es que luego, esa gente de ciudad quiere ir al pueblo el fin de semana, o de safari, o a hacer montañismo, o lo que sea, y entonces ¡hale!, a diseñar colecciones "deportivas" o de imitación "rural" para vestir a ese sector. Pero de toda esa ropa, sólo una mínima parte es comprada finalmente por la gente de pueblo de toda la vida, salvo (hoy en día) en el caso de los más jóvenes. Y tampoco es que sean ellos precisamente los más consumidores de esta super-ropa creada para los urbanitas que quieren ir al campo a ratos.

¿Y cómo sé que esto es así? Para empezar, la mayor parte de la población rural rebasa cierta edad, y eso conlleva algunas cosas: tallas más grandes que las de los jóvenes (que muchas marcas directamente no fabrican), un espíritu más práctico y ahorrador (y mucha ropa que se hace, o les resulta incómoda, o con tendencia a ensuciarse demasiado rápido, o es directamente demasiado cara), y un tipo de actividades que no son tan glamourosas como ascender el pico no se cuántos, ir en bici de montaña por no se dónde o a pasear por las sendas de no se qué. ¿Quién diseña ropa para ir al corral a echar de comer a los cerdos y, seguidamente, ir a la huerta? ¿O quién crea una parte de sus colecciones "casual wear" pensando en las amas de casa de pueblo? Pues nadie. O sea, nadie. Cero patatero.

Entonces, para estos menesteres la gente rural tira de los mercadillos, la gran salvación, donde se venden montoneras de ropa fabricada en serie, más o menos igual, basada en tres o cuatro diseños que funcionan, se venden y son económicos: batas cruzadas floreadas o de cuadritos para ponerse encima de la ropa, que abrigan y resguardan de la suciedad a las prendas mejores; chandals de todo tipo pero sencillos (sudaderas, pantalones con gomas y ya), y los infalibles monos de trabajo azul marino, para los hombres. Bueno, últimamente se han añadido a estos diseños las imitaciones de los pantalones militares que, la verdad, para mi gusto son de lo más práctico y resistente que hay. (¿Para cuándo ropa militar de embarazada? je, je. ¡Yo la hubiera comprado con gusto!)

En fin, que ya se ve que hay muy pocas ideas en el mercado para vestirnos a los que estamos en pueblos DE VERDAD, o sea a pie de campo y rodeados de esas cosas llamadas polvo, tierra, barro, maleza...Porque claro, hay pueblos que ya no son tan pueblos y parecen más núcleos de segundas residencias de la gran ciudad, y para ellos no vale todo esto que digo.
(En esta foto, Julia y Buenaventura, recogiendo berzas -que ya están algo heladas, las pobres- para dar de comer a los animales. Ni con la nieve se detiene el trabajo, porque la vida sigue, esté como esté el campo. Ella lleva las típicas superposiciones de ropa que uno se termina poniendo para ir a la huerta, y las botas de goma. El, con mono de trabajo por debajo del jersey)

Bueno, supongo que las cosas son así porque interesan así, y mientras haya con qué vestirse, pues no importa. Pero no se me escapa que esto es un símbolo más de lo MUY POCO que importa a la gente con poder económico e ideológico en general la población rural. Porque si nos ponemos a juntar a los habitantes de todos los pueblos de España, numéricamente hacen un buen montón. Sí, no son tantos como los habitantes de las ciudades pero tampoco sería una cantidad despreciable. Sin embargo, no se suele contar con ellos para casi nada, o se dejan para el último lugar de las preocupaciones. La gente de pueblo, ya se sabe, es sufrida. Que aguanten.

Así que el hecho de que a nadie se le haya ocurrido crear una marca comercial de prestigio y buen ver con ropa específicamente ideada para hombres y mujeres de pueblo-pueblo, ropa práctica, cómoda, agradable, con buenas y nuevas ideas y trucos útiles, y a un precio realmente adecuado para el bolsillo de esa gente, es un signo más de lo poco que importamos, los rurales, en la mente colectiva. Somos tan invisibles que ni merecemos una marca propia. En esta era de publicidades, siglas y demás, no tener eso equivale un poco a existir en la sombra, como en una especie de mundo paralelo diferente al mayoritario.

Y si a ser mujer de pueblo le añadimos estar embarazada, como es mi caso, la cosa se complica. Porque para las embarazadas se hace muy poca cosa...y lo que hay, definitivamente es todo para la ciudad, y mejor si es primavera o verano. Aún recuerdo mi visita a una de las tiendas Prenatal, que es la empresa que hasta el momento más variedad de ropa premamá vende, y con mejor calidad. ¡Pero qué frustración! Todo lo que había allí, exceptuando un peto vaquero con pinta de resistente, no me servía casi que para nada si pensaba en el invierno tabuyano que se me avecinaba. Cosas monísimas, eso sí, pero con unas telitas finas, suavecitas, delicadas...¡una risa! ¿Adónde iba yo con eso?

La dependienta, desesperada por venderme algo, iba enseñándome lo más abrigado que tenía, y eran pantalones de pana, pero de ésa que es como de seda, delgadita, con brillos, delicada.
- ¡Uy, pero a la que me siente en el bosque, se me manchará de resina, y a ver cómo la quito de aquí!- le decía yo a la chica.
- Pueeeess....

Al cabo de un rato de mucho buscar, la pobre dependienta tuvo que admitir que lo único que me servía era el peto vaquero. ¿Faldas vaqueras ajustadas y elásticas? Muy monas, pero inútiles para caminar por el monte, y ridículas para llevar con botas de montaña y correr detrás de la furgoneta de Emilio, el panadero, en un día lluvioso. ¿Pantalones tipo chandal, de punto? Muy suavecitos, pero de tan finos que son sólo los puedo llevar con unos leotardos de lana debajo (y anda que no me ha costado encontrar leotardos de esos, talla grande, que cada vez los fabrican menos) ¿Pantalones de sarga de algodón tipo safari? Demasiado finos y de un color demasiado claro (crema), que aquí se te ensucia en el mismo día. A la que cargue un brazado de leña con ellos, o me roce con la estufa sucia de hollín ya se han pringado.

Bueno. Digo todo esto porque forma parte de las reflexiones que me surgen después de haber vivido en la ciudad, estando ahora en el pueblo. Supongo que la gente que siempre ha vivido aquí, ni se plantea estas cuestiones porque está acostumbrada a que todo haya sido así desde siempre, y tira con lo que hay, haciendo apaños con lo que sea. En cuanto a la gente de ciudad, no te das cuenta de lo inútil que es para vivir en un pueblo-pueblo prácticamente toda la ropa que uno compra, hasta que te trasladas aquí. Tengo una montonera de ropa monísima que no me vale para nada, y ahí está, en un armario, muerta de risa.

Lo que me gustaría es que hubiera más ropa asequible y favorecedora para la gente de pueblo, y esecialmente para las mujeres trabajadoras de mediana edad (a cuyas tallas me acerco más que a las de adolescentes, la verdad). El embarazo lo he ido pasando con el famoso peto vaquero, con restos de ropa de cuando, en los años 80, se llevaba todo enorme, con ropa de los chinos talla XL (barata, pero de una calidad tan requetecutre que ya se está estropeando) y con un par de inventos míos.

Y es que al final, cansada de tanta tontería, me puse a desempolvar lo que recordaba de costura y con mucho esfuerzo y tiempo me hice una falda-peto-vaquera y un peto de pana gruesa (¡y muy lavable!) azul marino, super abrigadito. Ahora voy a intentar un vestido de lana para el último mes, pero veremos. La falda-peto es de una tela tan resistente y dura que parezco envuelta en papel de embalar. Realmente no me favorece mucho, je, je. La llamo, en coña, "falda armatoste", pero me sirve para lo que me sirve y punto. Y el pantalón-peto de pana es un poco payasito y no vale, desde luego, para presumir, pero me importa un comino. Bien calentita anda mi barrigota de embarazada, y es lo que me importa. ¡No como esa ropa de hoy, que la hacen toda para llevar el ombligo al aire, inclusive la de embarazada!
- Es que las embarazadas tienen más calor, y no vendemos ropa de mucho abrigo para ellas- me decía una dependienta de ropa premamá de Astorga.

Yo no daba crédito a lo que oía. ¿Que las embarazadas tienen más calor? ¿Qué clase de argumento es ese? A lo mejor, pero ¿sabes dónde vivo yo? ¿Sabes que allí hiela cada noche, y que a partir de las 5 de la tarde el aire suele cortar de puro frío? Si salgo a la calle con esto, ¡o me da un síncope o se me congela el niño! Ah, claro, es que todo se diseña para una embarazada flor-de-invernadero que no sale de edificios con calefacción, que no va al monte a por ramas o piñas, y que no pasea por caminos de piedras barro al atardecer. En fin...
(Aquí, foto de una servidora hace pocos días. Se puede apreciar que lo de que las embarazadas tienen "calores" y no necesitan ropa de abrigo es un chiste, ¿no? ¡Lo que pasa es que no hay huevos para vestirlas bien! Cuesta demasiado dinero/material hacer ropa buena, abrigada y bonita para esas mujeres. Total, son una minoría y no salen en las revistas ni en la TV...Menos mal que una es apañada y se hizo los pantalones, que si no...)

Pero yo quería empezar y terminar hablando de la ropa típica de los pueblos. Y no me refiero a la ropa antigua, tradicional, que se saca en las grandes festividades, sino a la ropa que es típica porque es la que la mayor parte de la gente lleva puesta cada día. Y después de estar aquí un año y medio, lo tengo muy claro. ¿Cuál es la ropa típica de un pueblo, pero concretamente la ropa típica de Tabuyo? Pues ...tachaaaannn....LA ROPA DE TRABAJO.

(Aquí, ejemplos de la ropa típica tabuyana. Arriba, Paulino con otros currantes, haciendo un descansito en el bar, con su mono y sus botas, un dia como tantos otros. En la foto de abajo Enrique, David y Paulino, compañeros de trabajo).

Vivir aquí incluye actividad física importante. Trabajar, pero trabajar con las manos, con el cuerpo, poniendo el callo, los músculos, y no sólo la cabeza. Actividades como las relacionadas con el monte, la leña, las huertas, los cultivos, la construcción, o incluso el trabajo en la residencia de ancianos o restauración, implican un movimiento corporal intenso, y exigen una vestimenta práctica, cómoda, útil, llevadera. Así, en los días de diario, es típico ver a los hombres ataviados con el mono azul marino (o similar), calzados, si llueve o hay barro, con botas de goma, o si no con botonas de monte. Y a las mujeres, como el mono no les resulta tan práctico, se las ve con batas cruzadas y mandiles o delantales superpuestos en variadas combinaciones a chandals, sudaderas...Hasta he visto mujeres mayores que visten la falda de toda la vida, pero con pantalones de punto debajo, porque abrigan más que las medias clásicas. ¡Pues claro...!

Cuando ni la industria ni los "cerebros" importantes piensan cosas para vestir a las humildes mujeres de pueblo, currantes de toda la vida, ellas idean para sí mismas lo que sea, logrando combinaciones que no tienen nada que envidiar, por lo original, a las extravagancias que presentan algunos diseñadores. Eso sí, yo prefiero a las mujerinas de pueblo y sus ideas, porque son honestas. Visten adecuadamente a lo que son y a lo que necesitan, no como otras, que no se visten sino que se disfrazan de la última tendencia, para darse importancia.

Al final, me quedo con lo auténtico. Y es que sé que vivir con los disfraces, con la "pose" y todo eso que en las ciudades se exige tanto, cansa...¿y todo para qué? ¡Qué alivio, estar entre gente que-es-lo-que-es!

...

2 comentarios:

Danae dijo...

jajaja, muy bueno, vamos a reivindicar un desfile de moda rural en la cibeles.

lilia michel dijo...

oye que yo buscando moda para gente de pueblo me topo con esto y lo leo y me identifico 100% pero yo acabo de parir ya gracias a dios por que a mis 3 prendas ya no daban mas, y la diferencia es que yo estoy en mexico en el pueblo mas caliente que el infierno, tanto que cuando me muera y me lleve el diablo tendre que llevar cobija jaja, pero que razon tienes nadie se ha puesto a disenar una marca con ropa, comoda, duradera y economica para nosotros los de trabajo pero chica con ese ingenio que te cargas ya deberias de estar haciendo bocetos jeje.