sábado, 7 de febrero de 2009

¡...Y parecía blandita!

(Foto del domingo pasado, cerca de los molinos. ¡Con lo bonitos que estaban los árboles, no imaginaba yo el precio que tendría para algunos esa nevada! Cuánta ignorancia...)

La nieve. O sea, cuando te caen los copos en la cara da esa sensación de suavidad, de ligereza, incluso de que está jugando contigo, ¡qué bonito, qué divertido! Sólo cuando nieva mucho y te encuentras con sus efectos destructivos descubres que el tal juego puede ser terrible para la naturaleza aunque, por supuesto, tiene su cara buena (reservas de agua, etc)

Pues eso, que no me imaginaba yo que la nieve pudiera pesar tanto y tener tanta fuerza hasta que lo he visto con mis propios ojos. Había oído hablar de eso, pero una cosa es oír hablar de algo y otra muy diferente comprobarlo con la experiencia. Cuando dejó de nevar y salió el sol, salí a pasear y me encontré con un panorama en el bosque que no imaginaba. Había montones de ramas rotas, y sí, yo ya había oído el crujido el día de la gran nevada, pero ¡creía que eran más pequeñas! No pensaba que fueran a romperse ramas tan grandes, ni tampoco imaginaba que pinos enteros y de apariencia bien robusta, no sólo los pequeñitos, pudieran doblarse como chicle ante el peso de la nieve.
(Aquí, un pino tronchado. Como éste, se pueden ver muchos más, o ramas de este grosor desgajadas y caídas por ahí)

Así, he experimentado la cara dura y destructiva de lo que, por otro lado, es tan hermoso y benéfico como una gran nevada. Dicen que así es la naturaleza, bondadosa por un lado, y "cruel" por otro. Pero llamarla cruel es ponerle adjetivos de persona humana, y no es justo. La naturaleza es lo que es. Si nieva mucho, resisten los árboles más robustos, y punto. Habría crueldad si la nieve fuera a romper un árbol deliberadamente, porque sí, para fastidiarlo, y no es el caso.
(Y éste, que era un pino bastante grueso bajo el que me había sentado muchas veces a tomar el sol, sanseacabó. Doblado como si fuera de goma, con el tronco agrietado, no creo que pueda levantar cabeza, el pobre)

De todos modos, no he podido evitar que me diera un poco de pena ver a algunos árboles rotos. ¡Tanto tiempo creciendo para quedar así en un día...! Supongo que aún me cuesta aceptar que todo, árboles incluídos, muere un día u otro, y no siempre lo hace como esperamos ni cuando esperamos.

Y así es la vida...
...

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