lunes, 7 de diciembre de 2009

Conversación entre dos Montañas Sagradas (Montsant y Teleno)

(El aspecto de una calle de Tabuyo con el Teleno al fondo - entre nieblas- el día que nos marchamos de vacaciones, y que conservamos fresco en la memoria. Y lo de "fresco" nunca mejor dicho, porque no veas el frío...nevaba. No sé cómo estará ahora, pero este es el carácter ventisquero que contrasta con el apacible modo de ser de la otra montaña protagonista del relato de hoy, el Monsant)

Que las montañas hablan, es un hecho indiscutible para los amantes de las mismas. Ahora bien, está claro que no usan nuestras palabras, y que su lenguaje es otro, un rumor, una sensación física indescriptible que se puede sentir en su presencia. Pero, como digo, sólo los que viven la pasión por las montañas reconocen esto y les atribuyen, incluso, algo así como un "alma".

Si me oyeran los teólogos, o bien se taparían los oídos (diciendo: será hereje esta tía), o se rasgarían las vestiduras (=¿cómo van a tener alma cosas o seres aparte del ser humano? Eso es paganismo de la peor especie) Pero este blog no espera contentar a los teóricos de las religiones (ni utilizar el lenguaje de manera literal), sino expresar cosas desde el corazón. Desde el corazón es fácil decir, aunque sea metafóricamente, que todo tiene alma, hasta un paisaje. Y que a veces, el alma de algunos paisajes enamora, o enseña, o hasta hace que las personas que por ahí caminan experimenten estados de grandísima felicidad, de inspiración, de fuerza... Pero también hay lugares de los que la voz popular llega a decir que "están malditos". Estos lugares no ayudan, precisamente, sino al contrario: parecen hundir en la miseria a sus ocupantes que, si son suficientemente perspicaces, se darçan a la fuga buscando un paradero mejor.

Pues bien, en mi vida he tenido el gusto de caminar por dos paisajes, que a su vez son montes o montañas, y que a su vez han sido reconocidos como sagrados en algún momento de su historia. Uno es el Teleno, que fue reconocido como monte santo hace milenios, pero que aún conserva un "alma" impactante y rotunda, capaz de irradiar caudales de fuerza e inspiración para quien sea capaz de abrirse a tal posibilidad. Y el otro es el Montsant. El Montsant está muy lejos del Teleno, casi a 1000 km, en Tarragona, pero yo lo conozco porque mi vida ha sido toda un continuo deambular de Este a Oeste de la Península. Parezco una lanzadadera de ésas que había en los telares, ahora pa´quí, ahora pa´llá. Si de eso resulta que, al final de mi vida, he contribuído a que se realice algún tejido útil, pues ojalá, pero Dios dirá.

(Aquí, un rinconcito del Montsant, en un precioso y cálido día de otoño, mostrando a la luz mañanera las redondeadas formas rocosas que lo caracterizan)

El Montsant es una montaña que se parece al Teleno como un huevo a una castaña. O sea, nada. El Teleno es una forma solitaria, suave pero majestuosa en medio del paisaje, que asciende con un desnivel suave hasta los 2000 metros. (Me gustaría poner aquí una fotografía espectacular del mismo que he visto en internet, pero de momento no me es posible, debría pedir un permiso. Así que quien quiera verla puede hacer clic aquí y gozar de una página, por lo demás, llena de fotografías de gran belleza. ¡Enhorabuena, Tharasia!) En cambio, el Montsant es un macizo abrupto, súbito, lleno de rocas y peñascos que no llegan ni a los 1500. (Una imagen representativa de la cara Sur del Montsant. La foto no es mía, sino de la web de turismo del Priorat, comarca tarraconsense donde esta sierra está ubicada)

El Teleno vive azotado por vientos fríos y recibe lluvias casi todo el año. El Montsant goza de un clima cálido y más bien reseco, aunque en su cara norte conserva esta agua bien, dando lugar a fuentes y arroyos. El Teleno, rico en oro, fue codiciado por los romanos y asediado y explotado por esta causa. El Montsant no es rico en nada, salvo en recónditas y humildes cuevas, fuentecillas de agua y muuuuchos guijarros de caliza, redondos como canicas. Los romanos no lo miraron ni como motivo de postal (si las hubiera habido), y en aquella época probablemente permaneció despoblado durante siglos. En cambio, fue "superpoblado" (si tal cosa se puede decir) en la época de los cavernícolas. Como ya he dicho, allí abundan las cuevas y los abrigos naturales, lo mismo que el agua y un clima suave, lo cual lo hicieron codiciado como lugar de asentamiento y vivienda en las épocas prehistóricas.

El Teleno, luego de vivir el auge y la caída de la religión nativa o pagana, quedó relegado al olvido como Monte Sagrado. El Montsant, en cambio, vio reconocidas las virtudes de su "alma" en el nombre que se le puso. Mont-sant significa, literalmente, monte santo. No sabemos cómo le llamaban los hombres de la prehistoria, pues nada se sabe de aquel idioma, pero como Montsant fue nombrado desde que el catalán empezó a ser algo parecido a lo que es.

Las virtudes del alma "montsantina" son, principalmente, la intensa paz y sosiego que se sienten en su presencia, paz y sosiego que se manifiestan especialmente en escondidos y bellos rincones impregnados de un silencio sobrenatural, un silencio que casi cuesta cuesta creer que hoy en día todavía sea posible. A ratos, uno tiene la sensación de que por esos recovecos del monte no pasó el tiempo, que todo sigue igualito que hace mil, dosmil o cincomil años. El reconocimiento del Montsant como lugar sagrado lo han reiterado los numerosos ermitaños que pasaron allí parte de sus vidas. Aún hoy es posible visitar un montón de ermitas y las ruinas de otras tantas. (Imagen de una de las ermitas, la de Sant Bartomeu, en la zona del Monsant llamada Fraguerau. Se aprecia poco lo escondido del sitio, en realidad a esa ermita no la ves hasta que la tienes encima)

Hasta estas ermitas se han dirigido andando, desde hace generaciones, los habitantes de algunos pueblos cercanos en ciertos días señalados. Se reúnen en celebración religiosa, sentándose luego en el suelo para comer, charlar y hasta cantar juntos. Hoy, las ermitas ya no albergan ermitaños, y algunas fiestas ya no pueden ser celebradas allí debido a las estrictas normativas del parque natural en que se ha convertido aquello. Pero la montaña sigue atrayendo no sólo a meros turistas, sino a jóvenes místicos modernos que no están seguros de buscar a Dios (dirían: ¿pero qué es Dios?) pero que buscan paz, naturaleza y "algo más"...

Sé que hubo cerca de Tabuyo un monasterio donde intentaron perseverar en la vida ascética unos pocos monjes. El sitio se llamaba "San Vicente del Teleno", pero aquellos pobres monjes que osaron sentar sus reales en las inmediaciones del Teleno no gozaron de las buenas condiciones climatológicas de sus colegas del Monsant, y entre esto y otras posibles dificultades la cosa no prosperó. Hoy, de S. Vicente del Teleno no quedan (me parece) casi ni ruinas, y ni una sola ermita puebla las faldas del montañón, ni tampoco sus cañadas. El Teleno tendrá muchas virtudes, pero la "facilidad de vida" no se cuenta precisamente entre ellas. Más bien al contrario: para sobrevivir en ese Monte, parece que uno tenga que pasar por un entrenamiento duro, castrense. ¿Será por eso que el Ejército se siente allí a sus anchas, y se resiste a desprenderse de ese paisaje como campo de entrenamiento? Tal vez... Con lo cual, tenemos aquí dos montes sagrados: uno que inspira paz y encuentros de "hermandad", otro ligado a la guerra, aunque sea de manera indirecta y sin haberlo buscado. Tal vez no sea casual, tampoco, que los romanos afirmaran que, para los nativos astures, el Teleno fuera un dios guerrero.

Bueno, empecé esta entrada hablando de los que aman las montañas, y vuelvo a ello. Pues si bien es cierto que sólo los que las aman pueden "escucharlas" verdaderamente, también es cierto que a través de ellos las montañas, a veces, pueden recibir mensajes unas de otras. Pongámosle imaginación a la cosa... y veamos al Teleno mandándole una postal de saludo al Montsant, que una servidora recibe y entrega a su destino. El Montsant recibe la cosa y escribe, a su vez, una postalita de respuesta hacia el Teleno. O imaginemos algo distinto, una especie de teléfono orgánico o con patas (o sea, una persona, por ejemplo yo), que va de excursión por el Montsant y...
- Llamando al Teleno, llamando al Teleno...
(Tut, tut, tut...y finalmente clic, el Teleno descuelga al otro lado)
- ¿Diga?
- Hola, que soy el Monsant, otra de las viejas montañas del club MRSH ( "Montes Reconocidos como Sagrados por los Humanos"), y quería saludarte, ya que hay oportunidad.
- Ah, encantado. Hum, ¿y cómo te va a tí? Porque yo no lo llevo muy bien, la verdad- retumbaría el Teleno, barruntando sobre su suerte en los últimos siglos.
- Pues muy bien. Aquí se está muy tranquilo, no puedo quejarme. Mis días transcurren plácidamente.
- Hum, tranquilidad. "Se me quiere acordar" lo que es eso, pero no puedo.
- He sabido de tus preocupaciones a través de esta mensajera (=doña teléfono). Lo lamento, la verdad es que somos tan diferentes que nuestras historias no se pueden comparar. Yo no he tenido nunca grandes riquezas, pero curiosamente eso me ha hecho más rico ahora. Me han dejado en paz, las gentes sólo se han interesado en mí para refugiarse o para rezar.
- Tampoco tienes la visibilidad que tengo yo. ¡Esto de estar a cuerpo desnudo en medio del paisaje...!
- Ya. Suscita la tentación de tirar al blanco.
- Buf.
- Pero parece que lo llevas con mucha dignidad, ¿no?
- Si tú lo dices... La verdad es que también se me dio mucha más fuerza que a otros montes. Por algo será. Dicen que Dios no te concede una virtud, si no es porque vas a tener que usarla a fondo.
- La verdad es que con uno sólo de los petardazos que tú sufres, yo habría sido arrasado, estaría ko del todo. Soy muy frágil en ese sentido ¡Hasta sufro desprendimientos rocosos espontáneos! Y no digamos lo que sería un incendio en mí...con tanto barranco crítico y tanto peñasco, no hay modo de acceder a mis rincones ni de apagarlo.
- Sí, está claro que cada uno es como es, y vive sus propias dificultades. Por cierto, que estoy viendo que has sido declarado "Parc Natural del Montsant" hace poco. ¿Qué tal la experiencia?
- Bueno, ambivalente, como todo.
- ¿No te satisface?
- En parte sí. La gente me admira y respeta más, y cuento con la protección de normativas oficiales. En verano, ¡hasta cierran los caminos de acceso a mi cuerpo, para evitar riesgos de incendio! Desbrozan mis senderos de maleza, limpian la basura, me miman.
- ¿Y entonces, las pegas cuáles son?
- Bueno, eso de salir en las guías y de verse promocionado, hace que venga mucha más gente a visitarme, y toda esa gente no es igual. Algunos no me respetan. Otros atentan contra lo que más me gusta y lo que siempre debiera caracterizarme: la paz y el silencio. También me da pena que la gente de algún pueblo ya no pueda sentarse en mis cuevas, todos juntos y alegres, durante su día de fiesta veraniega. Me gustaba acoger actos así.
- Entiendo.
- Pero no me quejo, porque en estos tiempos se necesita protección o permiso oficial para casi todo, y así sé que puedo estar tranquilo respecto a mi futuro. Por lo menos no van a vender mi tierra como parcelas inmobiliarias...¡o eso espero!
- Esperemos que no. Bueno, yo creo que tampoco corro ese riesgo..
- Pues mira, ya es algo que compartimos. ¡Y es una suerte!
- Sí. Las montañas tienen que seguir siendo montañas, y tiene que seguir habiendo espacios libres en la naturaleza...

El diálogo podría seguir...De hecho, tal vez siga. Pero a mí que me registren, porque no sé nada más. Es de mala educación escuchar conversaciones de terceros, y además el diálogo más enriquecedor e interesante es aquel que se produce desde el profundo entendimiento del corazón. Y eso siempre sucede en la intimidad. Las aguas profundas de un corazón ajeno, ¿quién las conoce? ¿Quién es capaz de penetrar en sus misterios? Sólo Dios...

O sea, que sólo Dios sabe lo que el Montsant y el Teleno puedan hablar entre sí gracias a un cruce de postales, o de llamadas telefónicas. Eso sí, mi deseo sería que ese diálogo, ese puente de comunicación, sirviera de ayuda para ambos. Que el Teleno aprendiera algo de su pariente lejano, y viceversa. Incluso que intercambiaran regalos, yo que sé. Ya puestos, se me ocurrre que una fantástica idea sería una reunión o meeting de montañas sagradas de toooodo el mundo. Podrían intercambiar impresiones, compartir ideas y hasta ayudarse a realizar sus sueños y proyectos. Porque tal vez tengan un anhelo común todas ellas...

Entonces, los que aman las montañas, ya saben lo que les toca: que cada vez que vayan a por una, no lo hagan sólo para subir miles de metros y ya está, sino que presten su corazón al diálogo, al intercambio entre diferentes partes del mundo, de la tierra, del planeta, o como se quiera llamarlo.

Hum. ¿Me ha quedado demasiado "alucinada cósmica" esta entrada? Seguramente ;-) Eso es todo por hoy...Saludos desde las lejanas tierras del Este, y hasta la vista.
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1 comentario:

Tharasia dijo...

¡Qué sorpresa! ¡Gracias!