domingo, 25 de enero de 2009

De Sta. Bárbara y ciertas Barbaridades

(Imagen de Sta. Bárbara, con su torre en una mano y la palma del martirio en la otra, que hay en la Ermita de la Piedad de Tabuyo, justo enfrente de San Miguel)

Bueno, un día dije que haría mi comentario sobre la "tercera fuerza" presente en las imágenes devocionales de la Ermita de la Piedad (de Tabuyo, claro), es decir, sobre Santa Bárbara, así que ahí va la cosa.

Sta. Bárbara representa, con su tétrica historia, más trágica que un culebrón, otra clase de enfrentamiento y superación de un mal diferentes a los que aparecen en la historia de S. Miguel o la Virgen de las Angustias. A saber: que tu propio padre sea tu enemigo y, finalmente, tu verdugo. La historia de Santa Bárbara tiene mucha miga, pero es tan rica en anécdotas fantásticas y polémicas, que la Iglesia, en el Concilio Vaticano segundo (o sea, en los años 60 del siglo XX, hace casi nada), decidió "quitarla" del santoral oficial.

Sí, ya lo habéis oído: tenemos ahí puesta una santa que ya no es santa del todo. Es decir, lo es, pero de aquella manera. O sea...¡qué lío! Bueno, digamos que La Iglesia Católica, sabiendo que iba a ser imposible extirpar de la devoción colectiva la imagen de Sta. Bárbara (¿y a quién rezar cuando truena, si no?), la dejó en devoción tolerada, pero no fomentada. La continúa reconociendo, pero le pone "peros". Así que nadie va a perseguir su culto, porque no hay para tanto, pero tampoco se va a mover un dedo para recordar demasiado su existencia.

Los expertos del Vaticano señalaron que, como no había ningún documento oficial que probara la existencia de dicha mujer, no se podía decir que realmente hubiera existido, ni que su historia fuera cierta. Este argumento, muy racional y sensato, choca sin embargo con otra realidad: tampoco existen documentos contantes y sonantes que digan y certifiquen sin dejar lugar a NINGUNA duda que otros santos existieran o que su historia sea tal como se cuenta, pero a pesar de eso no se les ha tocado. Bárbara no fue la única en "caer" del pedestal en aquel Concilio, hubo otros y otras que también. La diferencia entre éstos y los que quedaron en los altares sin ser cuestionados a pesar de los pocos datos históricos que los avalaran son sus historias que, en el caso de los santos más -digamos- oficiales, son más "creíbles", y en el caso de los otros...bueno...siempre se encuentran elementos extraños, polémicos o incluso sospechosos de proceder de efluvios paganos o hasta herejes.

Pero las historias de los santos más antiguos, la verdad, son casi todas inventadas, para qué engañarnos, porque son de épocas donde casi nada quedaba consignado por escrito por los contemporáneos, y donde además se valoraba la fantasía de una manera especial, si era moralizante. La gente de a pie, los que han ido a misa toda la vida, rara vez conoce el proceso que sigue la fama de un "santo" desde que surge hasta que llega a los altares. Hubo santos que fueron proclamados así, a vox pópuli, porque el pueblo lo quiso, y sólo luego la Iglesia asumió la devoción para absorber la fuerza de ese culto. Sus historias son indemostrables y generalmente siempre están teñidas de mucha fantasía y exageraciones proias del boca a boca. Acerca de otros, fueron personas autorizadas por los poderes religiosos quienes adornaron un poco la cosa, para realzar ciertas virtudes. Es el caso de la mayoría de santos anteriores a la Edad Media, consignados en célebres libros de "Vidas de Santos", como "La Leyenda Dorada" de Santiago de la Vorágine.

Pero adornados o no, inventados o no, resulta que hay una fuerza y un mensaje innegables en la mayor parte de estas leyendas. Entonces, a muchas personas como yo, que amamos los símbolos ricos y suculentos con que se construyen tantos mitos, y que no nos importa tanto si sucedieron las cosas literalmente o no, sino su significado esencial, nos da igual si la Iglesia reconoce o no a tal o cual santo, o si tal religión o tal otra proponen panteones de "dioses" aparentemente contrarios. Personalmente opino que la clave está en el significado profundo de las historias, de los cuentos, de los mitos...y que este significado nos habla de verdades universales la mayor parte de las veces. Desde que el ser humano anda a dos patas, necesita oir y contar historias, y si éstas tienen alguna moraleja útil, pues mejor.

Pero vayamos con Santa Bárbara. ¿Quién era? Pues una joven del tiempo del Imperio Romano, huérfana de madre pero con un padre muy bien situado social y políticamente hablando. O sea: una niña bien, incluso podría ser una niña pija con un papá muy bien situado y relacionado. El problema, entonces, ¿dónde estuvo? Pues se resume en dos, que unidos hacen un cóctel explosivo:
- Por un lado, el padre estaba, digamos, demasiado preocupado por que el porvenir de su hija fuera lo más brillante posible, y se convirtió en un padre controlador hasta lo obsesivo. ¡Hasta construyó un edificio (una torre) para que su hija viviera allí y poder vigilar con quién se relacionaba! Las malas y retorcidísimas lenguas (que no se citan en los libros cristianos más tradicionales) insinúan que tal vez el padre estaba "demasiado" celoso de las posibles amistades masculinas de su hija. Pero esto son meros rumores sobre los que no pienso opinar...
- Por otro lado, la tal joven tenía una fastidiosa manía que querer estudiarlo todo, informarse de todo y cuestionarlo todo. O sea, que tenía una personalidad inquieta, indagadora, que no se conformaba con lo establecido.

Entonces, pasó lo que tenía que pasar: que la hija rebelde, a pesar del encierro o control al que la sometía su padre, se enteró del pensamiento que difundía cierta secta de revolucionarios de aquel entonces, tenidos por excéntricos nada recomendables y fanáticos. Sí, una secta de cuatro locos anti sistema...¡que no reconocían la autoridad moral ni del césar, ni de los dioses de la religión establecida! O sea, los cristianos.

Sí, porque para quien no lo sepa, diré que así eran los cristianos de los primeros tiempos, y así era aquella situación. Por compararlo, diré que es como si actualmente a un padre de la rama más conservadora de la sociedad, políticamente y religiosamente más situado a la derecha que a la izquierda, le saliera una hija o hijo que se fuera con un grupito de gente radicalmente diferente, que no reconociera ni a la Iglesia católica, ni a sus doctrinas, ni le interesara lo más mínimo triunfar socialmente en la línea soñada por sus progenitores porque sueña con otra clase de riqueza (la interior, la humana, la compartida).

Sí, ya sé que muchos protestarán ante esta comparación y dirán: "Pero los cristianos eran y son "los buenos". Es decir, somos los buenos, no puedes ponernos hoy como ejemplo de padres tiránicos". No, no lo hago salvo en el caso que, por defender esa posición "cristiana", los padres actúen como hizo el papi de Bárbara, tiranizándose, avergonzándose primero en público de su hija, denunciándola y finalmente agrediéndola.

La negra historia del padre de Bárbara simboliza la degeneración y perversión de todo lo bueno que un padre puede ser. En lugar de dar vida e infundir alas a sus hijos, empieza así pero termina recortándoselas cuando ve que no vuelan en la dirección que a él le gustaría. Como no puede soportar que, además, toda la "buena sociedad", esa sociedad de "los que somos buenos y gente de orden" mire mal a su hija y se la conozca como a una "bala perdida", pues eso le hiere en su orgullo de padre, prefiere destruírla antes que verla triunfar algún día en su camino. El hecho de que en la historia de Bárbara sólo salga su padre también es simbólico. No es que no existan madres con igual ensañamiento hacia sus hijos rebeldes (aunque generalmente son mucho más indirectas en sus métodos coactivos), es que la figura del padre es un símbolo más claro de cierta autoridad social y jerárquica.

Bueno, el caso es que la historia de Bárbara transcurre hacia su final trágico a medida que, paradójicamente, más se libera la hija de su padre. Ella va encontrando respuestas a sus inquietudes internas (y espirituales) gracias a su correspondencia con los pensadores cristianos, pues a pesar de estar encerrada escribe mucho (hoy a lo mejor lo haria por internet :-)), y se va dando cuenta de muchas de las inconsistencias de la corrupta sociedad en la que vive. También va tejiendo su sueño personal, y es un futuro libre, diferente...en este caso bastante místico y desconectado totalmente de las estructuras religiosas que el 90% de la población seguía.

Mientras tanto, sus choques y enfrentamientos con su padre se hacen mayores y más graves, a medida que éste va descubriendo cómo cambia su hija, pues, según lo ve él, va a peor y a peor. Es importante darse cuenta de esto: el padre de Bárbara estaba convencido de que hacía lo mejor para su hija, y de que ésta se estaba extraviando, o, incluso, volviéndose loca. No es que el padre fuera un malvado porque sí, adrede, en plan "voy a ser el cabrón de esta historia porque me gusta putear al personal". Más bien él estaba sintiendo que era su hija la que se equivocaba...y al final, viendo que la fama de Bárbara lo hacía quedar en mal lugar entre sus colegas, sintió incluso que ella le perjudicaba. Ahí ya había empezado su locura, su desquicie. Obviamente, no estaba viendo correctamente las cosas, sino deformándolo todo.

Después de unos cuantos rifi rafes más o menos sonados, el mismo padre denuncia a la hija ante los tribunales. No sabemos si es que ya se la quería quitar de encima, o es que lo único que quería, en aquel entonces, era demostrar ante la buena sociedad que él no tenia absolutamente nada que ver con las ideas delirantes y horribles de su hija. Sea como sea, el proceso judicial se puso en marcha, porque en aquel entonces los cristianos eran ilegales y perseguidos por anti-sistema y rebeldes. El modo que tenían de lograr confesiones que les satisfacieran era la tortura sistemática, y procedieron a ello.

Pero aún en medio de estas tormentas, Bárbara va sobreviviendo, logra escaparse y vive un milagro: ¡una montaña se abre solita para esconderla en su seno! Parece que las fuerzas de la naturaleza, que en esta historia son reflejos puros de Dios, sí reconocen la nobleza de su espíritu y quieren ayudarla. Sin embargo, siempre hay un h.deputa dispuesto a fastidiar la cosa, y en este caso es un pastor chivato que ha visto el lugar donde se refugia la santa y se lo cuenta al pobre y preocupado padre, por si acaso. Porque claro...¿no deben los hijos estar sujetos a la autoridad de sus padres y respetarlos? ¿Qué clase de hija HUYE de su padre (y más un padre tan respetable y de buena fama)? El pastor no tenía ni idea, pero así es la cosa, que a veces algunos con muy buena intención, por ayudar, la cagan a base de bien.

El padre encuentra a Bárbara y, sintiendo que la cosa cada vez se le escapa más de las manos (¡si hasta una montaña se abre para tragarse a su hija, mal asunto!), decide poner punto final él mismo a tanto descontrol y tontería. Saca su propia espada y allí, en medio del monte, ¡zas!, decapita a su hija de un tajo. "Si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo", debió de pensar aquel hombre, enfermo por el control y el qué dirán. El desgraciado no tuvo mucho tiempo de disfrutar de su éxito. Al instante, y sin que en el cielo hubiera ni una sola nube, se oyó un truenazo y un rayo salido de no sé dónde le cayó encima, fulminándolo en el acto. Cuenta la leyenda que del padre no quedó ni la grasita: una negra mancha en el suelo, y fin. Volatilizado.

Una vez más, las fuerzas naturales, obedientes al Creador, manifestaban claramente su opinión ante semejante aberración. ¡Cómo es posible que quien debe dar vida, destruya al fruto de sus entrañas! ¡Cómo es posible que, siendo la naturaleza de los hijos volar del nido (y separarse, a menudo, de las opiniones y modos paternos), se persiga ésto!. La moraleja de la leyenda parece clara: la Justicia Divina actúa...y a veces lo hace de manera fulminante. No puedes matar a tu hija o hijo sin matarte a ti mismo. Evidentemente, esto es otro símbolo mayor que abarca no sólo a los que maltratan físicamente a sus hijos o familiares, sino a los que lo hacen de manera sibilina, silenciosa, saboteando todos sus intentos por ser ellos mismos a base de coacciones, chantajes emocionales, críticas humillantes, etc. No hay cosa peor que tener al enemigo en casa, representado en los que paradójicamente deberían haberte impulsado más a vivir y a volar lejos y a tu aire, tus padres.

Sin embargo, el "padre-poderoso-que-mata-a-la-hija-rebelde" también puede ser interpretado más ampliamente como símbolo del poder familiar, social, religioso y/o político que prefiere matar a Lo Nuevo cuando surge, antes que afrontar un cambio en las estructuras rígidas de siempre. Estas estarían simbolizadas perfectamente con una torre que se construye "alrededor" de la hija (lo nuevo), como intentando contenerla y refrenar su potencial de cambio, su desarrollo hacia otra parte y otros caminos que Lo Viejo no quiere ni ver. La sociedad que devora, encierra y mata a Lo Nuevo sigue existiendo bajo muchas formas, ya sea en formatos pequeños (familias que destruyen psicológicamente a sus descendientes, si les salen "raros" o poco tradicionales) o en formatos mayores (países que destruyen a los que denuncian las lacras del sistema). Sea como sea, y a pesar de tanta oposición, Lo Nuevo continúa llegando, intentando en cada generación airear las estructuras antiguas para que la vida mejore, se renueve, y nuevas posibilidades tengan lugar...

Pues bien, esta es la historia de Sta.Bárbara. ¿Patrona de los mineros? Claro, porque a ver ante qué santo o santa las montañas "se le abren" sin problemas (=amistad con las simas y las fuerzas del interior de la tierra). ¿Protectora en las tormentas? Por supuesto, porque fíjate tú si los "rayos" y truenos eran sus "amigos", que fulminaron al malo. "Lástima que llegaran tarde -dirán algunos-, podrían haber matado al asesino antes de que cometiera la barbaridad". Pues no puede ser, porque la Justicia Divina es así de justa y precisa, y no presupone nada. ¡No va a castigar al que todavía no hizo el daño!

Bien, en realidad se trata de algo más profundo: es uno mismo quien se autodestruye cuando le da la vuelta a lo natural, cuando va contra lo "que tiene que ser" y utiliza la fuerza vital (representada por la espada) para algo que no es correcto. No hace falta que venga nadie a castigarte: vivirás en tu carne el daño, aunque no sea en forma de rayazo fulminante. Tal vez sólo se te pudra el corazón o se te oscurezca tanto el alma que termines muerto por dentro, corrompido, irreconocible comparado con el inocente niño que, una vez, todos fuimos, e incluso siendo lo contrario. Te habrás convertido en un anti-niños, un anti-vida, un anti-felicidad...Eso no es vivir.

Bueno, ya termino. Se preguntarán algunos qué ganas hubo de poner a Sta. Bárbara en un altar como ejemplo de fortaleza, si resulta que a fin de cuentas fue una víctima que no pudo escapar a su verdugo. Bueno, son maneras de verlo. En realidad, Bárbara se liberó. Algunas versiones de la leyenda cuentan que se vio a su espíritu volar en forma de ave blanca en el momento de su muerte, porque, aunque ya veía que de ésta no escapaba, se preparó internamente para eso y no quiso morir sintiéndose ni víctima ni desgraciada. ¿Que no era posible llevar la clase de vida que soñaba, porque su padre jamás la dejaría en paz? "Bueno, mala suerte, Dios sabrá, pero mi felicidad ya no depende más de lo que diga, opine o haga mi padre. Como si me quiere matar (allá él). He hecho lo que he podido, sea como sea mi alma no la pisoteará nadie, y amén".

Por otro lado, las leyendas antiguas tenían una especial afición por lo más morboso y trágico. ¡Las historias de los mártires dejan en mantillas a muchas películas "gore" de hoy! Creo que encumbrar a una "víctima" triunfante (post mortem) a los altares, era una manera que tenía el pueblo cristiano de exorcizar su terror ante ciertos males que al final nadie puede evitar, y una manera de buscar, incluso en las historias más truculentas y despiadadas de todas, un eco de esperanza. Es posible viovir lo peor que uno se pueda imaginar, y a pesar de todo no morirse por dentro, superarlo...vencer en cierto sentido a todas las adversidades.

Los tabuyanos tal vez no supieron esto conscientemente, pero al poner a Sta. Bárbara en su iglesita, no sólo colocaron ahí a una supuesta "protectora" contra las tormentas (y amiga de las montañas), sino a una figura que habla de la superación de lo peor: el propio asesinato. Por supuesto, es una superación en el espíritu, en el interior, porque físicamente, lo que se dice físicamente, no sobrevivió. Sin embargo, el espíritu de algunos nunca se doblega, ni muerto. Pues eso.

Es de esperar que los tabuyanos utilicen la presencia de Sta. Bárbara en su ermita no para hacer "barbaridades", sino para mantener su espíritu limpio y libre y perseguir sus mejores sueños de futuro. Que las fuerzas naturales, hijas de Dios, les acompañen y ayuden como lo hicieron con Bárbara e incluso mejor, amén :-)

Y colorín colorado...
...

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