sábado, 31 de enero de 2009

En todos los Cuentos hay Malvados, Peligros, y...

(En esta fimagen se puede ver la humareda de las explosiones de dos proyectiles militares en una zona que, como se ve, está muy cercana a las poblaciones rurales. La foto me la cedió muy oportunamente por un amigo, y está sacada entre Tabuyo y Priaranza, en otoño del 2008)

(De Marta)

Ya que Danae sacó el tema, diré lo mío y a mi manera.
Parece que en Tabuyo los cuentos son a la antigua, como tantas otras cosas. ¿Y cómo son los cuentos a la antigua? Pues algo escabrosos. Aquí la realidad no es únicamente un cuento de flores rosas todo el año, acompañado de música de violines y un suave deslizarse sobre hierba sin espinas. En la vida del pueblo y en la de toda esta zona, también hay elementos siniestros, difíciles, sombríos...Los Hijos del Teleno tienen una gran suerte y son herederos de una gran riqueza natural, pero...¡Vaya, parece que en el "cuento" de este lugar surgen algunos que otros conflictos!

Todo esto lo estuve pensando hace dos semanas, a raíz de comentar en el blog lo del Efecto Fohn y que tal vez un día le contaría a mi futuro hijo (o hija) "los Cuentos del Señor Teleno". Porque después salí a dar un paseo y me pasó como a Danae, que empecé a oir el retumbar de los misiles explotando a lo lejos. Así que me imaginé la situación futura, cuando las nubes se agarraran al monte y se desparramaran por su ladera, mientras el resto del cielo siguiera azul, y yo le dijera a mi hijo:
- Mira, ahí está el Abuelo Teleno dándose un buen baño de espuma.

Y entonces...Bueno, ¿qué pasaría si en ese momento se oyera el estruendo de los impactos de misiles contra la montaña? Porque eso, aquí, sucede. Tal vez el niño (o niña), diría, con toda la lógica del mundo:
- ¡Pero mamá, le están disparando al Abuelo!

Yo me quedaría entonces callada, con un nudo en la garganta. Le están disparando al Abuelo Teleno. Sí. ¿Y ahora qué le digo a la criatura?
- ¿Por qué le pegan al Abuelo? - podría seguir preguntando.

Y yo tragando saliva. Mi bonito cuento a tomar por c., descacharrado por la cruda realidad. Ni ducha, ni carcajadas del Abuelo.¿O sí?...

Hum, veamos. Mi parte imaginativa llevaba días esbozando cuentos para mi hijo/a, en los que el protagonista fuera el Abuelo Teleno...y hasta pensaba en la Abuela, que sería sin duda la Tierra Local, esta que pisamos y sobre la cual vivimos. Me imaginaba una escena del cuento en la cual ambos se miran con ojos comprensivos y sabios, de puro viejísimos, y se entienden sin palabras. El Teleno mirando hacia "abajo" y la Abuelita Tierra hacia arriba, hacia el Monte. Cuando hay problemas, la Abuela se queja al Abuelo y le dice:
- Oye, tú, ¡a ver si haces algo...! ¡Que esto no se puede aguantar y no puedo atender a tanto a la vez!

El Abuelo se lo piensa, ¡y es que tiene mucho genio! ¿Qué pasaría si el Abuelo se enfadara y sacara el hacha de guerra? No quiero ni pensarlo.

La imaginación me iba llevando por diversas situaciones de todos los tipos, con personajes que vivieran aventuras en las faldas de la montaña (como nosotros, je, je), niños aventurándose entre las peñas o en los bosques, descubriendo tesoros antiguos o entablando amistad con seres fantásticos que tal vez sólo los astures y los anteriores pobladores a éstos, por su capacidad ensoñadora, fueron capaces de ver. Siglos más tarde todo se ha vuelto muy soso para la mayoría. Sólo se permite soñar con esa clase de cosas a los niños, por eso nadie oye hoy la voz del Teleno, al que, sin embargo, los pobladores de aquí un día lo sintieron tan "gente" y con tanto carácter que lo tomaron por un dios, o sea, como a Alguien Muy Importante.

Y mira, ahora van y lo bombardean. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Rompen la montaña a tiros. Me dije que tal vez ya no pudiera inventar cuentos para mis hijos con el Abuelo Monte como protagonista inmenso. A lo peor no tiene sentido ni siquiera empezar a soñarlos. Total, para que luego vengan otros a romperlo todo, para que maten lentamente a la montaña...Ufff.

Me puse triste. Tal vez estaba sintiendo mi parte más infantil, más niña, esa parte que todos tenemos oculta en el interior y a la que le gustaría que los buenos Abuelos estuvieran siempre bien y siguieran ahí, contándoles cuentos a los niños o simplemente dejando que jueguen en sus rodillas o alrededor. A los niños no les gusta pensar en que la gente amiga se pueda morir ni, desde luego, imaginar su tierra devastada, su casa destruída...Uf. De nuevo, uf.

Pero entonces me dí cuenta de que lo estaba viendo todo muy mal, de que me estaba equivocando. ¡No hay ningún problema en contarle los Cuentos del Señor Teleno a ningún niño! Es casi al contrario. Puedo contar un cuento súper auténtico y súper emocionante, tanto, tanto, tanto que...¡todavía no ha terminado! ¡¡Eso es!!

Y es que de repente me dí cuenta de que en todos los buenos y genuinos cuentos tradicionales el estado idílico suele verse roto por alguna desgracia o contratiempo que supone un reto para los protagonistas. Sólo en los cuentos modernos, inventados por cuentistas blandurrios y sosos que solamente escriben cosas "positivas", felices y "políticamente correctas" no salen nunca personajes molestos ni se producen situaciones adversas que pongan en un dilema (casi mortal, a veces) a los protagonistas.

Esos cuentistas no son verdaderos cuentistas, porque nunca reflejan en sus historietas la verdad, con lo cual no ayudan a los oyentes a imaginarse como reaccionarían ante posibles retos y nuevas situaciones, ni tampoco les ayudan a meterse en historias donde reir, llorar o rabiar y desahogarse a gusto, como cuando uno va al cine a emocionarse o a sacar adrenalina. No, para éstos cuentistas sin sangre en las venas, ¡todo ha de ser taaaaan suavecito, tan tranquilizador, tan lalalá que...! La excusa de que escriben historias "para niños" no vale, porque cuando hay problemas los niños también los sufren, les guste o no a los adultos mentirosos. Entonces, si en los cuentos les dices que todo va bien siempre y nunca hay conflictos, y luego ven que en realidad pasan otras cosas...bueno, los niños no son tontos.

Con lo cual...Bueno, tenemos aquí un fantástico cuento empezado, con el Abuelo Teleno como protagonista y escenario de fondo. Y en este cuento, un día, a una serie de personas se les ocurrió hacer un campo de tiro militar en un lugar como éste, que es el hogar de tantas personas y de tantos otros seres vivos. Algo me dice que la historia no ha hecho más que empezar. Imaginación, ¡ponte a volar! ¿Qué pasará próximamente...y dentro de unos años...y...?

Así, cuando una voz infantil me diga:
- ¡Mamá, disparan al Abuelo Teleno!

Yo ya no tendré que quedarme callada. Miraré a los ojos a esa personita y le diré:
- Sí, es verdad. Pero es que hay una gente que no lo conoce ni lo ve. Vinieron de fuera, esta no es su casa, y por eso no les importa mucho lo que pase aquí.
- ¿Síii?- diría la criatura, metiéndose en el drama de la historia- ¿Y cuándo vinieron...?
- Uy, ¡eso es una laaaaaarga historia!
- ¡Cuéntamela, cuéntamela!
- Pues...en realidad...hum...debería decir que todo empezó hace casi dos mil años. Mucho antes de que nacieras tú, y yo, y tus abuelos, y los míos...Antes incluso de que las casas fueran cuadradas y la gente se vistiera con esta ropa, y...
- ¿Tanto tiempo?- diría, tratando de imaginárselo.
- Sí. Hubo una vez aquí, hace muuuuucho tiempo, una gente que creía que los bosques eran sagrados, y las montañas, y los ríos. Consideraban que Dios vivía en ellos y no se atrevían a estropear nada. No construían ni iglesias, ni templos, porque decían que para sentir a Dios bastaba con irse a un lugar bien limpio y bien precioso del monte, y estar y rezar allí.

Y así, seguiría contándole cómo aquellos primitivos pobladores cuidaban la naturaleza no sólo porque sabían que, si la estropeaban, se quedaban sin refugio y sin comida, sino porque la sentían de una manera especial. Y cómo vivían en pequeñas poblaciones, organizados en tribus y, aunque a veces se peleaban entre ellos (como pasa hasta en las mejores familias), cómo no tenían ni ganas ni planes de marcharse lejos a conquistar a nadie, ni a establecerse en tierras extrañas. Y cómo luego fueron llegando pueblos invasores con ejércitos enormes, algo nunca visto por aquí, que además utilizaban mejores armas y técnicas, y cómo estos pueblos no creían en las mismas cosas ni tenían el mismo carácter. Todo lo veían diferente, y les parecía muy buena idea rebentar montes enteros y cortar bosques y desviar ríos, con tal de extraer oro, hacerse ricos, dominar a cuantas más gentes mejor, etc. Y cómo esa fue la primera vez que alguien miró al Abuelo Monte y, en vez de ver con ojos soñadores una presencia amiga, benefactora y protectora de la gente, se dijo:
- ¡Cuánto oro podemos sacar de aquí!
(Este mega socavón es parte de los restos de las obras de minería romana cercanos a Luyego, en el lugar llamado Fucochico)

Y luego, mirando a estas tierras y a sus pobladores, se dijeron:
- ¡Bueno, tendremos que matar o dominar a éstos bárbaros!

Sí, esa fue la primera vez que en esta zona se perdió el sentido primitivo de que la naturaleza es sagrada, y que por lo tanto debe cuidarse con mimo y respeto. Luego, esta historia, que es casi universal y ha sucedido en prácticamente toda la Tierra, se ha ido repitiendo aquí en diferentes formatos, aunque no sea tan a lo grande como con los romanos. Nuevas invasiones, nuevos jefes, nuevas políticas, nuevos planes...Pero nunca, nunca contemplaban el cuidado de la naturaleza y del monte como algo prioritario, sino secundario y sometido al capricho del hombre. Hasta hoy, día en que el sueño de los Hijos del Teleno cambia, y zarandeados por la realidad del Campo de Tiro, muchos se preguntan si no hay un destino mejor - y posible- para estas tierras. También se comprende mejor lo que es la naturaleza, y se empieza a entender que todo en ella está relacionado. No puedes abrir fuego contra un monte y pretender que no pasa nada más, y que eso sólo afecta a las rocas de allí mismito.

Pero que nadie se rasgue las vestiduras cuando recuerdo que para los pobladores primeros de estas latitudes la Naturaleza-Sin-Tocar-ni-Manipular por el hombre era el verdadero templo, y un auténtico espacio sagrado. No estoy haciendo propaganda de supersticiones tontas, ni de politeísmo, ni de una especie de paganismo. El sentido que le veo a esto es otro. Para los antiguos, considerar a la naturaleza "sagrada" o decir que el monte era un dios, era su manera de reconocer que su importancia era mucha. Sentían que la grandeza de la naturaleza es tal, que no sólo reconocían que era imposible comprenderla hasta el último detalle (hoy dirían átomo :-)), sino que además renunciaban a querer "dominarla", a querer inmiscuirse en su comportamiento natural, por lo menos más allá de cierto punto. ¿Cómo podía alguien tener la arrogancia de pretender aplastar a la naturaleza, cambiarla a lo grande, modificar el curso de sus ríos, destruir las montañas, arrasar bosques, etc...y no sufrir penalidades a cambio?

Pero lo que les parecía impensable a aquellos nativos pre-astures y astures, sucedió. Llegó un imperio, arrasó, modifició, conquistó y dominó tierras y hombres a su antojo, doblegando la naturaleza casi, casi a su capricho. ¡Y no les pasó nada "malo"! No solo eso, sino que encima triunfaron y quedaron como dueños y señores del lugar. Aunque siglos más tarde el Imperio Romano cayó, los sucesivos poderes que surgieron ya nunca salieron de aquella mentalidad imperial heredada, que decía que el hombre es algo separado y más importante que el resto de la naturaleza y por lo tanto puede y debe hacer con ella lo que le de la gana. A nadie se le ocurrió regresar al sentimiento y creencias antiguos y originales, que enseñaban a vivir en pequeñas poblacioncitas (de una manera que hoy dirían "muy sostenible") y a cuidar de que los "templos naturales" no fueran nunca ni tocados ni destruídos. Tal vez ya nadie se acordaba de eso. O tal vez es que el espíritu primitivo, sintiéndose fracasado frente a los acontecimientos, dejó de creer en aquellas verdades y se rindió, desengañado, a lo "moderno". Se perdió la fe.

Pero es que el problema estaba en el tiempo. Tal vez los antiguos creyeron que no hubo ningún "castigo" o mala consecuencia para los conquistadores y que, por lo tanto, los dioses que vivían en los bosques, los ríos y los montes no eran tales, o habían dado la espalda a los nativos, ya que habían permitido tantas desgracias sin hacer nada. ¿En qué estaba pensando el Teleno, ehhh? Pero no se puede mirar así la cosa. La naturaleza sí responde. La justicia natural existe. No puedes dañar tu entorno sin sufrir a cambio. La cuestión es cuándo se percibe esto a las claras, de manera palpable, y ¡los ciclos de la Naturaleza son tan largos!. Los años de vida de una generación son demasiado cortos como para medir bien las repercusiones de unos actos y el éxito o el fracaso de algo. A veces lo que parece ganar en un siglo, pierde al siguiente, y viceversa: el perdedor de un tiempo puede resultar un triunfador siglos después. No se puede actuar esperando cosechar enseguida los frutos de las acciones personales, porque a veces éstos tardan mucho en salir. Si sólo piensas en lo que sucederá justo pasado mañana, vas listo. Hay que mirar muchíiisimo más lejos en el tiempo.

Y así se lo contaré a mi hijo o hija, cuando me pregunte. Le diré que la historia es vieja y larga, pero que todavía no se ha terminado. Y cuando llegue a contarle los capítulos del cuento en los que transcurren nuestras breves vidas humanas de hoy, las de esta generación, le diré que tal vez podamos hacer algo para que las cosas vayan cambiando para mejor. Y que no debemos dar nada por perdido, porque a veces las cosas ni son lo que parecen, ni terminan cuando pensamos que terminan, sino más tarde.

Y le animaré no sólo a usar su fuerza con cualquier problema, sino también la astucia, a tener mano izquierda. Porque los héroes de los cuentos, los que finalmente triunfan tras larguísimos caminos llenos de peligros, aventuras, misterios y encrucijadas, no son los que se parten la cara sin pensarlo con el primero que les sale al paso, ni los que no escuchan a nadie y van sólo a lo suyo, sino los que observan todo, toman nota de todo, no se dejan engañar por las apariencias, ayudan a los que lo necesitan y conversan hasta con el ogro malvado, si es preciso, sin arrugarse lo más mínimo. Al final, si llegan a su destino soñado es gracias a la ayuda de muchos, a su astucia, y a su integridad, y a...

Bueno, en los mejores cuentos hasta los "malos" participan y terminan aportando su granito de arena para que los mejores sueños de los protagonistas se cumplan. Y es que en realidad tal vez no existan los buenos y los malos literalmente hablando, sino diferentes maneras de ver las cosas, personas con intereses tan distintos que a veces no llegan ni a cruzarse una palabra o, si lo hacen, no se entienden. Los que sobreviven o encuentran el tesoro, al final, son los que tienen una visión mayor, porque son capaces de entender a todos. Andan con aplomo tanto por el campo florido como por el cubil del diablo, recogen en cada lugar la pista correcta y hacen en cada sitio lo adecuado. No se amargan, no se asustan, toman medidas para cada cosa y perseveran en su camino pase lo que pase.

Bueno, me despido desde las faldas del Teleno, tejiendo un cuento con esperanza :-) ¿Habrá un final a este comflicto de intereses marcado por la paz? Pero ¿cómo dudarlo? Tal vez no pueda decirse que nada termine hasta que la paz se hace. No es concebible un final en conflicto. Si un cuento o una película terminara con una escena de guerra, ¡hasta el más tonto sabría que tiene que haber una segunda parte! Así que lo de hoy es el principio. El final de una historia, si es un final verdadero, es paz y ha de ser paz.

¡Pues que este cuento no tarde otros mil años para terminar! Este es mi deseo para hoy :-)
...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado tu cuento, me gusta el modo de explicar la realidad y aceptarla, porque muchas veces perdemos muchas energías en tratar de acelerar momentos, y no nos damos cuenta que todo tiene que madurar, y eso siempre lleva tiempo.
Como dice Gerardo, "será que tiene que ser así..."
Si algún día tengo un hijo..., le mandaré de paseo con la tíMarta a que le cuente los cuentos del abuelo Teleno. jejeje