viernes, 9 de enero de 2009

Hacer las Cosas a Tiempo

(La nevadita de hoy, fina y helada como azúcar en polvo...)

Ayer por la mañana hacía mucho frío, pero el día estaba despejadísimo y hacía un sol radiante. Tanto, que Rubén y yo fuimos a uno de nuestros rinconcitos preferidos del bosque a tomar el sol. Es un claro del bosque cercano al pueblo y un lugar muy resguardado del viento, de manera que incluso en pleno invierno es posible sentarse tranquilamente y disfrutar de un microclima casi primaveral. Eso sí, en cuanto te pones de pie y sales de entre los árboles, notas la diferencia y te hielas. Ayer los charcos de hielo no se descongelaron en todo el día.

Pues ahí estábamos, sentados ricamente al sol, y en silencio porque nos sumergimos en estado de meditación (sí, somos de esas personas raras que hacen esas cosas igualmente extravagantes como "meditar" en silencio y tal). Un cazador que pasaba por allí cerca nos vio y no dijo nada. Debió de pensar: "Vaya par de zumbaos, quietos como palos y mudos, que ni se les oye. ¿Qué harán ahí...?". La sensación de extravagancia debía de ser muy acentuada, ya que Rubén, en un alarde de euforia por aquel rato privilegiado de sol maravilloso, en esos momentos se había quitado la camiseta y andaba así, en plan yogui, a pecho descubierto :-P. El cazador no dijo ni mu, probablemente haciendo ver que no nos veía, je, je.

Pero era cerca del mediodía, y como si media vecindad se hubiera puesto de acuerdo, después del cazador silencioso, por el camino cercano empezaron a pasar personas. El silencio y la sensación de soledad se esfumaron, y salimos de nuestro estado trascendente para observar aquello. ¿De dónde venía de repente tanto movimiento humano?. Los paisanos llevaban carretillas muy cargadas con sacos, e iban en grupos de a dos.

Ahhh, ¡eran sacos cargados de piñas! Nada extraño: la mayor parte de vecinos de Tabuyo van al bosque habitualmente a recoger piñas caídas de los árboles (ojo, aquí les llaman "piñones", cosa que nos confundió mucho al principio). Las utilizan para encender las cocinas de leña y reavivar el fuego cuando ya quedan sólo brasas. Es una cosa útil, porque la gente se beneficia y el bosque también, pues todo ese trasiego humano contribuye a que esté algo más limpio de maleza y de pequeños materiales combustibles.

Como ya era casi la hora de comer, nos levantamos y volvimos a casa. Por el camino, estuvimos charlando con una pareja de las que llevaba un carretillo cargado de sacos. Es de admirar que tanta gente, por aquí, siga sin depender del coche, sin agobiarse por tenerlo o no tenerlo y sin caer en el estrés. Van andando tranquilamente hasta bien lejos para acarrear piñas sin problemas, y se vuelven tan tranquilamente como vinieron. Si en ello echan media mañana, pues la echan. Total, es invierno y poca cosa más hay qué hacer en el campo...

- Yo no hubiera salido hoy a por esto, porque está todo húmedo- se nos quejó el hombre- pero mi mujer se empeñó, y bueno.
La mujer no decía nada, y andaba al lado de la carretilla, muy ufana.
- Pero el bosque está mucho más seco que hace días- le respondimos, como para consolarle- Nosotros también estábamos pensando en ir a recoger piñas un día de éstos, porque las que teníamos se nos están acabando.

Y era verdad. LLevaba yo días pensando en las piñas, y ayer lamenté mucho, al llegar al bosque, no haberme acordado de llevar un saco o unas buenas bolsas conmigo, porque el tiempo estaba bueno para eso. Pero más lo lamenté esta mañana, cuando, al asomarme al patio trasero, lo ví todo nevado. ¡Vaya...! Y me acordé de los vecinos acarreando piñas. ¡Qué oportunos, lo hicieron justo a tiempo! ¿Cómo lo supieron? ¿O fue simple coincidencia?

Entonces también recordé la queja de aquel hombre: "Si no hubiera sido porque mi mujer insistió, no hubiera salido hoy a buscar piñas...". ¿Sabría algo la mujer que no supiera el hombre...? ¿Habría notado el cambio inminente de tiempo? ¡Con lo despejadísimo que estaba, que no había ni una nube!

Pero me acordé de que también por la tarde, mientras leía el periódico en el bar, entró Andrés y me sorprendió, diciendo sin más:
- Va a nevar.
- ¿Sí?
- Sí.

Eso fue todo. Y ha nevado. Ahora bien, si alguien opina ahora que estos tabuyanos acertaron porque vieron la dichosa TV y en ella anunciaron que nevaría, que no se precipite tanto. La Tv lleva pronosticando nevadas gordísimas durante todo el mes pasado, pero aquí no ha acertado. Aunque en muchos puntos de León ha nevado mucho, para decepción de estos paisanos en Tabuyo la nieve apenas ha levantado un palmo, y eso en los dos días contados en que ha caído algo. Hemos tenido días de sol espectaculares mientras nevaba en toda la provincia, y también mucha niebla cerrada (algo inusual, de hecho). Con lo cual, no me parece que la gente, ayer, supiera que iba a nevar porque lo hubiera dicho la TV. Hay algo más, y es experiencia, justo la que nos falta a nosotros, que, por novatos, nos quedamos sin piñas...hasta que deshiele lo que ha caído esta noche.

Eso sí, ¡que nos quiten el rato de sol y la serenidad y el bienestar que se nos quedó por dentro...! También para disfrutar eso hay que hacer las cosas oportunamente. Con el tiempo, espero que aprendamos a hacer LAS DOS COSAS a la vez, sin olvidar lo necesario para ninguna: coger sacos de piñas y meditar y tomar el sol. Y es que para eso vinimos aquí, para vivir mejor que antes, lo cual implica, entre otras cosas, aprender más acerca de lo material y palpable. Y una de esas cosas es, cómo no, el tiempo...Aprender a vivir en el tiempo, a estar en el tiempo y a actuar en el tiempo. Justo a tiempo. Como los animales, que siempre aciertan. O como los tabuyanos, que salen en bandadas a recoger piñas justo cuando pasó la niebla, y justo antes de que se ponga a nevar, a pesar de que el sol parezca anunciar todo lo contrario.

Sabiduría rural, lo llaman...:-)

...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues claro: un frío seco muy especial; después suaviza y cae la nieve. Eso pasaba en Noceda, en Avila, en Suiza y en León. Supongo que algo así ocurrirá en Tabuyo. Hablad con los que cogieron los piñones en el momento adecuado y seguid creciendo en sabiduría popular hasta alcanzar a vuestras abuelas y abuelos...
Sina