martes, 16 de diciembre de 2008

Con Mónica, en el Bar Codes


Hoy voy a hablar de alguien especial para mí, y ahora explicaré porqué. Se trata de Mónica, la mujer que está al frente del Bar Codes (en la fotografía de al lado) o, para los amigos, el bar de Mónica y Luis. Y es que ¿qué sería de un pueblo sin el bar? ¿Cómo no considerar a los dueños y a los camareros de los bares como personas tremendamente especiales? ¿Cuántas horas de la vida social del pueblo no transcurren en el bar? ¿Cuántas conversaciones, ideas o acuerdos no se discuten o viven ahí?

Aquí en Tabuyo tenemos dos: el Bar El Pinar y el Bar Codes. Y aunque en este blog voy a a dedicar el mismo espacio a los dos, he decidido empezar por el Bar "de Mónica" porque muchas mañanas disfruto allí del cafecito que con tanto mimo prepara (¡siempre con capita de espuma de leche!) y de un rato de lectura, ya sea del periódico, de las revistas, o hasta de algún libro que lleve conmigo.

Sí, lo reconozco: soy un poco rara y en vez de ir al bar cuando más gente hay, para hablar o ver el partido de fútbol, voy cuando está recién abierto por las mañanas...y casi siempre para estar a mi aire. Bueno, me gusta saludar a los que están allí y a muchos empiezo a considerarlos como a amigos, aunque sólo sea porque nos vemos las caras casi cada día y bromeamos a menudo, pero la verdad es que por lo general voy al bar para desconectar de todo lo demás. Si me quedo en casa, termino haciendo unas cosas u otras, trabajando en esto o aquello. Si salgo al bar, en cambio, tengo un rato para estar a mi aire, para pensar, leer o...para mirar a las musarañas, distraerme con las tonterías que salen en las revistas y enterarme de novedades del pueblo.

La verdad es que un pueblo sin bar es un pueblo cojo, así que se agradece enormemente que aquí haya no sólo uno, sino dos. Y se agradece también que las personas que están al frente del negocio durante horas hagan su trabajo no sólo con dedicación, sino con buen ánimo y, en definitiva, con lo que se dice "saber hacer". He conocido cientos de bares por ahí, en las ciudades y en otros pueblos, y no en todos se respira el mismo ambiente, ni ves las mismas expresiones en la cara de los que te atienden tras el mostrador...


(El Bar Codes a las 11 de la mañana, recién abierto, cuando los primeros clientes todavía no han empezado a llegar. Pero no les falta nada, porque la mayoría son puntualísimos :-) )

Pero me encuentro muy a gusto cuando llego al Bar Codes por la mañana, entro en la sala soleada y me siento en una de las mesas, junto a la ventana, a saborear mi cafecito. Nunca he tenido la sensación de que molesto, como me ha sucedido en algunas partes en las que, mientras te sirven un café con leche a golpetazos en una taza medio sucia, ni te miran a la cara, y más bien parecen murmurar para sus adentros: ¡Qué coñazo, ahora esta tía me va a hacer trabajar más!. En cambio, guardo muy buenos recuerdos de los pocos bares donde fui siempre tratada con amabilidad, independientemente de si el camarero tenía un buen o mal día. En Barcelona conocí algunos lugares así, pero últimamente cada vez escaseaban más, a causa de la precariedad laboral. Con la costumbre de echar fuera a los trabajadores cada ciertos meses, muchos bares que eran entrañables en el trato pasaron a ser una especie de supermercados del café. Muy bonitos y muy "fashion", sí, pero más fríos y estresantes que para qué.

También hay muchos camareros que no son vocacionales, del mismo modo que hay muchos dueños de bares que viven en conflicto con su trabajo. Les gusta el dinero que ganan, pero no les gusta tener que aguantar a la gente. Y sí, es cierto que trabajar de cara al público puede resultar agotador, pero...¡bueno, nadie te obliga a ello! Aquí en Tabuyo he sido muy bien tratada en ambos bares, así que por esa razón, en cuanto abrí el blog, decidí que antes de ponerme hablar de otros lugares del pueblo hablaría de cada bar. Por separado. Y que me tomaría la molestia de preguntar a los dueños acerca de su historia.

Hum...pero ahora que lo digo...¿historia de un bar...y de un bar moderno, sin montones de años de solera? ¿Alguien piensa que es una tontería? Ah, entonces es que no sabe que abrir un negocio es una AVENTURA, siempre. Y en un pueblo tal vez más que en otro sitio. Pero a mí me gusta saber de las aventuras que corren las personas de mi entorno...por eso, hoy he estado charlando con Mónica un rato, y ésta ha sido nuestra conversación a grandes rasgos. Que sirva como entrevista :-)

- Me gustaría saber cómo se os ocurrió montar un bar - le pregunté para empezar.
- Bueno, aquí en Tabuyo siempre hubo 3 bares...
- ¿Tres?
- Sí, de algunos aún quedan los carteles puestos...
- Ah sí, los he visto. El Bar Mundial y el Bar la Rusa.
- Sí. El caso es que fueron cerrando todos y en los últimos años sólo quedaba uno. Nos daba la sensación de que el pueblo perdía vida, porque aunque hay menos población que antes, aún sigue habiendo suficiente gente como para dar negocio a dos bares. Así que pensamos que un bar podría funcionar. Pero bueno, en realidad se trataba de lograr vivir en Tabuyo como fuera.
- Vaya.
- Es que no sé cómo lo ves tú, pero para mí Tabuyo es un lugar especial.
- Bueno, la verdad es que me siento muy a gusto aquí. Hay buen ambiente, no sé. Aunque también he oído advertencias de que en este pueblo hay gente quisquillosa o que a veces se porta mal, yo siempre respondo que eso sucede en TODOS, absolutamente todos los pueblos. No conozco ni uno donde no haya problemas o rencillas entre vecinos. La diferencia que veo aquí es que el trato directo de la gente es muy amable, (por lo menos hacia mí lo ha sido) y además noto como un sentido de comunidad fuerte que me da buen rollo, la verdad.
- Sí, es que es así. Luis y yo siempre tuvimos claro que queríamos vivir aquí.
- ¿Pero sois de fuera? Creía que teníais la familia aquí.
- Si, nuestras familias están aquí, pero es que estuvimos un tiempo trabajando fuera, en Bembibre.
- Ah...Cuántas vueltas da la vida.
- Fue por cuestión de trabajo, claro. En realidad yo ya había encontrado trabajo aquí, antes. Estuve en cooperativas forestales: empecé plantando pinos con "Ares Forestal" y tiempo más tarde me llamaron para trabajar en las brigadas de verano.
- ¿Te refieres a las brigadas anti incendios?
- Sí.
- ¡Caramba! Pues es un trabajo durillo...
- Estuve dos años con eso.
- Ostras.

Me quedé sin saber muy bien qué decir. Me surgen muchas reflexiones y, una vez más, admiración por la gente que voy conociendo en este pueblo. Me consta que es raro ver a una mujer trabajando en una cooperativa forestal, es decir, en un puesto donde se practica un trabajo que habitualmente se considera "cosa de hombres". Y en las brigadas anti incendios aún es más raro ver a mujeres. Yo ya sabía que Mónica era una mujer deportista y capaz de trabajar en lo que hiciera falta, pero no sabía que hubiera trabajado...¡dos años!...en el monte, codo con codo con las cuadrillas de hombres. ¡Ahí es nada!

Je, pero esto me recuerda que en octubre se hizo aquí el PRIMER cursillo para formar mujeres como "operarias forestales", subvencionado por la Junta de Castilla y León, al cual asistí como alumna para dar un impulso a mi "aprendizaje-práctico-tabuyano". Fuimos 16 mujeres durante 15 días a clases teóricas y prácticas donde, entre otras cosas, nos enseñaron a manejar la motosierra y la motodesbrozadora. La experiencia que vivimos merece que algún dia hable de ella aparte, pero la menciono aquí como un inciso porque, oye, me doy cuenta de que tenía lógica que el primer curso de estas características, por lo menos en Castilla y León, se hiciera en Tabuyo y no en ninguna otra parte. Por lo visto había precedentes, del cual Mónica es un claro ejemplo. Por lo tanto, está claro que el espíritu local admite esta clase de cosas. Por mucho machismo que aún ronde en las mentes de algunos, no es tan fuerte si iniciativas como ésta salen adelante. En otras partes con una mentalidad supuestamente más "adelantada", a lo mejor ninguna mujer se hubiera apuntado, o hubieran ido cuatro gatos. Aquí, 16. Casi nada.

Bueno, pero sigo con mi entrevista a Mónica, que si no me voy por las ramas. Al saber que había trabajado en el monte con las cuadrillas, me entró la duda: ¿Por qué no siguió trabajando allí? De hecho, Luis también trabajaba en la cooperativa forestal, y allí se conocieron. ¿Con lo cual...?

- Es que si no había trabajo, o no se podía salir al monte por el mal tiempo, no cobrabas. - me respondió Mónica- Aquí los inviernos son muy largos y a veces el tiempo es muy malo, ya lo sabes. Como Luis y yo estábamos empezando, queríamos tener algo más de ingresos, y por eso nos fuimos fuera, a Bembibre, a trabajar. Luis estuvo de mecánico, que es su trabajo de toda la vida, y yo en un supermercado. Pero queríamos volver a Tabuyo, y entonces fue cuando pensamos lo del bar.
- Ahhh. Vaya, realmente son muchas ganas de vivir aquí.
- Sí. Bueno, muchos de los jóvenes que hoy están estudiando fuera quieren quedarse a vivir aquí cuando acaben la carrera. Ya te digo que este pueblo es especial.
- Pues sí, porqe yo conozco otros pueblos y no he visto tanto interés por quedarse en ellos. De hecho, estoy acostumbrada a ver que los jóvenes se marchen lejos, o se mueran de ganas por instalarse en la ciudad. Dejan la casa del pueblo para los fines de semana y las vacaciones, pero eso es todo.
- Pues ya ves, aquí muchos queremos quedarnos. De hecho, el bar es un negocio que elegimos pensando a largo plazo. No es que piense en vivir en Tabuyo 30 años...¡sino 60, si puede ser!

Sonreí. Realmente hay amor por el pueblo ahí. Y bueno, ya había oído que algunos jovenes querían vivir aquí, aunque también sé de otros que quieren irse, porque el pueblo se les hace pequeño. Cada uno tiene sus razones y yo les entiendo, porque también viví años pensando que la ciudad, su bullicio, sus variedades y el anonimato que uno puede disfrutar allí eran lo mejor. Pero después he vivido muchas cosas, he cambiado, he podido contrastar, y hoy me inclino por la vida rural sin dudarlo. Ahora me impacta conocer a gente capaz de supeditar su trabajo al lugar en el que viven. Muchas veces se ve lo contrario: personas que lo sacrifican todo por poder trabajar en un puesto de esto o aquello, o por alcanzar un sueldo mayor, un status social (reconocimiento, poder, fama), etc.

Recuerdo que cada vez que hablaba con mis amistades de la ciudad de mi cambio de vida, y cada vez que éstas me decían que les encantaría hacer como yo e irse al campo, siempre terminaban la frase con un pero: "...pero ¿y en qué iba trabajar en un pueblo?" Y es que no se veían trabajando en cualquier cosa. No se imaginaban dejando despachos, oficinas, laboratorios, empresas...No se imaginaban volviendo "a la tierra" o fregando suelos si hacía falta para poder empezar desde cero. Por eso muchos siguen donde están, dejando la realización de su sueño de vivir en el campo para un futuro lejano, mientras que yo ya estoy aquí. Un poco "en bragas", pero feliz. Y saliendo adelante de cualquier modo.

Entonces, no creo que realmente el sueño de tantas personas sea volver a los pueblos. A lo mejor creen que ese es su sueño, pero no lo es tanto, porque cuando realmente sientes una vocación total de vivir en el campo, al modo rural, decides arriesgarlo todo por tu sueño. Sencillamente, se te hace insufrible continuar viviendo en un lugar que ni te llena, ni te satisface, así que intentas marcharte como sea y cuanto antes pueda ser, mejor.

Pero la conversación con Mónica aún me dio algún motivo más de reflexión. Quise preguntarle qué era, en su opinión, lo mejor y lo peor de su trabajo. Contestó sin dudarlo:
- Lo peor son la cantidad de horas que me paso aquí, y espero que eso cambie dentro de un tiempo.
- Ya, es que el bar lleva poco tiempo abierto, ¿no?
- Hará dos años y medio, y aún no podemos permitirnos contratar a otra persona. Pero supongo que en el futuro todo se irá colocando en su sitio...
- Seguro que sí. Es normal que los negocios tarden en despegar del todo, al 100% de su potencial. ¿Y lo mejor de tu trabajo, qué es?
- Ah, pues que aunque estoy aquí muchas horas, la gente que viene es casi toda conocida. Muchos días es como estar entre amigos, o entre familia. O sea que estoy aquí trabajando, pero charlo con unos y con otros, o nos decimos cuatro bobadas y reímos, así que no es lo mismo que estar metida en un curro donde ni conoces a nadie, ni te relacionas con gente amiga.
- Qué bueno. La verdad es que parece que el bar sea un poco como tu casa, donde tus amigos vienen a verte y tú les pones café.
- Vienen amigos y mucha gente del pueblo a la que conozco, y que somos vecinos de toda la vida. Entonces es como estar en medio de la comunidad, viviendo una relación estrecha con todos, y eso me gusta.
- ¡Vaya, pocos pueden decir algo así de sus trabajos! Entonces lo de abrir el bar cumplió con dos objetivos: que pudiérais vivir en Tabuyo, y que pudiérais estar cada día en medio de la gente que tanto apreciáis.
- Eso es- respondió Mónica con una gran sonrisa.

Bueno, pues ¿qué más se puede decir? Ya me sentía más que satisfecha con todo lo dicho, pero...¡no, se me olvidaba! Tenía una última pregunta para hacerle a Mónica:
- Bueno, imagínate que existe un buzón mágico donde uno puede enviar sueños o deseos que piense que van a ayudar a que las cosas vayan mejor en el pueblo o en su negocio. ¿Se te ocurre alguna idea, hay algo que quieras decir para que las cosas mejoraran?

Mónica se quedó reflexionando un rato, y al fin dijo:
- Bueno, lo que me gustaría es animar a las nuevas generaciones de Tabuyo que quieren quedarse a vivir aquí, para que se animen y monten algo. Que ojalá se les encienda la bombillita con alguna iniciativa, un trabajo, algo que puedan hacer incluso entre varios y que dé puestos de trabajo para que no se tengan que ir.
- Entiendo...
- No tiene por qué ser un negocio encarado al turismo o la hostelería, porque de momento de eso ya hay. Pueden ser otras cosas...en fin, no sé. Que a ver si se animan y hacen algo. Todos saldríamos ganando.

¡Vaya! En lugar de exponer quejas, o de pedir cosas que directamente vayan en beneficio de sí misma, Mónica ha expresado el deseo de un bien colectivo, el deseo de que el sueño de algunos jóvenes de poder quedarse a vivir aquí se cumpla. No me cabe duda de que esta gente sabe trabajar y no se arrugan ante los retos del esfuerzo, sólo hace falta tener la idea adecuada...y luego sacar el proyecto adelante. Entonces, Mónica expresa su deseo que esto que hace falta pueda llegar a ser, cumplirse, realizarse.

Pues me parece un deseo hermoso. Y no creo que se pueda añadir nada más. Con esto os dejo, hasta otro día...

...

1 comentario:

Rocio dijo...

Me encantan tus comentarios. Que sepas que por mi casa te seguimos todos casi a diario. Fijate que tenía pensada una visita al pueblo estos dias que estoy de Vacaciones pero me he desanimado por el mal tiempo, carreteras y demás...y porque al contrario que tu yo sigo siendo un bichejo de ciudad. Pero tienes razón Tabuyo tiene algo especial y a veces curativo.
Un saludo,
Rocio (Hermana de Danae que me entenderás mejor)