miércoles, 10 de diciembre de 2008

Patrimonio Natural: El Valor de la Belleza

(Los alrededores de Tabuyo, llenos de brezo florido en el mes de abril, y el Teleno al fondo).

Se conoce poco el hecho de que la belleza cura el alma, levanta el espíritu y reconforta al cuerpo. Si sufres males o tu vida es una sarta de problemas, todo resulta peor si vives en un lugar feo y gris. En cambio, si te rodea la belleza, parece que todo puede superarse más fácilmente. Para algunas personas de espíritu sensible, a veces el único consuelo que existe en días difíciles, en los que el ánimo anda por los suelos y el corazón parece oprimido es contemplar algo bello.

Entonces, este lugar es millonario en salud potencial, por el mero hecho de estar impregnado de belleza. Mi propuesta es que hay que reconocer esta belleza y cuidarla como una parte más de nuestro patrimonio, porque es demasiado fácil, por desgracia, convertir en feo algo naturalmente hermoso. Un ejemplo que se me ocurre inmediatamente, porque estos días da que hablar, es la polémica entorno a la cantera que se abrió junto a Las Médulas, considerado un bien patrimonio de la humanidad y con gran valor no sólo histórico, sino pisajístico. Pues bien, pocos años ha costado destrozar la panorámica y meter en el encuadre de la visión una enorme "mordida" grisácea, y en el aire del lugar, el polvo mortecino de las excavaciones...


(Un campo donde no había más margaritas porque no cabían. Cosas así se ven en Tabuyo en el mes de mayo...)

¿Y qué es la belleza?. Para mí, tiene que ver con la naturaleza en su estado saludable y esplendoroso. Lo enfermo no me resulta bello, ni lo mortecino y cadavérico, ni tampoco lo que es extremadamente forzado, artificial. Un rascacielos de Nueva York, o un museo de ésos de Arte Contemporáneo donde el arquitecto se recrea con originalidades, no los considero exactamente "bellos", aunque sí pueden ser bonitos, impresionantes, atractivos o interesantes. Tal vez esto sólo sea mi opinión, pero la belleza es siempre un estado que surge cuando la naturaleza se manifiesta libremente y con salud. Un niño o un anciano felices y saludables son bellos al margen de sus rasgos físicos, porque son naturales e irradian plenitud. Un paisaje lleno de biodiversidad es bello, un bosque saludable es bello. Aunque una persona no piense jamás en la definición de belleza, o no tenga una opinión formada al respecto, da igual. Si lo pones ante estas cosas dirá: ¡Oh, qué bien!. Se sentirá reconfortado, a gusto. Ese reconocimiento es algo universal.

(El Teleno nevado, al amanecer, se tiñe de color rosa. Esta visión es el pan nuestro de cada día en estos pueblos, en invierno. Claro que hay que madrugar un poco para verlo...)

En Tabuyo hay pequeños rinconcitos de fealdad, puntos donde se descubren basuras o cascotes tirados como por descuido, a veces medio ocultos en la maleza. Muchos de ellos son restos de un tiempo en el que la gente aún no sabía que los modernos desperdicios (plásticos, latas, etc) no se desintegran en poco tiempo, como los de antes. El bosque no se los puede "comer" y deshacerlos como sucedía con las maderas, los hierros viejos y otras cosas que eran las basuras de antaño. Ni aunque se oculten entre las zarzas, ni aunque los medio entierren. Así que ahí siguen, y seguirán durante décadas, y tal vez siglos, algunos "objetos".

Pero hay otros desperdicios que son actuales. Han sido tirados ahí como quien no quiere la cosa, probablemente por parte de gente que no sabe bien lo que hace. Por ejemplo, pilas o mecheros (cosas que suelo recoger si me las encuentro tiradas por los caminos). Hace falta una labor de concienciación sobre este punto en concreto, porque aparte de que queda muy feo, la verdad, no sé si se conoce el poder contaminante de una pila, por ejemplo (y eso son palabras mayores). Supongo que quien las tira piensa que como son tan pequeñas...También estaría bien, se me ocurre, promover alguna pequeña campaña de recogida de basuras en ciertos puntos locales. O que algunos nos arremanguemos sin más a hacerlo. Yo me apunto, y es algo que he pensado muchas veces, pero sola desde luego que no puedo. Y si mientras unos recogen, otros tiran, se avanza poco o nada.

Pero salvando esos pequeños puntos, que por desgracia se encuentran en prácticamente todos los pueblos, la verdad es que este lugar es un derroche de belleza por todas partes. Entonces, es un lugar CURATIVO, sanador. Sí, lo pongo en mayúsculas adrede. En mis sueños más fantasiosos, me veo haciendo propaganda de las virtudes medicinales de este entorno, haciéndome eco, por ejemplo, de la fastuosidad de la paleta de colores vivos y maravillosos que se ven en estos paisajes. La naturaleza aquí es una fiesta en todas las estaciones. Cuando no son las flores, son los bosques en otoño; cuando no es la nieve y su contraste con el verde musgo, es la tierra y las piedras rojas mojadas por la lluvia; cuando no es un atardecer espectacular, es un amanecer...etc, etc, etc.
(Destellos en la nieve, o las mil luces de colores puros que brillan en árboles y arbustos bajo la luz del sol. ¡No tienen nada que envidiar a las luces de los arbolitos de navidad! Claro que hay que pararse unos minutos para verlas...)

Este sería el paraíso de un pintor, y me ha hecho añorar los tiempos en los que inicié la carrera de Bellas Artes, hace ya un puñado de años. Tal vez no hubiera dejado los pinceles si hubiera vivido aquí. Pero ahora que me he inclinado más por las terapias alternativas, descubro el poder sanador de la BELLEZA NATURAL, algo en lo que este lugar es tan rico.

Creo que esto es un valor más de nuestro patrimonio natural, algo que sin embargo es olvidado...porque, como tantas otras cosas, para la gente que lleva aquí toda la vida a veces es difícil valorarlo. No sólo es que estén acostumbrados, porque hay personas que sí reconocen esta belleza y la valoran y disfrutan a pesar de ser de aquí de toda la vida. Es que normalmente no saben el impacto anímico, emocional, físico y hasta espiritual que causa estar en un lugar natural, vivo, sano y bello, para los que no han conocido casi otra cosa más que las ciudades, los cielos brumosos, el reino de lo cuadrado, cúbico, negro y gris, y el aspecto de los pobres árboles de las calles urbanitas, que hacen un esfuerzo supremo por no morirse, pero a menudo están llenos de plagas porque no pueden estar fuertes ni sanos ahí.

Dejo estas reflexiones aquí, abiertas, igual que unas fotografías de los coloridos que menciono, como muestra de los mil y un rostros que la naturaleza aquí presenta, al alcance de la mano, sin ir lejos, en cualquier recodo del camino.

Y si alguien lee estas letras desde los "mundos grises" y quiere compobar que cuanto digo es cierto, y si alguien sufre de opresión en su corazón, que venga y compruebe lo que hace estar simplemente en un paisaje libre, en un entorno sano, en un lugar...bello. No hace falta más que salir a pasear, contemplar y dejar que eso actúe sobre uno mismo. Así de simple. Así de natural.

(Las nubes que se ven en estos cielos tan limpios a veces tienen formas muy curiosas. En este atardecer parece que asome un ala de ángel por encima de los pinos...)

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