lunes, 29 de diciembre de 2008

Antigua Navidad...en el Bosque

(Pintura que representa el choque entre religiones paganas y la religión cristiana. Los sacerdotes ordenan cortar un árbol sagrado de una tribu, en este caso un roble situado en un pueblo alemán. Aunque no estamos en Alemania, los métodos de cristianización fueron similares en toda la Europa pre cristiana, con lo cual la imagen puede ilustrar las posibles escenas que sucedieron aquí. (1))

Aviso: ¡Esta entrada es LARGA!
Vale, dicho esto...
Una vez dije que algún día contaría algo acerca de las tribus humanas que vivían aquí antes de la romanización y posterior cristianización, y resulta que ese día ha llegado. Pero, dado que estamos en fechas de cuentos (Navidad, ¡oh, dulce Navidad!, la la lá) voy a contar una historia que quién sabe si es verdad, o pudo serlo. Me remontaré a épocas muy remotas, pues tal vez sean incluso anteriores a los famosos Astures, gentes que poblaron esta zona donde vivimos según la documentación histórica conocida.

¿Y porqué irme tan atrás en el tiempo? Bueno, habrá otras ocasiones para referirse a las tribus astures y hablar acerca de lo que se sabe, o se dice que se sabe, acerca de ellos. Y se verá que es más bien poco, porque, vamos a ver ¿quién escribió la historia? ¿Quién documentó las supuestas costumbres, creencias, etc. de las tribus prerromanas? Pues, obviamente, los conquistadores y vencedores, los mismos romanos. Y, tal y como sucede tan menudo, ¡es tan difícil ser objetivo cuando narras las maneras de vivir de gentes a las que ni conoces bien, ni juzgas con muy buenos ojos, porque a lo mejor hasta quieres justificar tu dominio sobre ellos...! Hay historiadores que logran un mínimo de precisión y objetividad en sus crónicas, pero otros son meros propagandistas del poder de turno (que les paga o mantiene a cambio de que escriban lo que escriben). Esto sucede hoy y ha sucedido en todos los tiempos. Además, incluso queriendo ser objetivo, la ignorancia acerca de aquello sobre lo que se escribe, juega muy malas pasadas al más honesto de los cronistas.

Un proverbio indio decía algo así: "Si quieres comprender a tu enemigo, has de andar mucha distancia con sus mocasines puestos". Es decir: si quieres saber de verdad cómo siente y cómo piensa el otro, tienes que haber vivido con él, sumergido en su contexto, ocupado en sus actividades, compartiendo su tiempo, sus relaciones, etc. Sólo así es posible aproximarse de verdad a la realidad de un pueblo diferente. Esto, muchos antropólogos de hoy lo saben y lo practican (o intentan), pero esta estrategia de conocimiento no ha sido ni es moneda común para todos. Mi pregunta es: ¿qué sabían realmente los cronistas oficiales romanos de los astures? Es más: ¿qué quisieron saber? Realmente, no estoy segura de ello. Ante la duda, supongo que en sus noticias hubo de todo, verdad y malinterpretación a partes iguales.

Con lo cual...Bueno, ya que es difícil saber a ciencia cierta algunas cosas antiguas, y tal vez sólo la imaginación nos acerque a la verdad, me he permitido soñar un poco a la sombra del bosque, a partir de las pocas cosas que creemos que sabemos de los astures. ¡Quién sabe, del mismo modo que Julio Verne imaginó realidades que luego resultó que se aproximaban mucho a lo que habría en el futuro, tal vez sea posible imaginar cosas que se aproximen a realidades pasadas! Bien, pues este es el resultado de una ensoñación navideña en el bosque tabuyano ;-), o un cuento que surgió de los árboles. Dejaré, pues, que sea "Su" voz la que hable.

...


" Hace muuucho, mucho tiempo, los seres humanos que poblaban estas tierras y muchas otras extendidas por el continente europeo, estaban plenamente unidos al bosque. Esto era cierto en dos sentidos. Por un lado, sus poblados estaban literalmente sumergidos en enormes e infinitas masas boscosas que, como un mar verde, cubrían todas estas tierras. Por otro lado, el corazón y los pensamientos de las gentes estaban unidos al bosque. Lo comprendían, lo conocían, contaban con él y actuaban de manera acorde a los ritmos de aquel inmenso conjunto de vida natural. Tal como un marinero conoce y ama al mar, aquellos hombres antiguos conocían y amaban al bosque. Vivían gracias a él, pues de él extraían todo su sustento y lo necesario para construir refugios, calentarse, etc, pero al mismo tiempo cuidaban de comportarse de manera sabia y respetuosa, de manera que el bosque continuara siendo ese mar rico y poderoso que conocían"

"Y del mismo modo que los marineros viejos tejen leyendas acerca del mar, sus pobladores, sus virtudes, maravillas y peligros, los antiguos seres humanos de estas tierras tenían sus creencias, leyendas y mitos al respecto. Es más, si entre ellos existió alguna cosa similar a la religión actual, ésta giró en torno al bosque y sus individuos más preponderantes, física y materialmente hablando: los SEÑORES ARBOLES. Les quedaba muy claro, a los antiguos, que sin los árboles nada podía ser, ni sostenerse, en aquel verde escenario vital. Además, los animales, aunque obviamente eran muy importantes, podían desplazarse según su capricho, ahora estaban y ahora no estaban, pero los árboles siempre permanecían ahí "

" Era natural y sabio, pues, contar no sólo con su presencia...sino incluso actuar de manera que los árboles fueran favorecidos por los seres humanos o, por lo menos, no dañados sin verdadera necesidad y sin aplicar remedios que restauraran las heridas hechas en el bosque. Existían leyes que protegían la vida arbórea y reconocían sus derechos como "individuos" no sólo imprescindibles para la vida, sino también respetables y dignos. Es más: entre los más religiosos y místicos de entre todos aquellos antiguos humanos, se buscaba no sólo cuidar y respetar a los árboles, sino tener en cuenta su "opinión", sus gustos y preferencias, y no actuar en desacuerdo con esto. Antes de cortar ramas de cualquier señor arbóreo, pues, se le pedía permiso y, si el hombre percibía en su corazón que no habia tal, se buscaba a otro árbol que sí condescendiera con la tala de sus ramas. Indudablemente ¡eran otros tiempos!"

"Alguien pensará que, si se miraban así las cosas, muy poco aprovecharían aquellos antiguos la riqueza de sus bosques. Bien, pues no es verdad, ¡palabra de árbol que no lo es!. Lo que sucedía en aquel tiempo inmemorial era tan diferente a lo que se vive hoy, que resultará increíble cuando lo digamos: los señores árboles y los seres humanos vivían una profunda relación de amistad. Oh, sí, tal y como sucede entre amigos, a veces se enzarzaban en disputas, o se pasaban días sin dirigirse la palabra...pero al final siempre hacían las paces, porque en realidad se querían y no sabían vivir el uno sin el otro"

" Entonces, por fantástico que parezca hoy, los seres humanos y los árboles hacían PLANES juntos...e intercambiaban favores, se prestaban riquezas mutuamente y se ayudaban cuando lo necesitaban. Así, los árboles cedían parte de su leña, y los humanos parte de su tiempo y energía para ayudarles, por ejemplo si sucedía un incendio, o si algún trozo del bosque sufría enfermedad o se encontraba tan lleno de madera muerta que empezaba a resultar insano para todos. Los hombres procuraban extraer los materiales del bosque con sensatez y equilibrio, y los árboles estaban contentos con aquella manera de convivir"

" De esto a la idea de hacerse REGALOS mutuamente, no hay más que un paso. Al ser humano le gustó enseguida la idea de dar algo al bosque porque sí, del mismo modo que el bosque le daba a él tantas cosas...Y es aquí donde llegamos al tiempo de Navidad...porque...¿os habéis preguntado alguna vez de dónde procede la costumbre de poner árboles navideños? ¿Y por qué, en tantos lugares, se adornaban éstos con frutas, galletas, y cosas comestibles? Bien, pues hoy os vamos a dar nuestra versión, que para eso este es un espacia de cuentos, para poder decir la verdad de una manera diferente"

" Con diciembre, se instalaba ya definitivamente cada año el tiempo frío en estas tierras. Si en noviembre las nevadas tanteaban el terreno, en diciembre ya no había vuelta atrás. El frío y los días cortos hacían de este mes la puerta oficial del invierno, el inicio de los meses más duros. Después de la abundancia otoñal, el bosque quedaba como una despensa vacía en tiempo de obras y limpieza. Se desnudaban muchos árboles, la humedad podría las ramas muertas, que caían al suelo, y la nieve y el hielo cubrían a grandes clapas ramas, arbustos y sotobosque que, en otros tiempos, estaban llenos de flores o frutos"

(En la foto de arriba, nieve en el bosque de Tabuyo)

" Mientras tanto, los seres humanos recién acababan de llenar sus despensas después de las cosechas, y, ralentizando su vida y sus actividades, se disponían a vivir de lo guardado y de la ganadería y la caza. Entonces, tal y como sucede entre buenos amigos, se les ocurrió a aquellos antiguos que estaría bien compartir parte de sus bienes con el bosque, y del mismo modo que se hacían fiestas entre familias de humanos para celebrar cosechas, cazas y matanzas, muchos decidieron ir al bosque y ofrecerle regalos para aliviar la escasez de los meses más duros. Claro que ¡esta idea sólo es concebible desde la vivencia de una profunda amistad con el bosque!"

" Así, los individuos que tenían mayor facilidad para "comunicarse" con los árboles, propusieron colgar en las ramas de alguno de ellos estos regalos, ofrendas de los seres humanos de la tribu, para que todo aquel habitante del bosque que lo necesitara o deseara, pudiera darse un pequeño banquete. Sí, sabemos lo que vais a decir: ¡los animales ya hacen su despensa y no necesitan a los seres humanos...! Bueno, sí, generalmente es así pero, en primer lugar, a veces pasan cosas inesperadas hasta para los sabios animales. En segundo lugar, no hablamos de dar lo que otro necesita, sino de regalar lo que otro puede disfrutar. Es bello dar MAS de lo que otro ser necesita. En eso consisten los verdaderos regalos de los Reyes Magos, ¿no? Si te regalan sólo algo "útil" está muy bien, pero no es lo mismo que si te regalan ADEMAS algo que te hace tremenda ilusión"

" Aquellos antiguos pobladores, los hermanos y amigos del bosque, sabían muy bien que esto se cumplía para todos los seres vivos, no sólo para los humanos, con lo cual se dijeron: ¡Regalemos cosas muy ricas al bosque! Y se dedicaron incluso a hacer postres (galletas, panecillos) para colgarlos de los árboles, y dieron parte de los mejores frutos de sus despensas para depositarlos en las ramas invernales"

" Y, para ponerlo más fácil, a la larga decidieron elegir un árbol entre todos para que, por siempre, fuera "El Arbol de las Ofrendas". De este modo, todos los seres del bosque sabrían dónde ir a buscar los regalos, o dónde ir a buscar ayuda "humana" en caso de necesitarla. El regocijo interior que produjo la instauración de estos actos en el corazón humano, que no eran más que generosidad pura movida desde la amistad, fue de tal envergadura, que terminaron cantando y danzando alrededor del Arbol de las Ofrendas. Porque sí. Porque se lo pedía el cuerpo, alegre por el fuego del corazón, pues el corazón siempre se alegra cuando da. Y de ahí, con el tiempo, terminaron haciendo una fiesta en la que no faltaba la hoguera de fuego, y hasta la comida y la bebida para los participantes. Esas "Fiestas del Dar" se disfrutaban tanto que se recordaban el resto del año con alegría, y cuando se acercaba el tiempo de diciembre, todos las esperaban y preparaban con ganas"

" Pero pasó el tiempo y, como sucede con todas las costumbres y tradiciones, se fue perdiendo el sentido de aquello. Los seres humanos, agobiados por los cambios sociales y las dificultades nuevas que surgían cada cierto tiempo, fueron olvidando la esencia de la amistad con el bosque, y el origen de la fiesta. Cuando, al cabo de un tiempo, llegaron los romanos y terminaron aplastando las formas de vida antiguas, el olvido terminó siendo completo. Para los muy organizados y "civilizados" ejércitos que irrumpieron en estas tierras, el bosque no era más que un incordio, pues suponía una fuente de posibles emboscadas y una dificultad en la visión panorámica de los estrategas de guerra...y una fuente de riqueza más que explotar. (Pues, por si algún ingenuo aún cree lo contrario, diremos que El Imperio no ama a los árboles...aunque diga que sí, en realidad sólo quiere el "oro" que puede extraer de ellos)"

" Una vez muertos los últimos sabios y conocedores de los residuos de la Amistad entre Arboles y Humanos, y de la Comunión entre el Bosque y los Humanos, las ideas del imperio romano, iguales a las de otros tantos imperios, se volvieron dominantes en la población. Es más, tanto si a las tribus "paganas " (que, por cierto, esa palabra significa "rurales") les gustaba como si no, tuvieron que ver arrasados sus bosques, o casi. Y, con el paso de las generaciones, todos entraron de un modo u otro en una ley del comercio con las riquezas del bosque que, siglos atrás, jamás hubieran aprobado. ¿Cómo hubieran podido concebir los antiguos la idea de "vender" la carne-madera de un árbol amigo? ¡Les hubiera parecido una afrenta y un insulto que alguien les propusiera semejante cosa!"

" ¿Y qué hubieran dicho los antiguos Amigos de los Arboles y los que-eran-unos-con-el-Bosque, si hubieran visto la tala masiva de los Grandes y Maravillos Arboles de las Ofrendas, considerados sagrados para ellos? ¿O si hubieran visto que, en otros casos, intentaban reconvertir su Arbol de las Ofrendas en el signo de una religión que ni entendían ni amaban? Hubieran llorado hasta morir, o hubieran emprendido la guerra contra aquellos desalmados que...Bueno, de hecho lo hicieron, aunque fuera una guerra con todas las de perder. Pero ¿cómo quedarse impasible, de brazos cruzados, cuando ves que otros arrasan y se adueñan de lo que ha sido tu hogar querido (el bosque), y los lugares en los cuales has sentido más cerca al fuego de la divinidad en el corazón (los Arboles Sagrados con sus "Fiestas del Dar", por ejemplo)?. Bien, si existen los fantasmas, sin duda no han de estar muy contentos con todo lo que aconteció...y continuó sucediendo siglos después de su muerte. Otros fantasmas tal vez se echen las manos a la cabeza y, como los galos del cómic de Astérix, digan, aún hoy, viéndonos a nosotros: ¡Están locos estos romanos!"

" Porque claro, ¿qué ha pasado hoy con los Arboles de las Ofrendas? ¿Qué queda de todo aquello? Bien, llegó la nueva religión impuesta por el imperio romano, y con ella los sacerdotes oficiales, esforzándose en borrar los últimos vestigios de costumbres paganas (e insistimos en que pagano significa "rural") o retocarlas a su antojo, para disimular su origen. ¡Desde luego que aquellos sacerdotes no entendieron nada! Si hubieran conocido la esencia de los arboles de las Ofrendas, tal vez hubieran visto que no había nada de pecaminoso en ellos. Pero...¡ah, querían la exclusividad en las costumbres! No querían competencia. Eran como aquellos apóstoles cabezotas que reñían a otros sanadores en tiempos de Jesús, porque "no eran de los suyos". ¿Y qué hizo Jesús?. Pues bien, riñó a sus seguidores y les dijo: No les reprendáis ni se lo impidáis, porque no hacen nada malo, sino al contrario. Eso que hacen, además, no va contra mí."
" Pero bueno, los tiempos de la cristianización fueron diferentes por estas tierras, y progresiva pero implacablemente se recortó la libertad de culto y de costumbres a todo aquel que no actuara desde las normas de la iglesia. Luego, se retomaron las costumbres y tradiciones que no había modo de terminar de eliminar de la mentalidad de los paganos y se las reconvirtió en otras cosas. Han pasado siglos y hoy vemos que ha ido sucediendo algo tristemente irónico. Es como si todo se hubiera vuelto del revés y el ser humano, enloquecido, jugara a los disparates. ¿y por qué decimos estos? Bueno, pues porque hoy, en lugar de ir al bosque para hacerle regalos, el ser humano va al bosque para cortar arboles y llevárselos a SU casa. Por supuesto, ni pide permiso ni da las gracias, ni chorradas de ésas. El bosque es de todos y yo me llevo de él lo que me parece, ¿pasa algo? Y si me lo ponen difícil, cultivaré árboles para cortarlos cuando se me antoje y punto, que para eso el ser humano es el rey de la creación. ¿O no?"

" Luego, en lugar de colocar en el árbol regalitos para los seres del bosque, el hombre pone en él adornos inútiles y estúpidos que nadie puede comer, y encima fabricados con materiales irreciclables (en su mayoría), es decir: ¡no es nada pensado PARA la naturaleza, sino al contrario! Hoy, el ser humano lo quiere todo para sí, como un niño malcriado. Pone adornitos chulos y brillantes para que su casa esté guay, y hale, ya está. Y si en algún hogar se siguen cocinando galletitas para colgar del árbol, o colgando chucherías en él, es para que los ya sobrealimentados niños de la familia se los coman, ¡no vaya a ser que pasen hambre, los pobrecitos!"

" Para remate de la tergiversación de las cosas, y como a fin de cuentas el ser humano, por lo menos el de todo este continente europeo, sigue siendo un HIJO DEL BOSQUE (lo quiera saber o no), y en su interior más recóndito añora, aunque sin darse cuenta de ello, la belleza NATURAl del bosque en aquellos días antiguos, pues ¡hale!, vamos a colgar en el arbolito adornos que IMITEN esas cosas bonitas que ya nunca vemos y hasta pisoteamos con nuestro civilizado modo de vida: los cristales de nieve pura brillando en las ramas, las luces del arco iris creadas en las gotas de rocío y de escarcha, etc. Para eso, colguemos lucecitas eléctricas y demás cosillas que hagan brillos "como aquellos"...o que por lo menos lo parezcan. Así nos sentiremos mejor. ¡Quéeeee bonitooo!"

" Pero claro, estos chismes y adornitos, lindos pero artificiales todos ellos hasta un extremo enorme, tampoco ayudan precisamente a la naturaleza...sino que la exprimen más primero (energía eléctrica, materias primas) y la ensucian más después (basuras indigeribles) Para colmo, el ser humano "civilizado", con los sentidos satisfechos por esas chucherías que son un sucedáneo de la verdadera naturaleza, se abstiene de ir a ella y conocerla. Cada vez menos personas tienen un contacto continuado con los espacios naturales y libres. Y también quedan cada vez menos de éstos espacios"

" Así, mientras el ser humano recarga sus casas de regalos para sí mismo y su grandísimo ego, el bosque se va reduciendo, aislado y diezmado cada vez más por las zonas "civilizadas", que no paran de extraer de él materia y riquezas varias. La comunicación entre humanos y árboles se perdió hace tanto, que ya no hay quien la recuerde o sepa ponerla en práctica, y si alguien propusiera hacer leyes que remarcaran derechos naturales de los árboles, lo tomarían por un chiflado o algo peor. Hombres y árboles caminan por sendas separadas de tal modo que, en las pocas ocasiones que se contempla seriamente la conservación del bosque como una meta, se hace por criterios puramente económicos. ¿Quién recuerda la amistad...y aquel calor del corazón...?¿Quién puede llamarse a sí mismo Hijo del Bosque, Familia de los Señores Arboles? ¿Quién siente en su interior la música de las almas arbóreas, y nota el anhelo de volver a aquel hogar de siempre...y celebrar en él las fiestas del dar?"

" Pero ¿cómo podría nadie vivir esto, si ni siquiera recuerdan que son hijos de la naturaleza, algo tan obvio? Es más, muchos ni siquiera consideran a las cosas naturales muy adecuadas o correctas. Quieren rectificarlo todo, cablearlo todo, organizarlo todo con sus cuadrículas, cementos, asfaltos, microchips...Bueno, pero evidentemente no contamos el cuento para ellos, sino para los que sí sienten el deseo de "volver a casa" en el corazón, es decir: el deseo de volver a vivir la AMISTAD con el bosque"

" Pero no vamos a irnos sin terminar de dar una última explicación. Algunos se preguntarán qué relación hay entre la amistad con los árboles y poner regalitos comestibles en sus ramas. A fin de cuentas, ¡un árbol no se puede comer eso! ¿No es un poco ingenuo pensar que sobrecargar un árbol de cosas para otros seres vaya a gustarle? ¿De qué le sirve eso, al árbol?"

" Bueno, si os preguntáis eso es que no entendéis aún cómo "piensa" un árbol. Cuando se le ocurrió al primer ser humano hacer regalos a los árboles, no había en su mente gran diferencia entre éstos y el bosque, del mismo modo que casi no la hay entre el agua y los peces del mar. Y cuando aquel ser humano preguntó en su corazón a los Señores Arboles qué cosa les hacía ilusión, éstos le respondieron:
- Nosotros somos felices si los seres del bosque están bien y son felices. Nos gusta dar, así que si quieres, puedes "disfrazarnos" de árboles-mesa-de-banquete para todos nuestros amigos: pájaros, insectos, ciervos...¡Nos encantará sentirnos reyes generosos por un día, en estos meses de duro invierno que corren!"

" Al ser humano le pareció todo muy lógico, así que siguió muy contento esta sugerencia. A fin de cuentas, no sólo en el corazón del árbol, sino también en el del ser humano está la semilla del deseo de dar, y del disfrutar haciéndolo. Es por eso, y no por otra razón, que aun hoy los adultos siguen este impulso y, aunque no saben muy bien porqué, se disfrazan de Reyes y Papá-Noeles en Navidad. Es para dar algo, para regalar más que lo estrictamente necesario, para vivir el arder del corazón que producen tanta ilusión y regocijo"

" Hum...nos ha quedado un cuento un tanto duro...Pero tal vez no pudimos evitarlo, pues somos árboles y estamos en tiempos difíciles para nosotros como especie. Intentaremos equilibrarlo ahora...Hum...veamos...veamos...¡Ah, claro! ¿Cómo se nos olvidaba? ¡Qué cabeza la nuestra! Sí, hay un posible final feliz en este cuento, por lo menos para todos aquellos que así lo deseen vivir. Y, como no podía ser menos, puesto que estamos en Navidad, este final feliz gira en torno al Niño Jesús"

" ¿Qué, os sorprende? ¿Creíais que, como somos voces "paganas", no queríamos tener nada que ver con semejantes cosas? Ah, es que no nos conocéis...ni sabéis lo que pensamos. Porque vamos a ver, el Niño Jesús, ¿qué es? ¿No es alguien que reúne en su corazón a todos los seres? ¿No se dice que es el Amor Encarnado? ¡Ah, nosotros estamos seguros de que no fue casualidad que naciera en un pesebre, junto a unos animales! Segurísimo que también los apreciaba y los quería como compañeros de juegos. Es más, una vez creció, fue alguien que habló muy bien de los árboles, hasta el punto de que comparó al Reino de Dios con un árbol que crecía y que daba cobijo a muchos en sus ramas. ¡El Niño Jesús sí que nos conocía bien, vaya que sí! Por eso en su peor momento, cuando presentía su desagradable muerte, se refugió en un huerto de olivos...Ellos le ayudaron, dándole fuerzas. ¡Todos los seres de la creación le respaldaban y conocían, porque él los reconocía y apreciaba a todos!"

" Entonces, sí, sentimos este final tan poco afín a los gustos rebeldes de algunos, pero vamos a concluir este cuento diciendo que sólo el Niño Jesús nos puede salvar. Confiamos en él. Sí, estáis leyendo bien. Sólo el Niño Jesús nos puede salvar, por lo menos en estas tierras, porque sólo el nacimiento del Amor Encarnado, del Amor que reúne a TODOS los seres en el corazón, puede devolver al ser humano la cordura perdida. ¿Y dónde debe nacer este Niño? Bueno, esto se ha repetido mil veces, pero parece que no se entiende: en el corazón de los seres humanos, obviamente. Ha de surgir de ahí de nuevo la semilla del fuego que arde con la amistad hacia todo lo creado, y ha de volver a surgir el regocijo de la generosidad pura"

" Así pues, el día que muchos, incluso los que se llaman a sí mismos cristianos, vivan el nacimiento del Niño en sus corazones de verdad, nos empezarán a mirar a nosotros de otra manera, a los olvidados Señores Verdes, al resto de los maltratados hermanos del Bosque. Ese día el ser humano empezará a caminar en dirección a la perdida comunión con la naturaleza, y volverá a amarla y a cuidarla como su hogar. Quien piense que la ciencia, con sus avisos sobre cambios climáticos, posibles catástrofes y hambrunas, o la economía, con sus planes de optimización de recursos, van a poder parar la debacle natural, están equivocados. Nada puede parar la debacle salvo el retorno de la cordura del ser humano, y ésta precisa del corazón. La ciencia y la economía son cosas que ayudan y pueden ayudar más, pero sólo si están unidas y alineadas con un corazón despierto, un corazón que se siente y se sabe hernano del resto de los seres de la creación. De otro modo, es muy fácil empezar a "vender" al hermano, es demasiado fácil andar la senda del egoísimo y la traición, aunque uno se diga a sí mismo que no se trata de eso, sino de acciones (incluso) altruístas y buenas para todos. Con el corazón muerto o dormido, el ser humano es ciego"

" Algunos, a lo largo y ancho del planeta, han vivido el nacimiento del Niño-Amor en sus corazones, y han pasado a vivir en comunión con el resto allá donde fuera que estuvieran. Son personas que han cuidado de su entorno y de todos los seres vivos que les rodeaban con el mismo mimo con que cuidan a sus hermanos humanos. ¿Habrá más...? Somos viejos, conocemos lo que ha sucedido y notamos lo que está por germinar, por suceder. Sin embargo, no vamos a profetizar nada. No hace falta. Nos conformamos si, cuando miréis a un Arbol de Navidad, os paráis a considerar cómo eran las cosas en principio y lo muy absurdas que se han vuelto. En cuanto al Bosque, éste sigue ahí, al lado de vuestras ciudades y de vuestras casas...sigue siendo vuestro hogar ancestral abandonado. Podéis ir algún día a visitarlo, y, llamando a su puerta con respeto, pedir un reencuentro, una reconciliación. Muchos os estamos esperando, porque ¿no lo hemos dicho ya?, en el fondo de todos los fondos no podemos vivir los unos sin los otros"

¿Será posible de nuevo la hermandad entre árboles y humanos?...


FIN

...


¡Ups! Pues no pretendía yo escribir un cuento tan moralizante, pero qué le vamos a hacer, será que se me contagia el aire sermoneador por ser Navidad. En todo caso, ya lo dije: esto no es sino un sueño traído por el bosque. Y como estamos en las fechas de las antiguas "Fiestas del Dar", quiero recuperar algo del primitivo y genuino sentido de todo esto, y lo regalo a los lectores. No es algo imprescindible ni estrictamente necesario, no es una entrada con "información" como otras, ni que hable de cuestiones más palpables. Es, como todos los cuentos y los sueños, algo que puedes tomar o dejar, al gusto del consumidor. A quien le haga ilusión y le provoque un arder en el corazón, que se lo quede. A quien no, que tenga Felices Fiestas igualmente, y que cada cual que siga su camino en paz.

Eso sí, por aquí hemos tomado este cuento con gusto. Como niños grandes, hemos decidido ir al bosque, llamar a su puerta pidiendo la reconciliación y llevarle regalos como antaño. Así que, en algún rincón perdido, a salvo de miradas de cazadores curiosos, este año vuelve a haber en esta tierra algún Arbol de las Ofrendas, ricamente vestido de galletas, uvas y bizcochitos para los seres del bosque. Todo alrededor, mientras lo adornábamos, los arbustos brillaban con sus cientos de gotitas de escarcha y nieve derretida, lanzando destellos de color en todas las direcciones. Se hizo un silencio profundo en un momento dado, tanto que sólo oíamos el latido de nuestros corazones, que se alegraban. ¡Qué bonito es dar sin más, sobretodo a quien nadie más da nada, porque está olvidado...!

Y nos pareció que todo el bosque sonreía.

Feliz Navidad :-)

...
(1) Para curiosos que quieran saber más sobre el árbol de la pintura que encabeza esta entrada, dice la wikipedia:
"Este roble era un antiguo árbol sagrado para la tribu germánica de los chatti, ancestros de los habitantes de Hesse, y uno de los más importantes sitios sagrados de los paganos germánicos. Su tala en el año 723 marcó el comienzo de la cristianización (...) del norte de Alemania.
El árbol se encontraba ubicado en el poblado de Geismar (...), y era el punto principal de veneración de Thor, al cual las tribus germanas occidentales conocían como Donar.
(El obispo) Bonifacio llegó a la zona con el objetivo de convertir a las tribus germánicas del norte al cristianismo, usando como base el campamento fortificado franco de Büraburg en el lado opuesto del río Eder. Taló el roble venerado por los habitantes locales en un intento de convencer a la población de la superioridad del dios cristiano sobre Thor y así convencerlos de bautizarse y convertirse al cristianismo. Bonifacio utilizó la madera del roble para construir una capilla en Fritzlar, fundando un monasterio benedictino y estableciendo así la primera diócesis fuera de las fronteras del antiguo Imperio Romano"

1 comentario:

Montse de Paz dijo...

Marta, me ha gustado mucho. Los árboles dicen tantas cosas... y especialmente me ha gustado lo que dices sobre el amor encarnado y el corazón. Ni ciencias ni razones, es el corazón, el SABER DAR y recibir con gratitud, lo que nos salva. Qué bonito llamar a la Navidad "fiesta del Dar"!!

Un beso.